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EL DESARROLLO MOTOR

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Después del primer año de vida, la mayoría de los niños alcanzan una de las metas más importantes del desarrollo motor: logran mantenerse de pie y avanzar agarrados a los muebles, y algunos pueden andar sin tener que sujetarse a ningún sitio.

A partir de ahora aprenden a moverse cada vez con mayor destreza. Al principio dirigen sus movimientos según lo que sucede delante de ellos, pero paulatinamente desarrollan la percepción para lo que se encuentra a su lado y, finalmente, para el espacio que hay detrás de ellos. Durante este período los niños tienden a ejecutar sus movimientos de forma simétrica y a utilizar por igual, con la misma frecuencia y alternativamente, su mano derecha y su mano izquierda.

A partir del tercer año, manifiestan una preferencia por la derecha o por la izquierda. Este proceso se denomina lateralidad. En adelante, el esquema de movimiento es asimétrico: los niños tratan, por ejemplo, de sostenerse sobre una sola pierna. Esta preferencia por la izquierda o la derecha no se limita a las manos o a las piernas, también afecta a los ojos y a los oídos. En general, eso significa que un niño de tres años tendrá preferencia por la mano y la pierna derecha o por la mano y la pierna izquierda. A veces se dan mezclas, hay niños zurdos de mano que emplean preferentemente la pierna derecha. Igualmente en el caso de los ojos y de los oídos existe un lado dominante. Lo podemos observar cuando, por ejemplo, siempre sostienen el teléfono sobre la misma oreja.

— DIVERSIFICAREMOS LAS ACTIVIDADES DE MOVIMIENTO —

Durante esta fase también se desarrolla la motricidad fina. Alrededor del primer año los niños tantean, palpan y sostienen pequeños objetos entre el pulgar y el índice. Poco a poco aprenden a apilar las piezas de un juego de construcción, a comer con cuchara y tenedor, a beber solos de un vaso y a desatar cordones o desabrochar un botón.

Hacia el cuarto año la motricidad fina se ha desarrollado tanto que ya son capaces de vestirse solos o de ensamblar las piezas de un tren de juguete.

Un momento de reflexión

EL APRENDIZAJE DEL MOVIMIENTO EN LOS NIÑOS TAMBIÉN SE PUEDE VER COMO UN APRENDER A ENTENDER LA FUERZA DE LA GRAVEDAD. Aprenden a erguirse en dirección contraria a esta fuerza. Para ejecutar correctamente sus movimientos, todos sus sentidos tienen que cooperar de forma bien coordinada. En el adulto ese tipo de colaboración está tan desarrollada que ya no piensa que en que en cada movimiento ejecutado se hallan implicados varios sentidos. Al ver con el rabillo del ojo el umbral de la puerta, levantará inmediatamente el pie para no tropezar. Correr y sostener al mismo tiempo algo en la mano, correr y mirar hacia atrás, o darle una patada a una pelota sin caer al suelo, son destrezas evidentes para el adulto, pero un niño las aprende con grandes esfuerzos y después de practicar mucho.

De uno a cuatro

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