Читать книгу Darse a la lectura - Ángel Gabilondo - Страница 10
LECTURAS DE PENSAMIENTO
ОглавлениеCabe preguntarse dónde se abriga cuanto nos da que pensar. Podríamos suponer que aguarda emboscado, esperando ser liberado por alguna nueva iniciativa. No lo descartamos, pero no es ahora lo que nos interesa, sino más bien cómo concebir pensamiento, cómo, aunque suene redundante, concebir conceptos. Y, desde luego, un camino privilegiado es leer. Habremos de liberarnos para ello del prejuicio de que pensar es una mera actividad mental, o de que los conceptos son ideas aisladas y flotantes. Y evitar la impresión de que «por debajo» o «por encima» de un texto hemos de dar con las raíces profundas o excelsas, que convendría que arrancáramos para ponerlas a buen recaudo. Se trataría, supuestamente, de encontrar un sentido que escondido o adormecido no podría verse ni a primera vista, ni a última, dada su invisibilidad. Lo que podemos compartir es que no es solo cuestión de ver, aunque viene bien hacerlo. Es cosa de legibilidad. Y un texto ha de ser legible. Que ello signifique que ha de tener apertura y materialidad, como algunos señalan, o que ha de ser reiterable, reitinerable, citable, como otros apuntan, no contradice que ha de ser legible. Más bien lo confirma. Si no es legible, no es un texto.
Y, entonces, lo interesante y desafiante es leer textos que, por estar entretejiéndose, casi lo que piden es que se prosiga la labor, esto es, que se teja y, quizás a la vez, se desteja. En ese ir y venir, haya o no urdimbre, trama o intriga, se destila literalmente pensamiento. Tanto y de tal manera que propiamente pensar exige leer. No es solo que el pensamiento deviene escritura, se fija en ella como texto, es que la atraviesa sin dejarse reducir a su contenido. El pensamiento no es sin más el contenido de la escritura, es también su forma. Por ello, aprender a pensar implica aprender a leer, o si se desea, con más precisión, aprender a proceder como lo hace la escritura, aprender a concebir, a crear, a tener efectos, a proceder como la acción que es. Aprender es una acción, concebir también. Y leer. Y pensar. No porque sean verbos. Al contrario, es por eso porque lo son.
A ello responde el que sea tan importante también leer ensayos. No nos referimos necesariamente a escritos académicos, lo que desde luego es aconsejable. Hacemos alusión a textos en los que se ponen en cuestión o se problematizan o se plantean asuntos radicales en su misma radicalidad y sobre todo para nuestra forma de pensar y de vivir. Se trata de aquellos en los que se incide directamente en la capacidad de otorgar sentido a cuanto hay hoy y a nuestra propia existencia. No faltan quienes lo hacen con intensidad, con sencillez, con alcance. Y hay, en efecto, toda una historia reconocida del pensamiento, que no es simplemente una historia de las ideas. En esto, como en las buenas, grandes e importantes lecturas, es imprescindible dejarse acompañar. En ocasiones, de otras lecturas. Y tampoco hemos de encontrar improcedente informarnos, estudiar. A veces, el camino más directo no es el más corto.
Ensayar no es solo intentar, es abrir posibilidades, producir irrupciones, efectuar incisiones, permanecer en algo, procurar desplazamientos y, en definitiva, en su relación con la escritura, es procurar esa chispa en la que, como Platón nos recuerda, si uno se demora en ella, de repente se produce algo otro, para nuestra vida, para la existencia, para la realidad, para el pensamiento. Esto implica asumir que lo que hay no haya de ser inexorablemente así. Y, en cierto sentido, eso nos reconforta. Pero no se trata, sin más, de que el ensayo venga a ser un modo de escribir. También ha de ser un modo de leer, aquel en el que consideramos que la mejor manera de cuidar y de cuidarnos es cuestionarnos, que el pensamiento es asimismo transformación, modificación y creación. Para empezar, de nosotros mismos.
El pensamiento no habita únicamente en el ensayo como modo de escritura. La ciencia y la poesía, por ejemplo, nos ofrecen extraordinarias posibilidades para esta lectura innovadora que en todo tiempo ha abierto en canal lo que llamamos «la realidad» y «la verdad» y ha comprendido que el pensar se ve en la tesitura de ensayar formas para que no sean diferentes una a otra. Leer es en esta medida imprescindible para pensar más, para pensar mejor, de otro modo.