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EL ESTILO Y LA LENGUA DE PALADIO: LOS CONDICIONAMIENTOS DEL GÉNERO Y LAS FUENTES
ОглавлениеLas interpretaciones sobre el estilo de Paladio parten del primer capítulo de su obra. Se ha visto allí una declaración de principios donde el autor manifestaba el propósito de no hacer una obra retórica 12 .
Sin embargo, ya en las antiguas ediciones desde la de Gesner 13 , se indicaba que Paladio no siempre había sido fiel a su programa. Casi todas las figuras retóricas tenían cabida en algún lugar del Opus Agriculturae . En estudios posteriores se advertía que el recurso a la variatio y a la personificación era frecuente y que su prosa estaba sometida a cláusulas rítmicas 14 . En estas condiciones, cada nuevo ejemplo de quiasmo o de aliteración se esgrimía como prueba de una contradicción interna del autor frente a una pretendida finalidad antirretórica.
Cuando Svennung publicaba su gran monografía sobre Paladio, dedicaba un capítulo 15 a la estilística de los técnicos y señalaba cómo determinadas «figuras» venían exigidas precisamente por el género literario: la abstracción, la concreción, las elipsis, las personificaciones… eran recursos característicos de las obras científicas que podían aparecer incluso en el peor prosista. Por primera vez se juzgaba objetivamente el estilo de Paladio con relación a las obras de temática similar.
Pero, además, para intentar matizar las peculiaridades del estilo de Paladio es necesario —creemos— hacer otras confrontaciones, teniendo en cuenta la época, con sus gustos por el manierismo, acentuado en la decadencia en parte de los círculos eruditos, las fuentes del autor, concretamente Columela, que ha sido reconocido como el modelo más directo de Paladio y cuya capacidad para la retórica nadie discute, y, sobre todo, la propia habilidad de Paladio para saber utilizar esos artificios, lo que ha de enjuiciarse no sólo por una lectura detenida de su tratado agrícola, sino también por comparación con sus otras dos obras, la Veterinaria y el Carmen de Insitione .
Empezando por este último punto, una mera ojeada al poema sobre los injertos, sirve para mostrar que el autor conocía y sabía utilizar los recursos de la retórica 16 . Naturalmente se trata de un carmen y estos alardes incluso vienen exigidos por su propio carácter poético, como él mismo declara (XV 11-12): est nostrae studium non condemnabile Musae urbanum fari rusticitatis opus . Pero en la parte de este libro XV que está en prosa, y que, por lo tanto, es más ilustrativa para una confrontación, vuelven a aparecer los mismos artificios que demuestran la formación retórica del autor 17 .
Un estilo bien distinto domina en el libro XIV, dedicado a veterinaria. Ya el prefacio, que sobre todo en materias técnicas suele ser el reducto donde se concentran las partes más literarias de este tipo de tratados, da una muestra de la aridez que va a ser la tónica general, pues se limita a unas escasas líneas, que ni siquiera encabezan la obra, donde se justifica el haber abordado un tema no específicamente agronómico.
La monotonía es todavía mayor en los pasajes que no proceden de Columela 18 , que son muy escasos, ya que Paladio copió al agrónomo gaditano mucho más en este libro que en todos los anteriores 19 . Si la imitación es casi literal y el estilo resulta árido y monótono 20 , obviamente hay que achacarlo a su fuente, que ofrece en esta sección de su tratado una de las partes menos elaboradas de su obra. El propio Columela inicia el prefacio de su Veterinaria quejándose de que algunos no estimaban su relación con la agronomía; no eran saberes de la misma altura. La remodelación poética que pudo alcanzar la agricultura con las Geórgicas , de tanta influencia en Columela, no afectó a la veterinaria. Columela hubo de seguir en esta materia modelos mucho más prosaicos, que quizás afectaran a su estilo, salvo en algunas digresiones personales del autor, mucho más literarias, como la comparación entre el pastor y el agricultor. Pero esas digresiones, precisamente, eran las que no podían tener cabida en un resumen como el de Paladio.
Vemos que éste se muestra capaz de ser artificioso y retórico en su poema sobre Los injertos , y áridos en su libro de Veterinaria; su estilo está en consonancia con carácter y con la valoración de cada género.
De acuerdo con este criterio ha de interpretarse el estilo del Opus Agriculturae: se trata de un compendio de la obra de Columela, con algunas adiciones de otros autores y varias propias. En extensión, supone algo más de un tercio del tratado de Columela, pero sin recortar apenas el contenido de la materia 21 .
Paladio llevó a cabo su resumen prescindiendo de todo el ropaje erudito de su predecesor; por eso, no reproduce las controversias de Columela con otros autores, procura evitar las citas eruditas e incluso llega a excluir a Virgilio, que está prácticamente ausente de forma deliberada del tratado de Paladio, pues hasta en los pasajes donde sigue muy de cerca a Columela, omite precisa y únicamente los versos de Virgilio que muchas veces reproducía este agrónomo. Así señaló Svennung 22 las líneas generales de la utilización de Columela por Paladio.
Pero, además, hay que añadir que en este proceso de resumir, tampoco tuvieron cabida las reflexiones personales de Columela, tantas veces expresadas como admiraciones o interrogaciones retóricas, figuras que curiosamente no entran en el repertorio de las que pueden hallarse en Paladio. Si a esto se añade una tendencia marcada a sustituir las frases ampulosas y más poéticas de Columela por otros giros que recogen el contenido de una forma más sucinta, o la eliminación de arcaísmos, como el escaso uso en la Agricultura de Paladio del imperativo en -to , que tanto había utilizado Columela por admiración a Catón, es fácil comprender que su tratado carezca del lirismo de Columela y adquiera una forma de expresión más densa y más árida; tal resultado estilístico fue el producto del espíritu pragmático que guía al que hace un resumen.
