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Bath

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¿Por qué Bath? Es una ciudad fascinante, pero lo importante para ellos era que allí vivía la única pariente viva de la familia Donnelly: Estella Burke, hermana de Brid. Pese a sus dificultades, Brid nunca recurrió a ella con lamentos familiares. En Bath compartían una herencia de sus padres; un piso grande y alegre. Brid intentó venderle su mitad a su hermana, pero ella le contestó con la frase hecha “eso es pan para hoy y hambre para mañana”. Y fue quien les estimuló a trasladarse.

Por la riqueza de su arqueología y restos romanos, Bath ya estaba propuesta como patrimonio mundial en ese momento. Gracias a la generosidad de la tía se les solucionó, de entrada, un importante problema: la morada. Ella les ofreció el piso cuya propiedad compartía con Brid como herencia de sus padres, así que se trasladaron al mismo. Se alojaron todos menos Estella, ella se fue a vivir muy cerca de un pequeño apartamento también de su propiedad. Estella era muy educada y respetuosa; no quería molestar.

La tía Estella no acababa de justificar la inmoralidad del pecado cometido por Darren y Pat; más bien le desagradaba profundamente. Ella era una católica muy centrada en el sexto mandamiento de la Ley de Dios —que tanto habían incumplido sus sobrinos— y el noveno. Aun así, la tía siempre fue muy generosa; sin hijos y con no más parientes próximos que Brid y su hijo, le donó a Darren su mitad de la vivienda. Su corazón le hizo recordar que todos somos hijos de Dios, de esta manera justificó su liberalidad.

El resto seguía siendo de su hermana Brid. Un salón comedor de más de treinta metros cuadrados, con una cocina de más de quince metros y cinco habitaciones. Una para la abuela, otra para el matrimonio, otra para Erin y el resto para otros hermanos si Dios se los concedía. Se puede decir que vivían holgadamente; decorado con sencillez, pero muy espacioso. El dormitorio del matrimonio tenía más de veinte metros cuadrados, cabía lo que se quisiera.

Brid, como su hermana, también era católica, pero no tan religiosa. Lo fue más cuando se casó, y en esa doctrina crío a su hijo; pero cuando la abandonó su marido se mermaron sus creencias al preguntarse por qué Dios la había puesto en tan perturbadora tesitura. Los Flynn siempre fueron también muy católicos, lo cual había complicado más el affaire de Pat y Darren —con los padres de ella y el posible aborto de Pat—, incompatible en virtud de la doctrina católica. Amar al prójimo es lo primero, pero… ¿¡a costa de una hija!? Decían los Flynn.

En Bath, los católicos representaban un escaso porcentaje de la población. A los Donnelly, esa misma escasez les facilitó su integración entre los grupos afines a sus creencias y les abrió las puertas para relacionarse socialmente en las sesiones ecuménicas sobre los evangelios con otros católicos e incluso anglicanos abiertos en sus creencias. Entonces existía un clima solidario entre quienes eran cristianos, sin adjetivos. Existía un gran clima de convivencia.

La parroquia de Ellen era la St. John’s Church. El párroco, el padre Thomas, era muy amigo de ella. Cuando conoció a su hermana, Brid, la aceptó como una amiga más y la invitó a unas pequeñas sesiones para mejorar su fe.

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Darren y Pat

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