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NOVENA En Colombia sufrimos de un cortoplacismo que nos impide desarrollar nuestra economía de una manera sostenible y darle continuidad a las políticas que existen para combatir la minería ilegal, la deforestación y el narcotráfico

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Para que haya un desarrollo sostenible hay que dejar atrás el cortoplacismo que tiene a nuestras políticas estancadas y a nuestras inversiones enfocadas en un desarrollo tradicional. Paula Caballero argumenta que sufrimos de una miopía que nace a raíz de ciclos políticos de cuatro a cinco años y de proyectos donde buscamos tener resultados inmediatos. Esta falta de visión impide que miremos hacia nuestro futuro y pensemos en las generaciones que van a heredar nuestras riquezas y falencias.

Yo siempre hablo del tema 2050 es ahora, el cual proyecta de manera negativa el futuro. Porque el futuro es este instante. Ahorita es donde vamos a decidir lo que queremos hacer para el futuro. La crisis ambiental refleja, de hecho, el cortoplacismo. Estamos mirando unas ganancias y dividendos inmediatos sin pensar en la seguridad hídrica a largo plazo.

La directora de Rare hace énfasis en el hecho de que las inversiones que hoy hacemos afectaran nuestro futuro. Caballero utiliza el término lock-in para refiriese a que las decisiones que hoy tomamos, en cuanto a la creación de puertos como el de Tribuga y a la creación de carreteras que luego asfaltamos, no tienen en cuenta la deforestación ni los ecosistemas que las rodean. Toda inversión que hoy decidamos hacer nos compromete a tener que continuarlas por los siguientes quince años.

Las inversiones además de ser cortoplacistas sufren de una miopía al igual que las políticas de nuestros gobiernos. Cuando se tala un bosque en nombre del desarrollo se nos olvida que esos árboles servían como guardianes de la comunidad. Son guardianes porque impiden que haya deslizamientos y sequías. Es por eso que los mitos son importantes para que las comunidades protejan esos recursos naturales. Gustavo Wilches dice que el problema comienza cuando una cultura impone su educación sobre las demás y se arrasa con sus mitos; creando unas vulnerabilidades culturales y sociales muy graves que generan crisis, como suele suceder cuando se impone una cultura blanca sobre comunidades indígenas y afrocolombianas.

Ese es un problema que uno ve todos los días en otras partes del mundo y en Colombia, es muy grave. Llega una nueva administración a una entidad pública y borra todo. Se borra todo lo que hay en los computadores e incluso se borran cosas que son prohibidas para arrancar de cero. Eso es generar amnesia de una manera planificada. Se borra la memoria y la base de eso que se llama resiliencia, que es la existencia de la memoria.

El problema en Colombia nace del hecho de que no le damos continuidad a nuestras políticas y las inversiones que hacemos no están pensadas para desarrollarse de una manera sostenible y ecológicamente consciente. Los nuevos gobiernos suelen darles poca o ninguna continuidad a las políticas de los gobiernos anteriores y eso impide que se luche efectivamente en contra de la minería ilegal, la deforestación y el narcotráfico.

En cuanto a la minería, Manuel José Cepeda argumenta que no hemos podido estructurar una política estable que se sostenga al menos dos años y que se pueda evaluar si funcionó o no porque se le invirtieron todos los recursos, la capacidad administrativa y hubo apoyo político. «No hemos sido capaces de diseñar políticas eficaces y sostenibles por al menos diez años», establece el exmagistrado. Si pensamos en nuestras decisiones e inversiones como algo que va a tener consecuencias a un largo plazo, podremos construir un país con una economía basada en los ODS.

Nuestro desafío ambiental

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