Esta manera de condensar las fuentes (muchas ya condensadas porque ya eran resúmenes), sobre todo Columela, es la clave —creemos— para entender las primeras palabras de Paladio sobre su propio estilo. Cuando habla de que un tratado agrícola no debe imitar la elocuencia de una obra retórica, no se refiere tanto a una cuestión de forma, según ha venido interpretándose, como a una cuestión de contenido. Una obra de su tiempo, tiempo de decadencia, para ser práctica tenía que ser breve; para ser breve tenía que evitar digresiones y preámbulos; para evitarlos, había que sacrificar las partes más literarias: es el sed nos recidamus praefationis moram ne, quos reprehendimus, imitemur … (I 1); por eso, le podía parecer que su obra no era retórica, comparada con la de Columela, que muy probablemente sea el único aludido por las palabras de su prólogo 23 . Pero una vez que Paladio entra a tratar la materia que consideraba útil, no renuncia a expresarla conforme al recte ni al bene , dentro de sus posibilidades, que en el terreno retórico, eran muchas, como demuestra en el Carmen de Insitione . De acuerdo con ello, no hay tampoco contradicción en que aparezcan las más variadas figuras retóricas en su tratado agrícola. Conforme a su criterio, según nuestra hipótesis, de salvar de Columela su contenido práctico que había llegado a no serlo por su excesiva envoltura literaria, a veces farragosa, Paladio trató de condensarlo sin ningún deseo de hacerlo mal, ni ningún propósito antirretórico en la forma 24 . El equilibrio no era fácil y, por eso, el resultado es una mezcla de aridez y monotonía con destellos de brillantez y de buena capacidad estilística 25 . Sus críticos posteriores, reparando en lo uno o en lo otro, juzgaron de maneras opuestas 26 un estilo que puede calificarse en su conjunto de conciso y claro 27 . Para ello se valió de determinados recursos lingüíscos.
Como autor, pues, de un resumen de índole descriptiva, Paladio ha tendido a utilizar una sintaxis de períodos cortos. Recurre con frecuencia a braquilogías de cuño técnico y a las elipsis de sustantivos y verbos, sobre todo en los títulos de los capítulos. Tal parquedad lingüística contribuyó a configurar una de las características de su estilo: la concisión. Esta misma simplicidad sintáctica y la tendencia a las reiteraciones, con la consiguiente expresión sobrecargada por acumulaciones de sinónimos, juegos etimológicos y pleonasmos 28 , otorgó a su estilo otro rasgo: la claridad.
En otros aspectos, la lengua de Paladio es cuidada y correcta en general, hasta el punto de que el primer editor de Teubner señalaba que todas las faltas de los manuscritos debían interpretarse como errores de la transmisión sin que pudieran atribuirse a un hombre de la cultura de Paladio 29 .
Poco después, al compás del impulso de los estudios sobre el latín vulgar, aparecían los trabajos de L. Dalmasso —cf. infra — sobre el léxico de Paladio, mostrando la estrecha relación entre el vocabulario técnico y la lengua vulgar, que incidía en ese terreno en mayor medida que en el más gramaticalizado de la morfología o la fonética (Palladiana , pág. 80). Posteriormente, Svennung demostraba que gran parte de las peculiaridades lingüísticas de la prosa científica procedían del caudal de la lengua coloquial. En el conjunto de la literatura técnica, la lengua de Paladio resultaba correcta, pero tampoco estaba libre de vulgarismos en el terreno morfológico y sintáctico, precisamente donde menos se podían achacar al descuido o a la pronunciación de los copistas medievales. En consecuencia, tampoco procedía uniformar «a la clásica» la disparidad de grafías de los manuscritos; la normalización gráfica suponía, en muchos casos, no respetar la fonética ya postclásica de Paladio 30 .
Las ediciones posteriores de Paladio se beneficiaron de los estudios de Svennung, sin que se haya llegado a una delimitación precisa en el aspecto fonético de las variantes que proceden de la transmisión y de las que deben hacerse remontar al autor, máxime cuando los manuscritos más antiguos de Paladio copiados en Francia en el s. IX pudieron sufrir las normalizaciones ortográficas del Renacimiento Carolingio.
A Svennung se debe el mérito de haber señalado el nivel relativamente alto de corrección lingüística de Paladio, en comparación sobre todo con la gran abundancia de vulgarismos de la literatura técnica en época tardía. Este hecho se explica en primer lugar, como él advirtió, por la cultura del autor. Pero, además, quizás se pueda añadir otro aspecto: la larga tradición latina de las obras de agricultura. Si se ha dicho que el latín fue originariamente lengua de agricultores es porque la terminología técnica agrícola se incorporó desde fechas muy tempranas al léxico latino común. Una de las primeras obras escritas en latín fue precisamente un tratado agrícola. De Catón arranca una amplia sucesión de obras escritas al dictado de la ciencia griega y cartaginesa, pero también de la experiencia personal de sus autores, propietarios de tierras, que se dirigen a otros poseedores de predios que constituyen por excelencia en Roma una clase social adinerada, de antigua e ilustrada raigambre. Los agrónomos latinos fueron construyendo la terminología agrícola incorporando, sobre todo, tecnicismos griegos al vocabulario habitual latino. La obra de Paladio como jalón final de una larga tradición pudo beneficiarse de un léxico ya creado y de una literatura científica previa, llevada a la mayor depuración de lengua y estilo precisamente por Columela, su modelo más inmediato y directo.