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El amor como conducta: lo que hemos aprendido y practicado
ОглавлениеDesde muy pequeños, aprendemos a caminar, a sentarnos correctamente en la mesa y también a pensar de una manera determinada, a percibir el entorno y a generar determinados sentimientos según las circunstancias que nos rodeen. Desconfiar o sentir miedo ante desconocidos o sonreír sumisamente ante un comentario inapropiado, no es una cuestión de genes sino de aprendizaje.
Las conductas se aprenden y se enseñan en el entorno familiar, en el escolar, con el grupo de amigos, en el momento sociocultural en el que se vive, en el país, según las circunstancias personales… Como ya apuntamos somos hijos de nuestros padres pero también de nuestra generación, hábitos y contexto.
La conducta abarca no sólo actos sino también pensamientos y sentimientos. Si somos capaces de reconocer lo que hemos aprendido, seremos más conscientes de por qué hacemos lo que hacemos y decidir si queremos, o no, cambiarlo.A diario, cualquiera de nuestras conductas viene condicionada por las siguientes preguntas: ¿quiero?, ¿puedo?, ¿sé?
Cuando nos encontramos ante al reto de amar y deseamos hacerlo bien, hemos de plantearnos: ¿quiero amar?, que implica una actitud; ¿puedo amar?, que lleva implícita una posibilidad y ¿sé amar?, que pone en evidencia la práctica y la experiencia.