Читать книгу Reparar (casi) cualquier cosa - Паоло Аливерти - Страница 8

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Este libro nace de una pasión profunda y duradera que me acompaña desde que era niño. A los diez años pasaba muchas horas en el «taller». En cuanto llegaba de la escuela bajaba al estudio de mi padre, expropiado y transformado en mi taller, y el soldador ya no se apagaba hasta la noche. El escritorio era una tabla de madera que casi nunca ordenaba: estaba literalmente cubierto de libros, revistas y componentes y yo trabajaba en un espacio reducido en el centro, que parecía un pequeño cráter. Una lámpara telescópica iluminaba aquel pequeño anfiteatro artificial. No tenía muchos instrumentos más que el soldador, un pequeño multímetro digital y un tester analógico. Me había construido un alimentador regulable y un generador de señales, pero que solo producía ondas cuadradas.

Pasaba los días experimentando. Recuperaba componentes de televisores viejos y chatarra electrónica e intentaba utilizar las piezas para construir otros circuitos. Deseaba mucho tener un osciloscopio y me habría gustado fabricarme uno digital, porque para mí era más fácil de diseñar. En una de las revistas electrónicas que compraba cada mes apareció publicado el proyecto de un osciloscopio muy básico, que en lugar de la pantalla tenía una matriz de LED, pero que para mí era suficiente. No tenía grandes pretensiones. Una de mis cruces era construir una radio UHF/VHF para escuchar a los aviones. Probé decenas y decenas de circuitos distintos, cambiando las bobinas o algún condensador, sin saber en realidad si funcionarían o no. A veces se oían susurros por los auriculares, otras parecía que se oyeran sonidos, voces perdidas entre el ruido: aquellos eran momentos inolvidables. Sin embargo, después todo desaparecía y regresaban los susurros o, peor aún, el silencio absoluto. No es fácil trabajar sin instrumentos.

Un día vino a mi laboratorio mi tío Andrea con una bolsa de plástico llena de placas electrónicas. Trabajaba en Mapei, una empresa especializada en la producción de colas y adhesivos para azulejos y construcción. Unos años atrás, la empresa había regalado a algunos clientes medidores de humedad que se colocan en el suelo antes de poner los azulejos. Creo que aquellos instrumentos servían para identificar el momento óptimo para la colocación. Mi tío conocía mi pasión y me preguntó si podía repararlos. Acepté de inmediato y me puse manos a la obra.

Creo que tenía trece o catorce años y ese fue mi primer trabajo. No fue fácil repararlos, pero los arreglé casi todos y me gané una pequeña propina, que gasté rápidamente en componentes electrónicos para algún circuito nuevo. Así empezó mi carrera de reparador electrónico.

Después, empecé a estudiar topografía porque decían que el instituto técnico más próximo a la ciudad donde yo vivía no tenía opiniones muy buenas y, por tanto, abandoné «oficialmente» la electrónica para dedicarme a casas y proyectos. Pero este paréntesis no me hizo olvidar mi pasión y, en cuanto me diplomé, me inscribí a ingeniería de telecomunicaciones en el Politécnico de Milán. Siempre elegí las materias por las que sentía curiosidad e interés, a veces incluso arrepintiéndome un poco. ¡Recuerdo una clase del quinto año en la que solo éramos cinco! Era dura pero muy interesante: «Algoritmos y circuitos para telecomunicaciones».

En cuanto me gradué, me desvié de mi camino por enésima vez. Como sabía programar empecé a trabajar como programador, después como analista y más tarde como project manager en distintas empresas. Mi último trabajo como empleado fue en una empresa de transporte ferroviario. Durante aquellos años no lo pasé nada bien porque parecía que los jefes de la empresa, en lugar de favorecer las capacidades personales y a las personas ingeniosas y motivadas, disfrutaran pisoteándolas. Los últimos meses fueron los más duros y tristes.

Finalmente, dejé mi puesto de trabajo y volví, tras varias aventuras, a seguir el camino que había empezado a los trece años. He seguido mi pasión por vías complicadas y difíciles y, al final, esta ha sido la que me ha proporcionado mayores satisfacciones. A menudo no nos damos cuenta de que tenemos en nuestras manos las cosas más preciadas y las descuidamos o, peor aún, las descartamos. He cometido muchos errores en todos estos años pero también creo que he aprendido muchas cosas, la más importante de las cuales es, sin duda, la de detenerse y escuchar las propias pasiones. Ellas sabrán dónde llevarnos, aunque se necesiten mucha paciencia y determinación. Durante estos años he desarrollado muchas actividades y tecnologías relacionadas con el mundo de los makers. He experimentado con startups y empresas, transformándolas en varias ocasiones, buscando un negocio que funcionara. En 2011, fundé la Frankenstein Garage y, más tarde, el FabLab Milano, unas de las primeras startups que se ocupó de nuevo de hardware en lugar de software y apps. Después abrí Fabb srl, dedicada sin demasiado éxito a la impresión 3D, hologramas y diseño de IoT (Internet of Things, Internet de las cosas). Hace unos meses, puse en marcha Reelco (www.reelco.it), REborn ELectronic Company, que lleva a cabo reparaciones electrónicas industriales. Cada día es un nuevo reto y trabajamos con objetos de cualquier tipo, que casi siempre reparamos con enorme satisfacción. En poco tiempo, he dejado mi ático para alquilar un pequeño taller con la ayuda de otros cinco compañeros de viaje y colaboradores. Parece ser que se trata de un negocio acertado y que, finalmente, las cosas empiezan a moverse.

He escrito algún libro, como el Manuale del Maker, algunos textos sobre la impresión 3D y otros libros que podéis encontrar en esta misma colección (Manual de Arduino y Electrónica para Makers). Podéis poneros en contacto conmigo a través de mi sitio web www.zeppelinmaker.it o por correo electrónico a la siguiente dirección: paolo@zeppelinmaker.it.

Reparar (casi) cualquier cosa

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