Читать книгу Darren y Pat - Ángel Morancho Saumench - Страница 11

El día a día

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Hasta que Darren no fue capaz de aportar suficiente dinero, tuvieron que vivir pobre y resignadamente con las escasas rentas de la madre, lo que de cuando en cuando aportaba Darren y lo que con mucha discreción les daba Estella. El ex de Brid, el padre de Darren se había ido al Brasil para no hacer frente a ninguna resolución judicial de carácter económico.

Estella era viuda de un modesto pero rico marinero-armador, Mr. Burke. Este poseyó dos barcos pesqueros. La vida fue generosa con él, aunque, eso sí, con muchas horas en el mar y el inconveniente de que vivía en la casa con Estella en Bath, que está en el interior. Por eso tenían un pequeño apartamento en el puerto. No tuvieron hijos. Un mal día él se hundió con el mejor de sus dos barcos y murieron ahogados todos los marineros incluido él. Eso la sumió en una profunda depresión; pese a los años transcurridos, todavía no había conseguido superarla. Para ella, su marido Christian fue una representación de Dios en la Tierra.

Afortunadamente, las relaciones de Pat con su suegra y su hermana fueron muy cordiales. Ambas la aceptaron muy bien; además las hermanas percibían que estaba muy enamorada de Darren.

El agradecimiento del jovencísimo matrimonio a su tía pareciera una locura: ¡tenían techo, y muy amplio! ¡Bailaban con alegría! Pero pronto Darren pensó: «Sí, tenemos ya una vivienda mejor que la de Dublín, pero nos hace falta dinero. Tengo que encontrar un trabajo digno y estable que nos permita vivir sin tantos aprietos».

Primero le dieron trabajo como ayudante de pesca en un barco que su tía alquilaba a marineros. ¡Pero pronto se aclaró que realmente era un patoso, tanto, que era digno de que lo tirasen al mar! Eso le decían los marineros riéndose.

Si se desalentaba en seguida pensaba que tenía un sol en casa, Pat. No solo no se disgustaba por el incierto rumbo que les dirigía entonces, hasta daba las gracias a Dios de que ello fuera teniendo a Pat. Su amor casi parecía patológico, realmente lo era, siempre fue muy sincero y profundo.

Pasaron casi cuatro años hasta que nació Keanam en el año 1962; un varoncito con casi cuatro kilos, como su hermana, que también hizo sufrir mucho a su madre.

Desgraciadamente, el nacimiento de Keanam coincidió con el empeoramiento de la enfermedad que arrastraba la tía Estella que le estaba impidiendo una normal actividad. Hasta casi la habían desahuciado por sus graves problemas respiratorios. Enfermedad sin más tratamiento que los paliativos. Enfermedad pulmonar con la que convivió cuatro años y que no pudo superar a pesar de que se embarcaron en gastos médicos adicionales en medicina privada fuera de su seguro.

Brid convenció a su hermana para que viviera con ellos y así podrían atenderla mejor. Ellen aprovechó la convivencia para conocer mejor a sus sobrinos. Así apreció que ambos seguían enamorados pese a que económicamente las cosas no eran boyantes. Pensó en cómo ayudarles. Darren le había confesado su pasión por estudiar físicas en la universidad; la tenía desde jovencito, pero era consciente de que ya era imposible; a Pat no le gustaba mucho estudiar, pero… sí le gustaba el francés como segundo idioma. Ellen decidió vender algunos bienes y darles una carrera universitaria.

Así matriculó a Darren para el curso 1965/1966 en la Escuela de Electrónica y Ciencias Computarizadas, que era lo que tanto había deseado él; a Pat, para distraerla, por su afición la inscribió en Filología Inglesa y Francesa. A cambio les hizo comprometerse a que no buscarían ingresos adicionales. Ella se hacía la responsable familiar. Condición; Estudiar: Sí y mucho. Trabajar: Nada.

Darren aprobó el primer curso de Electrónica y Computarización. Pat lo hizo en Filología Inglesa y Francesa, pero con escasos resultados.

En 1966 nació Rowan, el tercer hijo. Tía Ellen le conoció estando ya internada en una clínica; todos eran conscientes de que su vida se iba apagando. Ese año no fueron de vacaciones a Cowes como lo habían hecho todos los años. En agosto Ellen no pudo superar un acceso pulmonar y se murió.

