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Capítulo 4

Delivery

Todo lo dicho mientras gemías

Me atrevo a afirmar que no hay erotismo auténtico sin el arte de la ambigüedad; cuando la ambigüedad es poderosa, la excitación es más viva.

Milan Kundera

Los estudios demuestran que aproximadamente el 80% de la comunicación entre humanos es no verbal: no se trata de qué decimos, sino de cómo lo decimos. Nuestro lenguaje corporal, nuestra expresión facial y nuestra mirada serán los tres elementos fundamentales de lo que llamamos delivery.

Tener el control de nuestro delivery siempre nos permitirá transmitir correctamente lo que deseamos e interpretar a la perfección lo que sienten los demás, en forma instantánea. También podemos usar estos conocimientos para expresar con nuestro cuerpo las emociones que queramos en cada momento.

Transmitir correctamente lo que deseamos

Muchas veces decimos algo y no encontramos la reacción que esperábamos del otro lado. Un simple “¿Sabés qué? A partir de este momento, no te soporto” puede ser una incitación a la pelea, si lo decimos seriamente o resultar muy gracioso y divertido, si lo expresamos con una sonrisa. También es posible, por ejemplo, que queramos demostrar desinterés por una mujerpero que nuestro lenguaje corporal esté expresando lo opuesto. O, por el contrario, que deseemos mostrar interés en alguien y enviemos señales confusas mediante un lenguaje físico cerrado.

Interpretar lo que siente otra persona

Puede que una mujer no nos haya dicho nada, pero su lenguaje corporal haya sido positivo en relación con nosotros. Muchos indicadores de interés (IDIs) de las mujeres son no verbales: quien no los nota, desperdicia buenas oportunidades.

También podemos actuar sobre el delivery de ella a nuestro favor. Por ejemplo: es casi imposible besar por primera vez a una mujer que está de brazos cruzados. Pero es posible que los haya cruzado inconscientemente porque tiene frío o por comodidad, aunque tenga ganas de besarnos. ¿Qué podemos hacer, entonces? Pedirle que nos sostenga algo es, por ejemplo, una buena manera de invitarla a relajar los brazos antes de besarla.

Cargar nuestro cuerpo y mente de las emociones correctas

En su libro How to make anyone fall in love with you7, Leil Lowndes nos relata un experimento muy interesante: un grupo de voluntarios miró un mismo cortometraje. A algunos se les pidió que sostuvieran un lápiz entre los dientes mientras lo hacían; de esa manera, vieron el film con una sonrisa forzada. Al otro grupo del público se le proyectó el mismo cortometraje mientras debía sostener un lápiz entre el labio y la nariz, con lo cual la expresión de sus rostros fue forzadamente adusta. El resultado fue que quienes vieron el cortometraje sonriendo lo encontraron significativamente más divertido que quienes permanecieron serios. Este experimento es un ejemplo de cómo

la mente recibe emocionalmente las señales que el cuerpo le envía. Si sonreímos, la pasaremos mejor que si estamos serios. Si llegamos a una fiesta después de haber permanecido serios todo el día, lo más probable es que percibamos todo desde una óptica menos alegre. A veces, es necesario que nos forcemos a reír: nuestra mente toma nota de eso y libera endorfinas, que nos hacen sentir mejor.

Los tres elementos del delivery

La expresión facial

No hay razón para no pasarla bien en una situación social. La sonrisa lo es todo en el lenguaje gestual. Además, si queremos ser parte de un grupo y que sus integrantes deseen lo mismo respecto de nosotros, debemos aportar emociones positivas. Si ellos se están divirtiendo y nosotros llegamos con una expresión seria, lo más probable es que quieran expulsarnos elegantemente, porque les estaremos bajando la energía. La regla general es sonreír e integrarse a los grupos, siempre con un nivel de energía levemente más alto que el de ellos. Si el grupo está sentado hablando tranquilamente, no podemos entrar saltando y bailando porque chocaríamos con su estado anímico. En ese caso, bastará con una leve sonrisa y un hablar pausado. Si ellos están riendo, sacándose fotos o bailando, podremos interactuar más enérgicamente. En cualquier situación, siempre recibiremos mejor atención si sonreímos y nuestro rostro transmite alegría.

La mirada

La mayor parte de los hombres intenta hacer contacto visual con las mujeres lindas y, cuando ellas le devuelven la mirada, dirigen la suya hacia otro lado. Aunque esto funcione en las películas, en la vida real lo mejor es hacer todo lo contrario. Procurar permanentemente establecer contacto visual transmite la impresión de que estamos aburridos y buscamos algo mejor para hacer. Si estamos con amigos, ¿por qué procuramos encontrar otra mirada en lugar de fijarla en ellos?

La regla es que primero tenemos que pasarla bien nosotros y nuestros amigos y luego podremos proporcionar buenos momentos a otros grupos y mujeres.

Si estamos disfrutando de un rato con alguien, miraremos a esa persona a los ojos. Si no lo hacemos, es porque no nos interesa lo que dice. Y si nos dedicamos a mirar a otros, es que lo que estamos haciendo en ese momento no nos divierte. Y nadie quiere hablar con alguien que está aburrido. No busquemos intencionadamente contacto visual con mujeres aún desconocidas: disfrutemos de la actividad presente. Cuando estemos con amigos, debemos hablar frente a frente con ellos. Así lo hacen las mujeres: si charlan con otra, la miran a ella. Y, cuando queramos, podemos hablar con un grupo nuevo, pero sin haber estado observándolo previamente.

