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CONCLUSIONES

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Los cinco reportajes analizados en este estudio se corresponden con las características que definen al periodismo de investigación. En todos los casos, las revelaciones fueron encontradas por los propios periodistas, sus descubrimientos eran escondidos o tergiversados por un grupo de poder, y esa información era de alto interés público. Asimismo, los trabajos muestran la gran cantidad de fuentes consultadas y el extenso tiempo dedicado. Sobre esto, Alconada Mon (2013) señala que su análisis llevó meses, mientras que Sosa, Campoy y Weissenstein (2018) aseguran que su trabajo duró un año. Los cinco casos reafirman las características que definen al periodismo de investigación.

Con respecto a la parte metodológica, primero, es difícil determinar cómo fueron planificados estos proyectos a partir del análisis de los textos. Parecería que la investigación sobre el pacto político con las pandillas inició con la noticia de los traslados de los líderes pandilleros a cárceles de menor seguridad; que el seguimiento a los negocios de Lázaro Báez se debió a su acumulación de contratos públicos y su cercanía con los Kirchner; que la publicación de la revista Hola! fue el dato disparador para seguir la pista de la casa blanca de Peña Nieto; que las alertas de las estadísticas de la Fiscalía llamaron la atención de los periodistas para investigar la impunidad de violaciones a menores de 15 años; y que el trabajo sobre las muertes que dejó el huracán María arrancó con publicaciones tempranas que ponían en duda las cifras oficiales. Estos casos muestran que las grandes investigaciones no necesariamente inician con la revelación de una fuente escondida, sino que los temas están más a la mano de lo que se puede pensar. Lo que se necesita es la mirada atenta del periodista.

Para el desarrollo de sus investigaciones, los reporteros consultaron todo tipo de fuentes. Las cinco investigaciones citan fuentes abiertas. “La casa blanca de Pena Nieto” es un caso paradigmático para entender la utilidad de ese tipo de insumos. Los trabajos también refieren fuentes personales de conocimiento indirecto, como expertos y activistas. La investigación en la que más protagonismo tienen esos personajes es “Lázaro, el señor de los hoteles”, pues el autor señala que estudió los documentos junto con ellos durante meses. Estos reportajes también muestran lo importante que es hablar con los informantes a los que Santoro (2004) llama las “viudas del poder”, aquellas personas que salieron de un alto cargo. Las periodistas de El Faro, por ejemplo, verificaron que los jueces valoraban las pruebas judiciales con prejuicios de género y de edad consultando a exmagistrados. En “Los muertos de María” también se cita a exdirectores de emergencias para evidenciar que algunos planes de contingencia estaban preparados, pero no fueron aplicados. Por supuesto, las fuentes personales de conocimiento directo también tienen espacio en estos reportajes, no solo los protagonistas de la trama sino también los testigos. Por ejemplo, “La casa blanca de Peña Nieto” muestra cómo el responsable de obra, que no era parte de las irregularidades, ayudó de manera sobresaliente a completar la historia. En estos reportajes abundan ese tipo de fuentes. Cabe mencionar, además, que “El pacto secreto con las pandillas” cita gran cantidad de fuentes anónimas que tienen relación directa con los hechos. De la misma forma, en “Un paraíso para violadores de menores”, las periodistas aceptaron el pedido de anonimato de una jueza que explicó por qué exculpó a un acusado pese a que las pruebas eran evidentes. Las implicaciones éticas de las entrevistas en off the record sería un buen tema de análisis en estos trabajos, pero no está dentro de los objetivos del presente estudio. Por último, los cinco reportajes dejan en claro que los periodistas buscaron contrastar la información con los personajes cuestionados, pero en pocos casos tuvieron la apertura de los implicados. Estas investigaciones demuestran que hablar con la mayor cantidad posible de personas que tengan conocimiento de los hechos es de capital importancia.

Por otra parte, el uso de técnicas para ordenar y analizar la información también es difícil de identificar a partir solamente de los textos. No obstante, el uso de cronologías es notorio en la mayoría de los trabajos. En la investigación sobre el pacto con las pandillas, los periodistas muestran cómo las negociaciones coincidían con las urgencias políticas del ministro de Justicia y Seguridad. El trabajo sobre la casa blanca también tiene datos interesantes conseguidos a partir del ordenamiento cronológico, por ejemplo, el hecho de que el Grupo Higa haya comprado el primer terreno mientras acumulaba contrato de la Gobernación de México y que haya legalizado los planos un mes antes de la boda entre Enrique Peña Nieto y Angélica Rivera. Asimismo, la línea de tiempo presentada en “Las muertes de María” permite contrastar las declaraciones del presidente Donald Trump y del gobernador Gerardo Roselló con la cantidad de muertes que se iban registrando y las historias de los afectados. En todo caso, queda clara la gran cantidad de datos que un periodista maneja en un proyecto y la necesidad ineludible de ordenarlos.

El lugar que ocupa el análisis de bases de datos no es el mismo en todas estas investigaciones. En “El pacto secreto con las pandillas”, el análisis del número de homicidios refuerza el hallazgo de los periodistas, pero no es la parte fundamental. Este lugar lo ocupan los testimonios de los agentes de inteligencia y de El Muchacho, y el informe del Centro de Inteligencia Policial que demuestran la existencia de las negociaciones entre el gobierno y los mareros. Aquí, el análisis de datos permitió sustentar la revelación y dar profundidad a la investigación.

