Читать книгу Adolescencia y familia - Norman Darío Moreno Carmona - Страница 17

Introducción

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La familia sigue siendo considerada como clave para la comprensión y funcionamiento de la sociedad. Es tal vez la más antigua de las instituciones humanas y gracias a ella “la comunidad no solo se provee de sus miembros, sino que se encarga de prepararlos para que cumplan satisfactoriamente el papel social que les corresponde. Es el canal primario para la transmisión de los valores y tradiciones de una generación a otra” (Guastavino, 1984, p. 13).

El abordaje de la familia por medio de la zonificación ha sido ampliamente estudiado por Gutiérrez de Pineda (1994), quien la designó como complejos culturales o subculturas, aspecto que motiva a hacer esta nueva revisión de acuerdo a las regiones que se consideran más representativas de Colombia, asumiendo el riesgo de dejar por fuera otras que podrían considerarse como tales.

Ya previsto por la ilustre investigadora, se hace indispensable analizar las transformaciones ocasionadas por el fuerte fenómeno de desplazamiento hacia las ciudades, no solo por la tradicional búsqueda de mejores oportunidades, sino por el impacto de más de medio siglo de violencia que ha soportado el campo colombiano.

Desde el siglo xx y debido a los cambios generados por dichas violencias, la familia colombiana se ha visto notablemente afectada en su estructura. Las huellas se evidencian en muchos hogares que hoy se ven fragmentados por fenómenos como el desplazamiento, el reclutamiento forzado, la pauperización y la transformación de los valores. Este último, inducido a su vez por la modernización y el influjo de los medios masivos de comunicación (Pachón, 2007).

De esta manera, se ha forjado una especie de ruptura alrededor de los límites regionales que deteriora las premisas básicas de sus rasgos identificatorios y hace cada vez más difícil delimitar costumbres o formas de vida específicas, e incluso una uniformización de la institución familiar que pudiera dar cuenta de una determinada representación de familia colombiana.

Aun así, hay quienes afirman que la “chispa creativa” del colombiano parece ser la característica innata de su manera de ser, no importa si se está en las montañas, los valles, las llanuras, los nevados o las costas del país: trabajadores incansables, con una constante lucha entre el ser y no ser. Estas características se demuestran en manifestaciones sociales y económicas para emprender cambios sustanciales en la calidad de vida donde se pende de un prodigio, de aquello que definió el escritor argentino Jorge Luis Borges en términos de “ser colombiano es un acto de fe” (Rincón, 2014).

Visiblemente, no deja de ser complejo el tratar de establecer la identidad propia del ser colombiano en un país cuyo proceso de colonización plantea un dilema de origen, en el cual la tradición del colonizado y la del colonizador han experimentado un choque que se manifiesta en culturas que se entremezclan en las diversas regiones geográficas, y en las cuales la familia es la institución más importante. Este caso se presenta en numerosos países de América donde se mantienen tres culturas: la aborigen americana, la blanca de los conquistadores europeos y la negra de los esclavos traídos del África, dejando a un lado, incluso, los aportes asiáticos que posteriormente llegaron a Brasil, Cuba y Perú (Garavito, 1997).

No obstante, se han intentado especificaciones regionales tales como: que los vallunos son los más orientados a la familia; los antioqueños valoran las relaciones familiares pero cuando de plata se trata se les acaba la calidez; los bogotanos siempre han estado cerca del poder y toman decisiones estratégicas con mayor facilidad sin omitir sus tradiciones; o que los costeños son machistas, familiares y cálidos, tienen comunidades empresariales muy fuertes y también una dimensión más internacional (Jaramillo, Romero y Nupia, 1999).

Históricamente y de acuerdo con los censos poblacionales de 1993 y 2005 (dane, 2007), los núcleos familiares en Colombia se organizan en torno a relaciones construidas sobre las funciones primarias del origen de la familia como la conyugalidad y reproducción. Se diferencia el espacio marital del reproductivo con el aumento de los hogares con un solo progenitor y se presenta un incremento de la convivencia de parejas sin hijos. Ante esto se pueden inferir cambios en la relación de pareja, la significación de los hijos como vínculo que justifica la sexualidad y la autonomía de estos para independizarse de la casa paterna.

