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El espejo de Dora

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Cuando llegaba la época de vacaciones, nuestro rumbo seguro era la casa de Dora, nuestra abuela. Allí pasábamos nuestras vacaciones, en nuestra tierna edad, la infancia.

Siempre me llamó la atención un hermoso espejo que estaba en su tocador, lo cuidaba como hueso santo, como el más valioso tesoro.

Una madrugada, entraron a robar a su casa y se lo llevaron junto con otras cosas, pero mi abuela solo lloraba por su espejo.

En aquel espejo, ella se transportaba en el tiempo, y viajaba a través de él, viajaba a su época de juventud en donde conoció al abuelo y se juraron amor eterno.

Vivía momentos de dicha y felicidad y luego cansada, pero feliz volvía a su realidad, donde sus rubios cabellos, hoy pintaban canas y su esbelta figura hoy se encorvaba, y la soledad era su constante compañera. Por ello se transportaba a tiempos y momentos agradables en su vida.

Con el robo de aquel espejo, fue perdiendo la alegría de vivir, solo se sentaba en un sillón a mirar la vida pasar.

Así fueron transcurriendo los días y se fue consumiendo, hasta que una madrugada decidió partir.

Ella cerró sus ojos y, por encanto, apareció aquel hermoso espejo.

¿Dónde se habrá ido? ¿Por qué apareció el espejo?

Vivencias cortas vividas de la vida

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