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Estados de intersexualidad psíquica

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Ya hablé del transexualismo precisando que tiene componentes biológicos y psíquicos. Ahora me voy a referir a la homosexualidad. A diferencia del transexual, aquí los aspectos de la sexualidad no se sienten en sentido ambiguo y conflictivo; más bien es la atracción erótico-afectivo-sentimental a personas del mismo sexo. El homosexual no desea cambiar de sexo, sino simplemente tener relaciones sexuales y afectivas con personas del mismo sexo.38

El vocablo “homosexualidad” es la traducción del término alemán homosexualität, neologismo que une la palabra griega omoios (semejante, igual) y la latina sexus (sexo). El vocablo fue acuñado en 1869 por el doctor prusiano Kertbeny, para indicar las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo. La intención de Kertbeny era usar un término neutro para indicar las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo, dado que los términos usados hasta entonces (pederastia, sodomía) tenían una fuerte connotación negativa. Desde el punto de vista del análisis existencial humano, la homosexualidad es tan antigua como el hombre. Ya la filosofía griega intentaba darle explicación con el famoso mito del andrógino.39 Hombres ilustres, como Julio César, y emperadores, como Adriano, practicaban la homosexualidad. La homosexualidad (mejor bisexualidad) de César la describen Cicerón, Plutarco y Suetonio. Adriano tenía como amante preferido al joven esclavo Antinoo. Cuando el amante murió, Adriano lo transformó en un dios, erigiendo multitud de estatuas en todo el imperio. Desde el punto de vista social-político, la historia muestra un vaivén entre tolerancia y represión. Hubo aceptación y exhibición pública, en el arte, cultura, etc., en la Atenas clásica, el imperio romano, el renacimiento, y parte de la cultura occidental actual. Dura represión en el medioevo, la contrarreforma, la segunda guerra mundial, y aun no pocos países hoy día.

La cultura actual ha focalizado la atención de los medios de comunicación y de la política sobre ella. La filosofía, sin embargo, no puede contentarse con la constatación del fenómeno, sino que tiene la tarea de hacer una reflexión seria sobre sus causas.40 De ahí que sea necesario hacer algunas distinciones conceptuales fundamentales.

La primera es distinguir entre tendencia homosexual y comportamientos homosexuales.41 Hay homosexuales “no-practicantes”, que rechazan la etiqueta de “gay”, se abstienen de comportamientos y actos homosexuales; sin embargo, experimentan la tendencia hacia personas del mismo sexo como un aspecto innegable de su psicología y personalidad. Estas personas viven un contraste entre los valores en los que creen y sus tendencias sexuales. El otro grupo son los homosexuales “practicantes”, los que se reconocen gay, viven como tales, practican actos homosexuales, y —sobre todo— reivindican para este comportamiento y estilo de vida un reconocimiento de paridad con el heterosexual, incluso en el plano jurídico del matrimonio. En este grupo se trata de vivir y hacer valer una identidad sociopolítica y un estilo de vida homosexual, típicamente representado en los días del orgullo gay. En lo que sigue dejo de lado el segundo grupo, porque su análisis ya se ha hecho en la primera parte de este trabajo, y tiene muchos aspectos de tipo psicológico, social, político, ideológico, económico, etc., que concurren en su práctica y difusión. Más pertinente es la clarificación del primer grupo, es decir ¿cómo explicar la tendencia homosexual?

En la comprensión de la tendencia homosexual hay que tener en cuenta los diversos aspectos implicados: biológico, psicológico y sociológico. Desde el punto de vista biológico, un atento análisis de los datos científicos revela que los factores genéticos y hormonales no desempeñan un papel determinante en el desarrollo homosexual, si bien puede haber algunos factores que predispongan a ello. Queda ciertamente excluido el factor hereditario a nivel genético. Estudios serios, aún no superados, como los de Masters, Johnson y Kolodny, afirman que hoy “la teoría genética de la homosexualidad está casi totalmente descartada”;42 y Karlen concluye que “la realidad de los hechos demuestra cada vez más decisivamente que los genes no causan la homosexualidad”.43 Se puede admitir la existencia de algunos factores fisiológicos que pueden predisponer a carencias sexuales, y en consecuencia a la homosexualidad, pero no de factores predeterminados y mucho menos del “gen de la homosexualidad”. En este sentido, un desequilibrio hormonal podría tener cierto influjo en la predisposición si se dan las verdaderas causas de tipo psicológico.

Superada la explicación biológica, hay que reconocer la influencia causal de factores psicológicos y sociales. Un hecho es claro para los psicólogos y educadores: es muy importante que el niño o la niña encuentre su identidad sexual y se identifique con ella en los primeros años de la infancia. Una falta de realización en este campo no quedará sin consecuencias. En el homosexual resultan evidentes carencias de la identidad sexual. La identidad sexual sustancial se conserva intacta —y en esto se distingue del transexual— pero hay una percepción subjetiva de incompleta identificación sexual que se repercute en la psicología de la persona. Esta carencia de identidad sexual se refiere a una situación interior asincrónica en relación con el propio sexo, que hace percibir su inadecuación en la expresión del propio Yo. Dicha inadecuación se manifiesta prevalentemente en la psicología y en la personalidad, y no necesariamente se hace explícita en rasgos de afeminamiento o masculinidad. La carencia de identidad sexual es frecuentemente un problema del desarrollo, ligado a relaciones familiares problemáticas, sobre todo con la figura masculina/femenina importante para el niño/niña.

Dicho así, parecería que toda relación familiar conflictiva conduce necesariamente a la homosexualidad, mientras la realidad de los hechos nos muestra situaciones de conflicto que no han generado esta tendencia. Por eso, la causa primaria no es tanto el conflicto o la ausencia de la figura paradigmática, cuanto la incapacidad del niño/niña para identificarse con la propia sexualidad a causa de un rechazo psicológico-emotivo hacia —o por parte de— una figura paradigmática. Si el infante es receptivo hacia la influencia paradigmática, el conflicto puede ser superado y la figura sustituida por otra, como hermanos, hermanas, familiares, educadores, etc.; pero cuando este impulso se frustra, la tendencia homosexual emerge como “esfuerzo reparador”.44 En psicología y en los centros de especialización se ha constatado que una actitud materna hiperprotectora, un excesivo autoritarismo paterno, conflictos entre padre-hijo —incluso inconscientes— no resueltos, la ausencia paterna/materna no sustituida por otra figura paradigmática, pueden ser los principales factores para que surja la tendencia homosexual.

Esta perspectiva evidencia que “el planteamiento determinista” de la homosexualidad, según el cual se nace homosexual y no hay nada que hacer, puede ser superado por “el planteamiento reconstitutivo” basado en la recuperación de la identidad sexual. La recuperación de las relaciones familiares auténticas, la autoaceptación y la eliminación de los sentimientos de culpa, el cultivo de una sana autoestima, el desarrollo de buenas amistades, son elementos fundamentales en este planteamiento. Reconstruir se puede, sobre todo, cuando la persona toma conciencia de que esto no es una fatalidad determinista que atenaza, sino un camino abierto.

De la deconstrucción a la confección de lo humano

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