En “Lázaro, el señor de los hoteles”, el análisis de datos toma más relevancia. Si bien las evidencias fundamentales de la historia son las facturas emitidas por el hotel de los Kirchner a las empresas de Lázaro Báez y los convenios que sustentaban esas operaciones, el periodista potenció los hallazgos a través del análisis estadístico de esos documentos. Así encontró que el 90% de la facturación del hotel fue dirigida al empresario, un dato que ocupó un lugar predominante en la publicación. Asimismo, el análisis permitió reconocer lo absurdo que resultaba que empresas con pocos empleados contraten la ocupación de tantas habitaciones. En este caso, las cifras permitieron encontrar casos inusuales y dar profundidad y contexto a las revelaciones.

En “La casa blanca de Enrique Peña Nieto” no hay rastro de que los periodistas hayan analizado estadísticamente una base de datos. Sin embargo, tomando en cuenta las reflexiones de Parasie y Dagiral (2012) sobre la posibilidad de estructurar datos a partir de elementos heterogéneos (textos, audios e imágenes), se puede establecer que en este caso las fotografías de la casa blanca sirvieron de materia prima y que el resultado fue una visualización de datos que permite al lector explorar al interior del inmueble. Ese análisis refuerza, da profundidad y contexto al hallazgo, pero no es la parte medular, que corresponde más bien a los documentos que demuestran que el Grupo Higa entregó ese predio a Peña Nieto mientras acumulaba contratos públicos.

En las últimas dos investigaciones, el análisis estadístico tiene más relevancia dentro de la metodología de investigación. Esa labor sirvió para confirmar las hipótesis previamente y para abrir nuevas líneas de investigación. Además, el hecho de que los periodistas hayan trabajado no solo con bases de datos ya existentes, sino que hayan estructurado sus propias bases a partir de los datos reporteados por ellos, da sustento a las observaciones de Parasie y Dagiral (2012) sobre la posibilidad de romper los límites que el periodismo tradicional impone al análisis de datos en una investigación. En “Un paraíso para los violadores de menores”, las periodistas partieron del análisis estadístico de las cifras recolectadas por la Fiscalía sobre denuncias. Así evidenciaron el alto porcentaje de impunidad en las violaciones a menores de 15 años y, de esta manera, definieron el campo de investigación. Además, las reporteras recolectaron cerca de 284 sentencias y las ordenaron en una base de datos para responder por qué sucedía eso. En “Los muertos de María”, en cambio, el análisis de las cifras demográficas permitió mostrar el incremento de muertes durante los meses que siguieron a la catástrofe, sus causas y los grupos etarios más afectados. Los periodistas fueron más allá y estructuraron 487 casos de fallecidos por causas vinculadas al huracán. Esta base de datos es en sí misma un hallazgo de la investigación, pues anteriormente solo había una lista oficial de fallecidos, con apenas 64 registros. Ese ordenamiento de datos hallados durante la reportería para consolidar hechos noticiosos concuerda con las consideraciones anotadas en el estudio de Parasie y Dagiral (2012) con respecto a la noticia como información estructurada.

Este recorrido por las últimas historias galardonadas con el Premio Latinoamericano de Periodismo de Investigación deja ver cómo las técnicas propias del periodismo de datos han ganado relevancia en las investigaciones: no se las usa solo para dar contexto y profundidad a las revelaciones, sino para corroborar hipótesis, abrir líneas de investigación y, en último caso, para consolidar los hallazgos mediante la construcción de bases de datos propias (487 historias de fallecidos por el huracán María). También queda claro que el desarrollo de esas técnicas no reemplaza a las técnicas tradicionales de investigación, sino que las complementa, pues hacer reportería de campo y recabar documentos y testimonios sigue siendo primordial en una investigación.

El terreno ganado por el análisis de datos dentro de la investigación también se refleja en la proliferación de visualizaciones para explicar los hallazgos, tanto en cantidad como en calidad (ver Tabla 2). Los tres trabajos iniciales presentaron una visualización cada uno. En el primero se pudieron reconocer dos técnicas narrativas; en el segundo, una; y en el tercero, cuatro. Aunque el número de visualizaciones no varió, se puede apreciar que el tercer trabajo es más sofisticado, pues no es un gráfico estático como los anteriores, sino que permite la exploración interactiva. En el cuarto proyecto se publicaron cinco visualizaciones y en ellas se pudieron identificar seis técnicas narrativas. Mientras que la última investigación incluyó cuatro visualizaciones y en ellas se pudieron reconocer doce técnicas. El salto se dio porque este trabajo implementó piezas que permitían al lector explorar los datos. Esto también refuerza el estudio de Parasie y Dagiral (2012) sobre el rol cada vez más activo que debería tener la audiencia en la producción de contenidos. Aunque las visualizaciones publicadas en “Los muertos de María” permiten al lector realizar consultas y sacar algunas conclusiones por sí mismo, la información expuesta no está pensada para que éste tome decisiones cotidianas, como sugieren Parasie y Dagiral (2012). Es posible que ese tipo de trabajos aparezcan en el futuro.

El apagón analógico

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