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El análisis del discurso y el autor
ОглавлениеLas primeras páginas de esta obra están dedicadas a reflexionar sobre lo que para el analista son los objetivos y principios del análisis del discurso, dominio en el que hay que ubicar el presente trabajo.
En uno de los capítulos que estamos elaborando en este momento para un futuro volumen, Manual de lingüística del hablar, libro coordinado por los profesores Ángela Schrott y Óscar Loureda, tratamos con amplitud el tema de por qué el análisis del discurso y la sociolingüística son los dos dominios que se ocupan de los más diversos asuntos relacionados con los manejos reales de la lengua. Ambos son como ríos que, poco a poco, se van agrandando con la concurrencia de distintos afluentes (corrientes). Así, en tanto que el dominio sociolingüístico se pergeña con tres grandes corrientes –la sociolingüística variacionista, la etnografía de la comunicación y la sociología del lenguaje–, el campo que hoy conocemos como análisis del discurso es el resultado de la confluencia de otra serie de corrientes, muy diversas, como la teoría de la enunciación, el análisis conversacional, la lingüística del texto o el análisis crítico del discurso, entre otras.
Desde un principio, el autor del volumen –profesor en la Universidad del Tolima, Colombia, y consumado estudioso del discurso– ubica sus indagaciones en el quehacer de este dominio. Es más, valiéndose de una definición de Elvira Narvaja de Arnoux,1 insiste, a lo largo de su trabajo, en los principios básicos que presiden su obra. Son los siguientes:
a) La perspectiva de su trabajo y el objetivo del análisis del discurso:
La perspectiva interpretativa […] constituye una propuesta latinoamericana de análisis del discurso que considera este campo como “una práctica interpretativa que atiende a todos los discursos y que según los problemas de los que parta recurre a unas u otras disciplinas lingüísticas y no lingüísticas”.
b) La causa principal de por qué se muestra partidario de tal perspectiva:
En el recorrido interpretativo, el analista del discurso debe reconocer determinadas marcas discursivas que operan como indicios a partir de los cuales formula hipótesis en relación con un problema que se ha planteado o que le ha propuesto otro profesional (Arnoux, 2006, 2019).
c) La forma de actuación que implica la técnica del analista del discurso y que él va a aplicar a los cuatro análisis discursivos que lleva a cabo en esta obra:
El planteamiento del problema propuesto conllevó indagar más ampliamente el campo al que este remite, se seleccionaron los materiales, se delimitaron las marcas discursivas que operaron como indicios pertinentes para abordar el problema, se constituyó el corpus, se reconoció la disciplina lingüística a la que se apeló para llevar a cabo el análisis, se formuló una hipótesis explicativa de una regularidad a partir de las marcas discursivas encontradas en la exploración inicial, se definieron las categorías de análisis y, finalmente, se verificó la hipótesis a partir de la interpretación de los datos.
No hemos de olvidar que el dominio que abarca el análisis del discurso ha recorrido un largo camino desde la década de 1960. Precursores como Émile Benveniste y la teoría de la enunciación, Michael A. K. Halliday y Ruqaiya Hasan y la teoría de la cohesión o John L. Austin y John R. Searle y los principios pragmáticos dieron la antorcha de sus intuiciones a quienes, con posterioridad, van a ir perfeccionándola con sólidos andamiajes que se incorporarán a los estudios discursivos: el principio de cooperación con Herbert P. Grice, la teoría de la argumentación con Jean-Claude Anscombre y Oswald Ducrot o la teoría de la relevancia con Dan Sperber y Deirdre S. Wilson, etc. Estas y otras varias teorías irán disponiendo las diferentes corrientes de las que hoy hablamos y que, cada día más, siguen propiciando los acercamientos a las más distintas manifestaciones donde haya un discurso, una propuesta dentro de un campo de acción (político, publicitario, jurídico, etc.) cualquiera que sea su género (debate, anuncio, chiste, etc.), su registro (formal, técnico-profesional, coloquial, etc.) o la relación de igualdad o no entre sus interlocutores. Y en este mundo discursivo, concretamente en este dominio que llamamos análisis del discurso, hemos de encuadrar esta obra que tiene el lector delante: Gestiones discursivas: acercamientos desde el análisis del discurso.
Londoño, en sus aplicaciones discursivas, a algunas de las cuales más tarde nos referiremos, se muestra como ese modelo que ha de ser un buen analista del discurso, según Arnoux: un profesional formado en la disciplina lingüística y capaz de articular saberes provenientes de ámbitos distintos. Se acerca a campos extraños a lo lingüístico –por ejemplo, el jurídico– para analizar la penalización del aborto o al de la mercadotecnia cuando pretende hacerlo con los incentivos para la donación de las Goticas. En ambos casos, como en los otros dos no citados, el lingüista que hay en el autor del libro supo encontrar, tras esa aproximación a lo desconocido hasta entonces, unas marcas discursivas que operaron como indicios y de las que se valió para articular su propuesta discursiva.
Decía Beatriz R. Lavandera algo en lo que ha venido a coincidir el autor; ambos se han referido a lo complicado que resulta el estudio del discurso para el lingüista, o sea, lo difícil que se ha puesto la profesión de lingüista si este pretende enfrentarse a lo discursivo. Anteriormente, existían el gramático, el fonetista, el semantista, etc.; en cambio, el estudioso del discurso ha de saber de todas estas disciplinas, pues en tal discurso hay aspectos fonéticos, sintácticos, prosódicos (si es discurso oral), semánticos, etc., que, obviamente, habrán de atenderse; además, estará todo lo referido a las cuestiones pragmáticas, antes inexistentes. Por eso, concluye Londoño que “todas las disciplinas lingüísticas –interesadas o no por los usos del lenguaje– están implicadas en el análisis del discurso”.
Como confirmación de lo dicho anteriormente, el profesor de la Universidad del Tolima se refiere a dos tipos de dimensiones interdisciplinarias en el análisis del discurso: la primera aborda el vínculo cooperativo entre disciplinas lingüísticas (fonología, morfología, sintaxis, semántica, pragmática, etc.); la segunda viene dada por el empleo de sus procedimientos como caja de herramientas para resolver los problemas de disciplinas como antropología, arqueología, derecho, filosofía, historia, pedagogía, periodismo, psicología, sociología, entre otras. Creo que, tal vez, sería posible que la primera dimensión pudiera ser denominada intradisciplinaria, pues son los diferentes niveles de la disciplina lingüística los que se relacionan y vinculan; en tanto que podríamos dejar el adjetivo interdisciplinaria para la segunda dimensión: la que se establece entre la disciplina lingüística y otras disciplinas: antropología, historia, etc. Sea como fuere, de lo que no cabe duda es de que, como se afirma en la obra, profesionales de otros campos –el derecho, la medicina, el marketing, la publicidad, etc.–, “pueden verse beneficiados gracias a las herramientas que provee el análisis del discurso para el estudio de los diversos fenómenos comunicativos que los convocan”.