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5 El mensaje

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A la mañana siguiente, la prensa local salía con titulares como: «Una reyerta en los aparcamientos de un club liberal acaba con el supuesto asesinato y desaparición de un joven». Y la noticia seguía, diciendo: «El cuerpo del aparentemente fallecido desapareció de forma misteriosa del lugar. Una de las parejas que se encontraban en el lugar de los hechos presenció la escena y aseguran que los atacantes eran dos».

Marcos leyó la noticia completa y luego se quedó pensativo unos minutos. Por su cabeza iban pasando una tras una todas las escenas de la noche anterior. Todo había ido perfectamente, hasta aquel fatídico momento en el que fueron testigos del apuñalamiento.

Una mano se posó en su espalda, sacándolo de sus cavilaciones. Era Eva, que acababa de levantarse de la cama.

—¿Qué lees? ¿Es la noticia de lo de anoche? ¿Ya está en los periódicos?

—Sí, viene en varios diarios. Mira. —Marcos le acercó el portátil para que también leyera toda la noticia.

—Joder, vaya marrón. ¿Por qué han puesto que una pareja presenció aquello? ¿Y si los asesinos nos buscan para matarnos a nosotros también?

—¿Qué? ¿Cómo van a buscarnos?

—Lo mismo nos vieron y saben quiénes somos.

—Venga ya. El aparcamiento estaba oscuro, las farolas no estaban cerca de nosotros en aquel momento. Imposible que nos vieran bien las caras.

—En fin, no quiero saber nada más de ese asunto. Punto y pelota —murmuró mientras se disponía a preparar el desayuno.

Pasaron varios meses. La relación entre Eva y Marcos parecía ir mejor, aunque no tanto como ellos quisieran. El profesor llevaba varias semanas que solo aparecía por casa para dormir; además de las clases en el instituto, estaba haciendo varios cursos formativos, y eso le ocupaba la mayoría del tiempo. Él quería estar lo más distraído posible para no pensar en otras cosas. Ella tampoco tenía mucho tiempo libre, ya que en esa época del año trabajaba realizando declaraciones de la Renta para una gestoría.

Una de aquellas noches, Marcos andaba desvelado, se recostó en la cama y encendió su portátil. Conectó los auriculares y eligió una canción de Jenny & the Mexicats. A continuación, pinchó en su navegador y le echó un vistazo al historial. Allí, entre otras muchas, estaba la dirección de la página web del Passion Swinger Club. Solo tenía que ingresar su nombre de usuario, la contraseña y estaría dentro, otra vez. Miró de reojo a Eva, que dormía plácidamente a su lado. Gracias a la luz de la pantalla, podía ver su cabello reposando en la almohada y sus hombros desnudos. Estuvo así un rato, dudando si entrar o no en la web. Sus dedos se colocaron sobre el teclado y, voilà, ya estaba dentro de aquel Facebook para parejas liberales. No visitaba ese enlace desde que pasó todo lo del supuesto asesinato. Se fijó en que tenía veintitantas notificaciones. Había un montón de parejas nuevas subiendo fotos y vídeos. En su bandeja de entrada esperaba para ser abierto un mensaje del administrador. Marcos, antes de aceptar a más parejas, abrió el mensaje.

De: Admin.

Para: Han Solo y Princesa Leia

Asunto: Disculpas e invitación

Estimada pareja:

Mi nombre es Lola. Soy la chica que os atendió el viernes noche que os decidisteis a visitar nuestro local. En primer lugar, quería trasladaros, en nombre del dueño del club y en el mío propio, nuestro malestar por lo que sucedió y el mal trago que tuvisteis que pasar. Hemos estado intentando ponernos en contacto con vosotros, sin suerte, hasta que miramos en el registro de confirmaciones de asistencia al evento de aquel viernes, en la página. Ahí venían vuestros nombres de usuarios y así he podido localizaros por aquí. Queremos invitaos a que vengáis nuevamente a nuestro local con todos los gastos pagados: entradas, copas y demás. El sábado de la semana que viene tendremos una fiesta de disfraces. Nos encantaría que vinieseis y disfrutarais con nosotros de una noche tan especial.

Espero vuestra respuesta.

Besos,

Lola

De nuevo, aquellas cosquillas subiendo por su estómago. Otra vez, aquellos nervios por entrar en el local acompañado de su mujer y vivir otra experiencia morbosa. Pero además de todas aquellas imágenes eróticas, también recordaba la escena en la que dos tíos apuñalaban sin piedad a un chico delante de ellos, a escasos metros de distancia.

«Aquello tuvo que ser algo muy puntual», se dijo. Seguro que si volvían al Passion todo sería diferente y disfrutarían de lo lindo. Ahora quedaba convencer de nuevo a Eva; cosa complicada, pero no imposible. Así que le echó valor y, con mucho mimo, la despertó. Marcos no podía esperar a la mañana siguiente para contarle lo del mensaje.

—¿Qué pasa? ¿Por qué me despiertas? —Un hilo de voz salió de la boca de Eva.

—¿Recuerdas aquella chica rubia que nos atendió cuando fuimos al club swinger?

—Sí, la relaciones públicas.

—Esa misma. Pues estaba yo echando un vistazo a Internet y me dio por entrar en la web que te enseñé, y tenía un mensaje de ella.

—¿Un mensaje? ¿Qué me estás contando, Marcos? —dijo casi bostezando.

—Mira, léelo tú misma.

Se incorporó un poco y, con los ojos entrecerrados, leyó el dichoso mensaje.

—Bueno, muy bien, ¿y qué?

—Pues que podríamos aceptar su invitación.

Eva cambió el gesto y pareció despertarse del todo.

—Definitivamente, tú estás loco. ¿Te pareció poco lo que nos sucedió allí?

—Venga, aquello son cosas que pasan. Matan a gente en cualquier lado. Vas paseando por un parque y alguien puede darle una puñalada a otra persona para robarle. Además, quitando aquel percance, estabas pasándotelo genial, reconócelo. Seguro que la fiesta de disfraces tiene que ser muy morbosa. Con todo el mundo disfrazado, nadie se fijaría en nosotros. Di que sí, no seas tonta.

—Vaya tela. Me despiertas en plena noche para decirme esto. Me lo pensaré y ya iremos hablándolo en estos días. ¡Duérmete ya!

Marcos, con una media sonrisa, apagó el portátil, besó en el cuello a su esposa y se dio media vuelta. Quería dormirse pronto, pero, evidentemente, no podía dejar de pensar en aquella atrayente fiesta de disfraces. Quería compartir todo aquello con su esposa, que pudieran realizar todas las fantasías que se les pasaran por la cabeza, poder tener, al fin, una vida sexual activa y excitante y olvidar para siempre los problemas de antaño.

El caso Passion

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