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INTRODUCCIÓN

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La radio se filtra en nuestras vidas a través de caminos sinuosos, impredecibles y prácticamente secretos. Un proceso de seducción maravilloso y terrible, cuyas consecuencias nunca están del todo claras: no sabemos bien cómo nos afecta aquello que escuchamos a través de la radio; disponemos de muy escasas herramientas de análisis que nos permitan conceptualizar esa experiencia; solo contamos con algunos indicios acerca de esa poderosa influencia que acontece, principalmente, en las capas más subterráneas de nuestra consciencia.

Un medio basado en la escritura —como es el caso, por ejemplo, de este libro— ofrece una permanencia y una estabilidad (todo lo ilusorias y frágiles que se quiera, esa es otra cuestión) que fomentan una aproximación crítica a sus contenidos. Permite la reflexión, el reconocimiento, la revisión. Este último término, en particular, deja clara una posibilidad —propia de la mirada— que en general le está vedada a la escucha cuando se proyecta sobre las efímeras manifestaciones de la oralidad.

La imposibilidad de detener ese flujo continuo característico del medio radiofónico, nuestra incapacidad de retroceder, de rebobinar, de siquiera repasar lo ya dicho y (solo tal vez) oído… se asemeja a nuestra relación con la propia vida, y por ello muchos de los adjetivos atribuidos a la radio desde la primera línea de este texto resultan también de aplicación a nuestra existencia, incomprensible y fugaz (recordemos que este último término, aunque suele utilizarse para referir algo «de muy corta duración», también significa «que huye y desaparece con velocidad»; hay aquí un matiz importante y misterioso, posiblemente incardinado en esa evocación de una huida).

La única herramienta que nos permite cartografiar la esencial transitoriedad propia de todo aquello que escuchamos (y, particularmente, de una emisión radiofónica) es la memoria. Y, por supuesto, también esa sofisticada prótesis para la memoria que llamamos escritura, y que hace ya tiempo nos permitió ingresar en la Historia. Desde esta perspectiva, todo libro —como toda escritura, en realidad— es un libro de memorias, y a la vez es un libro de Historia.

Pero debemos dudar —al menos si nos referimos al volumen que ahora mismo sostienen sus manos— acerca del uso de la mayúscula inicial en esta última palabra (en la oralidad radiofónica, por cierto, las mayúsculas carecen de relevancia; probablemente esto también sea el indicio de algo importante). En otras palabras: aún no está claro si estas páginas tratan de la Historia (de la radio, o al menos de ciertas comprensiones —en ocasiones algo extremas— de la radio) o, simplemente, de historias (más o menos memorables: eso lo deberá decidir usted).

Estas tensiones entre las historias y la Historia, entre la oralidad y la escritura, entre lo que pasa y lo que queda… inundan y, a la vez, articulan este libro.

Para quienes entendemos la Historia (y, de hecho, también todas las demás historias) como una serie de esfuerzos colectivos —primero y sobre todo, por sobrevivir—, respecto de los cuales las categorías de éxito o de fracaso no siempre resultan adecuadas, todo libro es —además de lo ya anotado más arriba— un acta de gratitud (por no decir una carta de amor).

Así, aunque no sepamos si quedará en la Historia —pero seguro que sí en nuestra memoria, y también en nuestras pequeñas historias, incluyendo la de este libro—, debemos recordar aquí que el jueves 22 de marzo de 2018 se celebró el primer «Radio Show consonni» con (mejor que «en») Azkuna Zentroa, antigua alhóndiga y actual Centro de Sociedad y Cultura Contemporánea de Bilbao. Ello fue resultado de una generosa invitación de María Mur y Munts Brunet —en la complicidad de sus colegas en la editorial consonni—, quienes convocaron para la ocasión a unos cuantos amantes de la radio, como Anna Ramos (Radio Web MACBA), José Luis Espejo (Radio Reina Sofía), Sonia Fernández Pan (Esnorquel), Juan Jesús Torres (Radio BiB - Rambla), Amaia Urra, María Salgado y José Iges. Aquella tarde feliz sonaron también las voces —previamente fonografiadas— de Xabier Erkizia, Elisa McCausland, Chusé Fernández y Toña Medina.

A quien firma estas páginas le correspondió el privilegio y el placer de conducir (recordemos que en alemán este verbo se traduce como führen) la sesión, en la compañía sabia y segura de Leire Palacios en el micrófono y de Alberto de la Hoz en los controles técnicos.

Allí se planteó un «diálogo entre arte y radio desde diferentes perspectivas y prácticas: desde el podcasting, el arte sonoro, el radio arte, las radios de las instituciones del arte, las radios libres, la crítica cultural…». Diferentes emisoras conectaron con la emisión, tanto en directo como en diferido, para difundirla a través de las ondas: Casares Irratia (Donostia), TEA FM (Zaragoza) y Radio Vallekas (Madrid).

Pues bien, al día siguiente —casi siempre hay un día siguiente— a esta celebración emocionante de la oralidad y de la vida (es decir: de la radio), muchos de los arriba mencionados nos volvimos a reunir y, ya sin micrófonos, tuvimos que responder a una pregunta bienintencionada y genuinamente curiosa de las amigas de consonni (que, como resulta evidente, además de amantes de lo radiofónico también lo son, y mucho, de lo libresco): «¿Nos podéis recomendar algún ensayo que trate los temas de los que hablamos ayer en la radio?».

Estas páginas intentan ser una respuesta a aquella pregunta, pero también al silencio que en aquel momento obtuvo como única contestación.

La radio ante el micrófono

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