Читать книгу Darren y Pat - Ángel Morancho Saumench - Страница 13
5. El día 31 de julio
ОглавлениеEl día antes de que la familia Donnelly saliera de vacaciones, el viernes 31 de julio, hubo un preludio de lo que sucedería en el viaje.
Darren reveló a los postres de la comida más novedades sobre las vacaciones del año anterior. Les informó que el festival hippie estaba programado entre el amanecer del día 26 y el mediodía del domingo 30 de agosto. Se había preparado en una población al oeste de la isla, Afton Down. «¡No sabéis qué mensajes lanzan!
¡Los padres no somos nadie!» comentó Darren.
Pat le había pedido a su marido que, ya que él no podía extender sus vacaciones, al menos que su familia disfrutase de esa concentración musical. Darren, ante Pat y su hija Erin, sonriente les dijo que, tras sus insinuaciones del año pasado, ya lo tenía previsto y hecho; se rio y besó a Pat mientras que ella refunfuñó. Entonces Darren no pudo más:
—¿Qué te sucede Pat? Porque tú eres Pat, ¿no? Llevo tiempo viéndote extraña, ¿es que no me quieres o nos quieres abandonar al estilo hippie? Sí, ese que sigues con tan esmerado interés.
—Ha vuelto a aparecer el odioso Darren, el patoso, y hoy no me hace ninguna gracia —se defendió una peleona y suspicaz Pat.
—Bueno Pat, este odioso patoso ha programado el alquiler hasta el domingo día 6 de septiembre. Son cinco semanas de asueto más dos días; una semana para descansar del festival. Estaréis allí nada menos que con Joan Baez, Jimi Hendrix, The Doors, Donovan, Sly Stone, John Sebastian… Por eso he tenido que hacer las horas extraordinarias que, al parecer, tanto te han molestado que las haya hecho. ¿Cómo crees que nos podemos permitir estas vacaciones tan largas?
—¿Crees que no lo sé? ¿Debemos darte las gracias? Y no me tengas por una ignorante sobre el festival cuando tú mismo percibes mi interés. Ya me lo has recordado. Y tus horas extra no son lo único que me molesta. En la cama te has olvidado de mí, —lo cual era incierto; solo había bajado un poco su ritmo habitual—.Darren no contestó y siguió con su previsión sobre las vacaciones.
—Intentaré acompañaros, pero lo más probable es que los días del festival no pueda estar con vosotros. El tráfico que se prevé será agobiante hasta el sábado 29 de agosto o el domingo 30, si es que se puede llegar. Insisto en esto pues parece que no te has enterado. Pensé que lo mejor, ya que yo no puedo —remarcó— es prorrogar vuestra estancia en Cowes hasta el final de la primera semana de septiembre. La ciudad de Afton Down está a veinticuatro kilómetros de Cowes. Tiene muchos atractivos y mucha historia además de sus impresionantes acantilados; podréis hacer pequeñas excursiones si en algún momento queréis descansar de ese festival.
—Parece que estás senil; no sigues el mundo real. ¡Decir que nos cansaremos! ¡Qué estupidez! ¿Quién crees que somos nosotras? —contestó Pat ásperamente.
Darren hizo un amago de irse, pero se detuvo y ya de pie dijo:
—Ya veo que tu humor es el de un perro defendiéndose, ladrando, quizá hasta rabioso. Y vosotros sois mi familia. —Se quedó pensativo—. Sois lo más importante para mí; aunque quizá yo no lo sea para vosotras. —Ya de espaldas terminó—: Pregunto: ¿Estaréis a gusto allí? O, ¿necesitáis que el patoso Donnelly os deje a solas? —Ella se quedó silenciosa. Darren se fue a la puerta y salió hacia la calle para irse al trabajo. Pat comprendió que se había pasado; su tono y sus palabras fácilmente se podrían interpretar como fruto de un profundo resentimiento. Así lo era, pero tenía que disimularlo. A última hora ya Darren en el rellano del ascensor, ella salió y, desde la puerta, le dijo:
—Es fantástico, querido, solo nos faltarás tú. —Él, naturalmente, no la creyó, sonaba falso desde la primera a la última palabra; pensó que la mente de Pat era un puro hervor sin saberse qué es lo que se la hervía.