A propósito de lo expuesto, Mera (2015) retoma el Mapa Mundial de la Familia (Lippman y Wilcox, 2014) para señalar que el 55% de los niños en Colombia viven con adultos diferentes a sus padres; por tanto, son vulnerables a la violencia, hacinamiento y abusos. Un 11% de los niños viven sin los padres, el 84% de los bebés que nacen en Colombia son de mujeres solteras, y es el país donde más crece la unión libre (35%) y cae el matrimonio (19%).

Todos estos atributos han hecho desdibujar el rostro de la familia colombiana tradicional de principios del siglo pasado, en la que la principal autoridad recaía sobre la figura paterna, con funciones bien definidas. Su espacio era la calle y era ubicado en el mundo de la política, los negocios y el trabajo, y la familia era el lugar donde desplegaba y ejercía su indiscutible autoridad (Pachón, 2007). La mujer era quien se encargaba de las labores hogareñas, la procreación y formación moral los hijos. Su función principal se centraba en formar a su hijo como un “buen cristiano” y hacer de su hogar un “templo doméstico”, acorde con los preceptos de la religión.

Según Pachón (2007), la estructura de autoridad vertical centrada en el hombre adulto se desvaneció al finalizar el siglo xx debido a la transformación estructural de la sociedad. En la actualidad algunas familias colombianas conservan este patrón, mientras otras han evolucionado hacia redes de apoyo más amplias que incluyen la familia extensa. En variadas ocasiones el varón aporta menos que la mujer en lo económico para el sostenimiento del hogar.

De otra parte, el censo nacional del año 2005 reveló un aumento general de hogares monoparentales respecto al período intercensal 1993-2005, con un 6% de jefatura femenina en las cabeceras municipales respecto a un 2,8% en las zonas restantes del país (dane, 2007).

Lo anterior indica que son los hogares urbanos con mujeres cabeza de familia los que presentan los mayores niveles de vulnerabilidad y pobreza, derivadas probablemente de las inequidades laborales y educativas:

Dentro de los hogares ellas generalmente asumen la mayoría de las responsabilidades para la gestión del hogar, y donde hay niños casi siempre es la mujer quien asume la responsabilidad primaria de cuidarlos. Las mujeres a menudo contribuyen más que los hombres en la organización comunitaria. (Hábitat, 1996, p. 257, citado en Velásquez, 2010, s. p.)

La familia colombiana también se está repensando en torno a las familias conformadas por parejas del mismo sexo, las cuales han sido reconocidas últimamente. En muchas familias se acepta la posibilidad de tener hijos homosexuales y convivir con ellos. La familia tradicional ha sido asociada a paradigmas religiosos, políticos y culturales que de manera singular naturalizan la representación de padre, madre e hijos como referentes y legitimadores, mientras que en la contemporaneidad las uniones maritales de parejas homosexuales se sitúan como nuevas o emergentes formas familiares, en tanto se reconoce a la pareja como fuente de afecto y complementariedad (León-Willis, 2012).

Con el pasar del tiempo se ha tratado de encontrar la familia ideal en el marco de la sociedad; sin embargo, como dice Rotemberg (2007), “no existe una familia ideal como tampoco una subjetividad ideal”, perspectiva que plantea un sinnúmero de posturas y puntos de vista con debates acerca de si eran mejores las familias de antes o son mejores las de ahora. Ante esto las discusiones se abren. En muchos casos el saber disciplinar no es suficiente y la visión se asigna acorde con las vivencias de la propia historia de vida. Con base en lo anterior y a fin de posibilitar un conjunto de conocimientos estructurados, la presente revisión centra su objetivo principal en proporcionar una caracterización de la familia colombiana contemporánea en las regiones más representativas.

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