Por supuesto, cuando iniciamos interacción con una persona o un grupo debemos buscar contacto visual. Si hablamos con un conjunto de personas, debemos mirarlas a todas alternativamente. Si no, alguien puede sentirse excluido, por lo que es probable que intente expulsarnos o que el grupo se retire. O, en el mejor de los casos, la interacción decaerá, porque no todos se sienten a gusto. Por eso, al acercarnos a un grupo debemos tratar de integrar a todos con la mirada desde el primer momento; es una señal de respeto y atención.

El lenguaje corporal

El elemento principal a considerar en este punto es si el lenguaje corporal es abierto o cerrado a la interacción. Todos los cruces, sean de brazos o de piernas, suelen transmitir un lenguaje corporal cerrado. Esto es instintivo y manifiesta una actitud de defensa: cuando nos cruzamos de brazos, inconscientemente intentamos proteger nuestros órganos vitales (corazón, pulmones, etc.); cuando cruzamos las piernas, procuramos resguardar nuestro órgano de reproducción. Por lo tanto, es necesario evitar cruzar las extremidades si participamos de una interacción que nos resulta agradable, ya que a veces lo hacemos sin darnos cuenta, por reflejo o por cansancio, y transmitimos una señal confusa a los demás.

Llevarse las manos a los bolsillos tampoco es una buena opción, pues da la impresión de que ocultamos algo. En todo caso, debemos dejar los pulgares afuera o bien dentro del bolsillo, pero con los demás dedos a la vista.

Por otra parte, si bebemos algo es importante no sostener el vaso a la altura del pecho o cerca de la boca, como suele hacer la mayor parte de la gente. De ese modo, mostramos más interés por la bebida que por la persona que tenemos frente a nosotros. Simplemente, sostendremos la bebida junto a la cadera y la llevaremos a la boca solo cuando deseemos tomar, regresándola de inmediato al lugar apropiado.

¿Cómo pararnos? Si descansamos el peso del cuerpo sobre una pierna, estamos transmitiendo sensación de cansancio. Es común que alternemos el peso entre una y otra extremidad si estamos agotados, pero la fatiga no resulta atractiva. Lo mejor es pararse con el peso repartido en ambas piernas y mantenerlas separadas a la distancia del ancho de hombros. Lo mismo debemos hacer al caminar.

La espalda recta transmite seguridad. Hay que procurar no encorvarse porque, además, de ese modo perdemos varios centímetros de estatura. Y la altura resulta atractiva: desde niños la asociamos con la autoridad y la seguridad. Arriba está quien nos protege. No conviene desaprovechar ni un centímetro de talla.

El mejor ejercicio para practicar cómo caminar erguidos consiste en apoyar primero los talones contra una pared, luego los glúteos, después los hombros y, por último, la cabeza. Y entonces salir caminando así, sin cambiar de posición. Puede parecer exagerado, pero de ese modo estaremos avanzando erguidos, proyectando estatura. Una vez más: la altura es atractiva, así que más allá de cuánto midamos, no dejemos que nuestro lenguaje corporal nos encoja. En resumen, ¡pararse derecho, levantar el mentón, sonreír y mirar a la gente a los ojos mientras les hablamos!

El lenguaje corporal en la aproximación

Es muy importante tener en cuenta cómo debe ser nuestro lenguaje corporal en el momento de la aproximación. Ya hemos visto todo lo relativo a la mirada, la expresión facial (sonrisa) y los movimientos del cuerpo cuando estamos con nuestros amigos.

En cuanto al lenguaje corporal en la aproximación, es preciso considerar lo siguiente: la dirección de nuestro interés siempre estará señalada por la orientación de nuestro pecho. Por eso, cuando describimos la forma de pararnos al charlar con un amigo, afirmamos que debemos hacerlo frente a frente, con nuestro pecho en dirección al suyo, para que resulte evidente que estamos interesados en mantener esa conversación.

Ahora bien, cuando iniciamos una interacción con un grupo de desconocidos, debemos calibrar nuestro interés. Si expresamos demasiado, puede ser que nuestros interlocutores se sientan invadidos. Si una mujer está sola y nos aproximamos a ella de frente e intentamos iniciar la conversación de ese modo, posiblemente sienta que invadimos muy rápidamente su burbuja personal. Lo mismo ocurre si entramos frontalmente en un grupo.

El mejor lenguaje corporal para iniciar una interacción con desconocidos comprende estos pasos: no caminar directamente hacia ellos; hacerlo como si fuésemos a pasar por un costado y, al llegar a su lado, iniciar la interacción girando la cabeza por encima de nuestro hombro mientras el pecho mantiene la dirección que tenía. Para comenzar el diálogo, solo es preciso girar la cabeza. De esta manera, no se invade el espacio del otro o del grupo y todos se sienten más cómodos al inicio de la interacción. Este lenguaje corporal debe mantenerse solo durante unos segundos. La mejor forma de saber cuándo cambiarlo es observar el lenguaje corporal del grupo o la persona y actuar en espejo. Si ellos giran y apuntan su torso hacia nosotros, haremos lo mismo. Si la charla no se interrumpe, esto no demorará más que unos segundos. Recomendamos colocarse frente a un espejo y ensayar todas estas indicaciones: pararse erguido, sonreír e, incluso, practicar la secuencia girando la cabeza por encima del hombro para iniciar una interacción.

Recordemos una vez más que el lenguaje no verbal representa el 80 % de nuestra comunicación. Un buen dominio del lenguaje corporal será siempre mucho más efectivo que cualquier expresión enunciada, aunque se trate de la frase más ingeniosa que se nos pueda ocurrir.

El juego de la seducción

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