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La ciencia del perdón
ОглавлениеEn la última década se han multiplicado las investigaciones sobre el perdón. Mientras que antes este tema se dejaba a los religiosos, ahora, como disciplina académica, atrae la atención no sólo de filósofos y teólogos, sino también de psicólogos y médicos. Cientos de proyectos de investigación sobre el perdón existen hoy en día en universidades del mundo entero. La Campaign for Forgiveness Research (Campaña de Investigación sobre el Perdón), con financiamiento de la Templeton Foundation, tiene cuarenta y seis proyectos de investigación sobre el perdón.1 Aun los neurocientíficos estudian la biología del perdón, y exploran las barreras evolutivas en el cerebro que estorban el acto de perdonar. Algunos indagan incluso la existencia de un gen del perdón en alguna parte de nuestro ADN.
Conforme la investigación moderna del perdón evoluciona, los hallazgos demuestran claramente que éste transforma a la gente mental, emocional, espiritual y aun físicamente. En Forgive for Good: A Proven Prescription for Health and Happiness (Perdonar por siempre: una receta probada para la salud y la felicidad), el psicólogo Fred Luskin escribe: “Rigurosos estudios científicos han demostrado que la educación del perdón reduce la depresión, aumenta el optimismo, disminuye la cólera, mejora la conexión espiritual [e] incrementa la seguridad emocional en uno mismo”.2 Éstos son sólo algunos de los muy reales y concretos beneficios psicológicos del perdón. Las investigaciones demuestran asimismo que las personas más indulgentes reportan menos problemas mentales y de salud y menos síntomas físicos de estrés.
A medida que documentan el poder curativo del perdón, cada vez más científicos examinan también los efectos mental y físicamente corrosivos de no perdonar. Aferrarse al rencor y la ira, vivir en un estado constante de estrés, puede dañar al corazón tanto como al espíritu. De hecho, las investigaciones indican que no perdonar puede ser un factor de riesgo de afecciones cardiacas, presión alta y muchas otras enfermedades crónicas relacionadas con el estrés.3 Estudios médicos y psicológicos señalan asimismo que quienes se aferran al rencor y la ira presentan mayor riesgo de ansiedad, depresión e insomnio y tienen más probabilidades de sufrir presión alta, úlceras, migrañas, dolor de espalda, infartos y hasta cáncer. También lo contrario es cierto. El perdón genuino puede transformar esas dolencias. Al reducirse el estrés, la ansiedad y la depresión, lo mismo ocurre con los trastornos físicos asociados a ellos.
Los estudios seguirán midiendo el ritmo cardiaco, presión y longevidad de quienes perdonan y quienes no. Continuarán escribiéndose artículos en revistas especializadas, y al final la ciencia probará lo que la gente sabe desde hace milenios: que perdonar hace bien. Sus beneficios de salud son apenas el principio. Perdonar también te libera de todo trauma y privación que hayas experimentado y te permite reclamar tu vida como propia.