Con sus conocimientos teóricos, Darren consiguió un trabajo como electricista a través de la universidad; labor que le apasionaba… Fue una gran fortuna para él; la propiedad la ostentaba Mr. Gift, quien no solo le contrató, llegó a tratarle como a un familiar próximo a medida que se fueron conociendo y le dio facilidades para que siguiera estudiando, aunque fuera lentamente. La sincera relación entre un hombre experimentado y un joven que quería ir a por todas, fue muy beneficiosa y gratificante para Darren y para la empresa. No obstante, Darren sabía que su mente se inclinaba más por la computarización; ciencia que estaba en sus albores, con sus entonces complicados lenguajes: Cobol, Fortran, Basic, Oracle… Pero eso, para él, era pan comido. Darren tenía una mente muy privilegiada para esas materias. Durante los dos primeros años su sueldo, de acuerdo con su categoría, era algo exiguo pues compatilizaba trabajo y Universidad; consiguió promocionarse hasta que se le nombró auxiliar de una sección de las nuevas tecnologías. Ya existían algunas computadoras PC de IBM que bloqueaban gran parte del espacio comercial, y que no se introdujeron en el mercado hasta mucho más tarde. Entre tanto la colaboración de Darren se convirtió en lo suficientemente necesaria como para que le hicieran jefe auxiliar de la sección de computadoras, con un digno sueldo.

Con esa promoción la familia comenzó a depender solo de Darren y en menor medida de Brid; la aportación de ella se reservaba para los gastos extraordinarios. En ese momento ya vivían como una familia trabajadora de la clase media. La herencia fue íntegra para su hermana Brid. Aún le quedó lo suficiente como para considerarse independiente de su hijo, pero le pareció que la universidad era demasiado gravosa y que ella no podría financiarla. Discutió mucho con su hijo hasta que este renunció a las clases diurnas con la condición de seguir estudiando en unos cursos nocturnos que la Universidad ofrecía a trabajadores y estudiantes con pocos recursos económicos. Permitía cierta libertad en la asistencia a clases; por el contrario, eran muy exigentes en los exámenes. Evitaban extremadamente que se convirtiera en un coladero docente en el que se aprobase con facilidad.

Con disgusto se matriculó en esas condiciones con una pequeña beca que le suministró Mr. Gift. Sabía que seguiría en la Universidad, pero por un camino muy arduo que le requeriría mucho sacrificio. Además, le quitaría tiempo para dedicarle a sus amores, Pat, y sus hijos.

Por el contrario, Pat renunció encantada… le gustaba el francés, pero… ¡eso de estudiar era mucho para ella! Prefería ser ama de casa y así lo manifestaba. Le encantaba; además se estaba convirtiendo en una excelente cocinera.

A pesar del deceso de tía Ellen Darren pronto recuperó su natural entusiasmo, quería tanto a Pat que se le hacía largo el trabajo cuando ya era hora de volver a casa, y si tenía que ir a la universidad nocturna, le pesaba más todavía. Era su amor, era su refugio, era la razón de su vida… Sí, él se decía: «serán tópicos, pero son mi realidad».

La muerte de Ellen y el nacimiento de Rowan, el tercer hijo, algo tardano y no previsto, cuatro años menor que su hermano Keanam, se produjo cuando Pat ya tenía 29 años. Fue entonces cuando ella empezó a apreciar que su vida comenzaba a atribularle. No sabía por qué, debería estar feliz, pero… no era así. Darren notó que le faltaba algo a su queridísima esposa. Pensó que solo sería una concurrencia de factores circunstanciales unidos con el postparto, pero no acababa de creérselo. Se decía: «Debe de ser algo más serio, pero o no me lo quiere decir, o ni ella lo sabe».

Un año después Pat, por fin, se concentró en Rowan, aunque no era la sonriente Pat de siempre. Brid se dio cuenta de que leía con frecuencia el Paris Match —con la excusa de mantener su francés del colegio y la universidad—, seguía con interés sus reportajes sobre el animoso movimiento hippie, que también lo reflejaba la prensa local y The Economist o el Finacial Times, que Darren compraba de cuando en cuando.

Él se esmeró con sus mimos más de lo habitual y, a veces, a Pat le resultaron hasta empalagosos, aunque no se atrevía a decírselo; sabía que le sentaría muy mal; para él todo era amor y fuera de eso todo era infierno. El gran patoso, terco, tímido y tozudo de su marido quien la quería con todo su ser.

Esta inestabilidad tendría consecuencias en el futuro que no coincidieron con los sueños de ella.

Darren y Pat

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