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CASO 2: LÁZARO, EL SEÑOR DE LOS HOTELES

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País: Argentina.

Medio: La Nación.

Tipo de medio: Impreso.

Autores: Hugo Alconada Mon.

Fecha de publicación: 15 de diciembre de 2013

El periodista Hugo Alconada Mon (2013) destapó las millonarias facturas que el hotel Alto Calafate, perteneciente al matrimonio de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, había emitido a siete compañías del empresario kirchnerista Lázaro Báez, quien había ganado múltiples contratos del gobierno. Según la investigación, el 90% de la facturación generada por el hotel fue destinado a Báez. Una de sus empresas, Austral Construcciones, reportó en su contabilidad 2,8 millones de pesos argentinos en pagos al Alto Calafate durante cinco meses de 2010. Citando a seis expertos, el autor concluyó que “los ingresos por la obra pública que recibió Báez durante años habría (sic) vuelto al bolsillo de los Kirchner mediante la operatoria hotelera” (Alconada Mon, 2013). La publicación se realizó tres años después de la muerte de Kirchner, cuando Fernández era presidenta de Argentina. De acuerdo con la investigación, Báez controlaba la empresa Villa Mitre S. A., que administraba el hotel. El periodista apuntó que un empleado de Báez, Daniel Pérez Gadín, investigado en otros casos de posible corrupción, habría servido de enlace, pues en su currículum detalló que asesoraba al Alto Calafate al mismo tiempo que trabajaba para el empresario. La conclusión fue que estas operaciones constituirían lavado de activos, evasión tributaria y negociaciones incompatibles con la función pública, entre otras figuras legales.


Para llegar a estas revelaciones, Alconada Mon recolectó no solo la facturación de Valle Mitre SA, sino la contabilidad de las empresas de Báez y los convenios entre estas compañías y el hotel. Estos documentos, señala el periodista, fueron estudiados por él y los seis expertos durante varios meses. El análisis estadístico de esos datos permitió revelar el alto porcentaje de facturación del hotel emitido a Báez. Este dato tiene un lugar prominente en la publicación, pues ocupa el título de la nota interna del reportaje. Asimismo, salieron evidencias de que el hotel no habría dado el servicio señalado en las facturas. La investigación apunta que las compañías de Báez firmaron varios convenios con el hotel en septiembre de 2010, los mismos que de acuerdo con sus cláusulas iban a ser aplicados retroactivamente desde el 1 de julio de ese año. Con esos acuerdos, las empresas se comprometieron a pagar por la ocupación de 935 habitaciones mensuales, las usaran o no. El periodista infiere que, como el hotel contaba con 103 habitaciones, eso significaba estaría lleno nueve noches durante el mes, es decir que Báez había garantizado la venta de un tercio de la capacidad del Alto Calafate. La investigación fue más allá. Se adentró en analizar qué tan probable era que las empresas de Báez usaran el servicio. El reportaje cita, por ejemplo, que una firma de Báez, La Estación S. A., que controlaba una estación de gasolina a 300 kilómetros del Alto Calafate, tenía veinte empleados, lo que implicaba que cada trabajador tenía que hospedarse dos fines de semana por mes en el hotel para cumplir el compromiso de ocupar 90 habitaciones mensuales. Cifras parecidas se repiten en los convenios firmados por otras compañías de Báez. Por último, la publicación revela que las ventas por consumos al interior del hotel no eran proporcionales a los ingresos totales. Cita que en febrero de 2010 el hotel registró ingresos por 889.000 pesos argentinos, pero solo 1.258 fueron por servicio de lavandería, 4.139 por telefonía y 8.302 por el uso del “Health Club”. Esto mostraría que el hotel estaba cobrando por habitaciones que no eran ocupadas.

Si bien el análisis de datos es central en esta investigación, en la publicación no hay una visualización que permita una mejor comprensión de estos. El único soporte gráfico de este trabajo es una infografía con los siguientes elementos: dos convenios firmados por el Alto Calafate y las empresas de Báez; una fotografía del hotel, otra del empresario y otra de Cristina Fernández; y tres párrafos que explican las operaciones. La única técnica narrativa identificable en esta visualización es la narración textual.

El apagón analógico

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