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Alexa Dean, Londres Dar a luz un nuevo hogar

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Aislamiento. Mi nombre es Alexa, nacida y criada en Necochea. Vivo en Londres desde mayo de 2001. Me gusta mucho vivir acá. Y me gusta mucho también volver a mi casa todos los años, visitar a mis padres, ver amigos, caminar por las playas de Necochea y Quequén, el parque, la ribera del río. Me encanta el viento. Mucho más desde que no vivo allá…

Recibí este año 2020 con mis padres en Quequén, hermanos, primos y sus hijos. Estuvo lindísimo. Estuve seis semanas en Argentina hasta el 30 de enero. Volví directo a trabajar. Me dedico a acompañar mujeres y parejas en la preparación para el nacimiento de sus hijos. Soy doula. Ofrezco clases de yoga, masajes, relajación y también los acompañó durante el trabajo de parto y el momento que dan a luz. Soy testigo de ese milagro. Es maravilloso.

Desde enero estando en Argentina veníamos escuchando en casa las noticias que llegaban desde China. Se sentía tan lejano y remoto, un virus tan contagioso y mortal que obligó al aislamiento de la gente. Sonaba tan raro.

Durante febrero en Londres las noticias hablaban de un brote en Italia. Mi trabajo no se vió modificado en ese entonces, pero sí los estudios de yoga, nos pedían que recordemos a los estudiantes lavarse las manos, usar alcohol en gel, limpiar el mat de yoga. En marzo viajo a Brasil a un curso de dos semanas, El Arte de Parir. Y me encerré en mi burbuja, mi bello círculo de mujeres, pero por supuesto que las noticias llegaban y ya se escuchaba de casos en la zona. El curso se suspendió cuatro días antes de concluir. Y hubo pánico colectivo, hubo shock por el corte abrupto y optamos todas por despedirnos en una amorosa ronda tomadas de las manos, llorando y haciendo circular esa maravillosa y confusa energía. Las que vivíamos fuera del país nos preocupamos, ya habían cerrado sus fronteras todos los países latinos excepto Brasil, pero cada día que pasaba el nervio estaba ahí hasta que me senté en el avión. Un nervio fuerte porque yo me estaba recuperando de un resfriado y estaba tosiendo mucho y, si bien sabía que no tenía el virus, no quería pasar por el mal momento de recibir miradas juzgándome. Y cuando no tenés que toser, no tosés, y tuve la suerte de tener vacío el asiento al lado mío del avión, y tosí menos, y aguanté.

Llegué a Londres el sábado 21 de marzo. Ya todo se sentía diferente. El lunes 23 comenzó el aislamiento. Yo hice catorce días de aislamiento estricto y no salí de mi casa en ese período. Fue un aislamiento voluntario, nadie me pidió que lo hiciera, pero fue mi responsabilidad civil. Además, por la naturaleza de mi trabajo. Yo estaba de guardia para un parto. Y por precaución compartí el acompañamiento de esta pareja con otra doula de mi equipo. Lamentablemente los protocolos ya habían cambiado y solo una persona podría acompañar al hospital a la mujer durante el trabajo de parto. Ofrecimos apoyo virtual.

El próximo parto estaba programado para que sea domiciliario, pero el día que rompió bolsa su presión sanguínea subió y lamentablemente tuvo que ir al hospital. Primero sola, luego cuando comenzó el trabajo de parto la pudo acompañar su marido.

Tuve un tercer parto, también programado para ser domiciliario con parteras independientes. Cuando llegué a su casa no me abrían la puerta; ¡es que ella estaba dando a luz! Fue maravilloso, intenso, suave, emocionante.

El primer día de aislamiento aprendí cómo usar las diferentes aplicaciones para dar mis clases de yoga online. Eso significó comprar equipo de sonido e iluminación. Me sorprendí por el buen resultado, tenía muchas alumnas, había mucho entusiasmo por seguir las clases virtuales. Nada, nunca reemplazará la energía que se vive estando en un mismo ambiente, pero fue realmente una buena opción. ¡Y hubo al menos, opción!

El aislamiento me obligó a ser creativa y a promocionar mis clases de una manera más intensa por las redes y los buscadores tipo Google… la competencia fue feroz, todos estábamos trabajando online y ahora abrimos las puertas al mundo. No hubo respiro, pero como a muchos me volqué de lleno en la cocina y opté por todo casero, todo saludable incluyendo ayunos y limpiezas corporales de todo tipo, más práctica de yoga, más meditación… y cambios de hábitos… la cuarentena me ayudó a cortar con el azúcar y el gluten y me dispuse a investigar sobre el tema y llegué a la dieta keto, y por ahora es lo que mejor me sienta.

En mayo el dueño del departamento que alquilaba aumentó el alquiler. Lugar que alquilé por dieciocho años. Fue un shock. ¡Y qué maravilloso sentir ese sacudón que me hizo despertar! Me hizo movilizarse para conseguir un lugar mejor, más tranquilo, con espacio exterior en una pequeña casita en un barrio muy tranquilo. ¡Qué cambio tan beneficioso! ¡Qué bien me ha hecho esto! No puedo pedir más. Y si bien la inversión es mayor, era tiempo de tener un espacio así, decorado completamente por mí. El clima en Londres está loco como siempre, y si bien hubo muchos días de lluvia también hubo días increíbles y agobiantes de treinta y cinco grados y más.

El Ser Confinado: Diarios de una Pandemia

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