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DUALIDAD SEXUAL: ANÁLISIS CRÍTICO DE LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO

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El análisis crítico que sigue no pretende desconocer los puntos positivos y las justas reivindicaciones que subyacen en algunas posiciones de la ideología de género. Simplemente trato de responder a la pregunta ¿qué bases biológicas y psicológicas tiene la ideología de género? Esto es lo que voy a tratar de hacer mediante un análisis crítico,19 tomando en cuenta las diversas dimensiones de la persona en una unidad-totalidad.

El ser sexuados es para el hombre y la mujer un dato original de su constitución psico-somática.20 Desde el punto de vista antropológico, la persona es una realidad uni-dual, porque la sexualidad de cada individuo implica intrínsecamente una irreducible correlación unificadora hacia las demás. Si cada persona puede considerarse “totalmente” humana, en cuanto que cada una tiene todas las características propias de la naturaleza humana, no puede tener, sin embargo, la pretensión de ser el “todo” humano, porque por su especificidad sexuada está diversificada del otro y carece de las características peculiares de la otra modalidad sexuada.21

El mismo término “sexo” se ha formado del latín secare, que significa separar, distinguir lo que estaba unido. La etimología indica ya esta dualidad, esta diferencia de dos que estando “separados”, tienden a reconstruir la unidad original. Éste es también el sentido de los mitos griegos, y a él hace también alusión el primer capítulo del Génesis. Pero, a diferencia de los mitos, el relato del Génesis: “Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios los creó, varón y mujer los creó” (Gn 1, 26-27), pone en evidencia que el dato original es la unidad en la diversidad: “serán los dos una sola carne”. La perfección homo se realiza en la doble polaridad sexual, de lo masculino y lo femenino. Esta dualidad sexual es un dato bueno ligado a la naturaleza humana; es el modo original de ser homo.

En la mitología griega se da otra explicación: la dualidad es la consecuencia de un castigo. El Banquete de Platón se dedica completamente al tema del amor y el núcleo lo constituye el conocido mito relatado por Aristófanes:

Pero, primero, es preciso que conozcáis la naturaleza humana y las modificaciones que ha sufrido, ya que nuestra antigua naturaleza no era la misma de ahora, sino diferente. […] la forma de cada persona era redonda en su totalidad, con la espalda y los costados en forma de círculo. Tenía cuatro manos, mismo número de pies que de manos y dos rostros perfectamente iguales sobre un cuello circular. Y sobre estos dos rostros, situados en direcciones opuestas, una sola cabeza, y además cuatro orejas, dos órganos sexuales y todo lo demás como puede imaginarse a tenor de lo dicho. Caminaba también recto como ahora, en cualquiera de las dos direcciones que quisiera […] Eran también extraordinarios en fuerza y en vigor y tenían un inmenso orgullo, hasta el punto de que conspiraron contra los dioses. Y lo que dice Homero de Esfialtes y de Oto se dice también de ellos: que intentaron subir hasta el cielo para atacar a los dioses. Entonces, Zeus y los demás dioses deliberaban sobre qué debían hacer con ellos y no encontraban solución. Porque no podían matarlos y exterminar su linaje, fulminándolos con el rayo como a los gigantes, pues entonces se les habrían esfumado también los honores y sacrificios que reciben de parte de los hombres, ni podían permitirles tampoco seguir siendo insolentes.

Tras pensarlo detenidamente dijo, al fin, Zeus:

Me parece que tengo el medio de cómo podrían seguir existiendo los hombres y, a la vez, cesar de su desenfreno haciéndolos más débiles. Ahora mismo, dijo, los cortaré en dos mitades a cada uno y de esta forma serán a la vez más débiles y más útiles para nosotros por ser más numerosos. Andarán rectos sobre dos piernas […]. Dicho esto, cortaba a cada individuo en dos mitades, como los que cortan las sebas y las ponen en conservas o como los que cortan los huevos con crines. Y al que iba cortando ordenaba a Apolo que volviera su rostro y la mitad de su cuello en dirección del corte, para que el hombre, al ver su propia división, se hiciera más moderado, ordenándole también curar lo demás. Entonces, Apolo volvía el rostro y, juntando la piel de todas partes en lo que ahora se llama vientre, como bolsas cerradas con cordel, la ataba haciendo un agujero en medio del vientre, lo que llaman precisamente ombligo. […] Así pues, una vez que fue seccionada en dos la forma original, añorando cada uno su propia mitad se juntaban con ella y rodeándose con las manos y entrelazándose unos con otros, deseosos de unirse en una sola naturaleza, morían de hambre y de absoluta inacción, por no querer hacer nada separados unos de otros. Y cada vez que moría una de las dos mitades y quedaba la otra, la que quedaba buscaba otra […]. Desde hace tanto tiempo, pues, es el amor de los unos a los otros innato en los hombres y restaurador de la antigua naturaleza, que intenta hacer uno solo de dos y sanar la naturaleza humana. Por tanto, cada uno de nosotros es un símbolo de hombre, al haber quedado seccionado en dos de uno solo, como los lenguados. Por esta razón, precisamente, cada uno está buscando siempre su propio símbolo.22

El mito resuelve así el hecho de la dualidad sexual. La heterosexualidad no contradice la identidad fundamental; si, por una parte, el dato biológico constituye el punto de partida de la diferenciación sexual, por otra parte, muestra la identidad constitutiva de ambos sexos: individuos de la misma naturaleza. “La connotación sexual de cada sujeto atañe no ya a la naturaleza humana que es una e idéntica en cada uno, sino a la caracterización en dos modalidades fundamentales distintivas de su ser, la de la masculinidad y la de la feminidad, que constituyen los dos polos sexuados que fundan lo humano”.23 La identidad de la persona no es sólo biología; implica también la dimensión psicológica y espiritual; pero para entenderla no se puede ignorar la dimensión biológica.

De la deconstrucción a la confección de lo humano

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