Читать книгу Diccionario de la obra de Wilfred R. Bion - Rafael E. López-Corvo - Страница 12
El psicoanalista
ОглавлениеBion recuerda que durante sus años de formación psicoanalítica, a una pequeña gata negra que acostumbraba hacer sus necesidades frente al instituto de psicoanálisis se le dio el nombre de «Melanie Klein»: Melanie por negra, Klein por pequeña10 y Melanie Klein por lo descarada. En 1945 Bion inició su análisis personal con esta mujer, poseedora de una intuición clínica y una valentía poco común, el cual se extendió hasta 1953.
En el curso de estos ocho años, refiere Bléandonu (1994), un número de cambios importantes tuvieron lugar en su vida. Una vez que fue aceptado como miembro por la Sociedad Británica de Psicoanálisis, comenzó a identificarse, a través de sus escritos y presentaciones, como un estudiante brillante de Klein. Encontró un nuevo equilibrio psíquico, se casó por segunda vez y floreció en la presencia de una pareja muy comprensiva. Fue capaz de encontrar a Parthenope nuevamente y de ser padre de otros dos hijos. Fue en esta época cuando Bion preparó para publicar su trabajo en dinámica de grupos, así como sus artículos en psicosis. El psicoanálisis le había despertado una profunda creatividad que permanecería en él hasta el final de su vida (p. 93).
Según Meltzer (1987), la creatividad de Bion se incrementó mucho después de la muerte de Klein en 1960, implicando un sometimiento de su originalidad a las ideas de su analista y maestra.
El viejo problema del «doble», expuesto ya por Freud (1919) y algunos otros ante todo en Latinoamérica (Raskovsky, 1958; Aray y Bellagamba, 1971), sirvió a Bion, bajo el epígrafe del «Mellizo imaginario», tanto para defender la tesis de Klein sobre la existencia de un EDIPO temprano pre-genital, como para egresar del Instituto de Psicoanálisis en 1950. Representaba su primer trabajo de corte psicoanalítico, seguido de una prolija y paradigmática investigación sobre las psicosis además de la concepción fenomenológica de una estructura del pensamiento o, en sus propias palabras, de un aparato para pensar pensamientos. Así tenemos: «Notas sobre la teoría de la esquizofrenia», en 1953, «Desarrollo del pensamiento esquizofrénico» en 1956, «Diferenciación entre las personalidades psicóticas y no psicóticas» y «Sobre la arrogancia» en 1957; un año después, el artículo «Sobre las alucinaciones », luego en 1959 «Ataque al vínculo» y por último, «Una teoría sobre el pensamiento» en 196211.
Hasta este momento resulta indiscutible su esfuerzo por mantener la claridad de sus conceptos. Los cuatro libros que inmediatamente siguen y que representan los pilares fundamentales de su contribución teórica, no se revelan ya tan fácilmente, contrastan por su hermetismo y opacidad y las nociones que encierran se resisten a una cómoda exégesis. Bion pareciera haberse transformado repentinamente en la misma esfinge de Edipo, en un difícil guardián de sus secretos. La claridad no vuelve sino hasta que el entusiasmo afectuoso de los miembros de las asociaciones psicoanalíticas de Argentina y Brasil opera sobre el hermetismo de Bion como el beso del príncipe sobre Blanca Nieves dormida12. Recomiendo siempre a mis alumnos estudiar las «Conferencias del Brasil» a continuación de Volviendo a pensar y antes de los cuatro libros incluidos en Seven Servants.
Al comparar el libro sobre «TRANSFORMACIONES» con el de Elementos de psicoanálisis, Meltzer (1987) se queja con cierta molestia de la dificultad que enfrenta el lector con los signos matemáticos utilizados por Bion:
En la presente obra no podemos sostener la esperanza en vista de la proliferación matemática de notaciones, pseudo-ecuaciones, seguidas de flechas, puntos, flechas por encima (o ecuaciones, seguida de flechas, puntos, flechas por encima ¿o debiera ser por debajo?) de palabras y no sólo ya letras, sino también palabras griegas. ¿Qué debemos hacer para tolerar este ataque a nuestra mente? ¿Es Bion el paciente B disfrazado?13 (p. 71)
Refiriéndose al artículo «Sobre la arrogancia», el mismo Meltzer (1987), con ironía, dice: «Ciertamente la lectura del artículo “Sobre la arrogancia” en el congreso de París impresionó a muchas personas como una expresión chocante de la misma arrogancia de la cual estaba hablando» (p. 31). ¿Pudo la heterodoxia presente en las contribuciones de Bion, ante todo sus conceptos sobre O y un «acto de fe» —como se leen en Atención e interpretación— generar un ataque envidioso por parte del «ESTABLISHMENT» psicoanalítico británico de la época? En Transformaciones Bion utiliza una cita de Macbeth de Shakespeare como un apotegma que hace preguntar qué le llevaría a usarlo:
Ay, en el catálogo que usas de los hombres,
como sabuesos y galgos, mestizos, perros de agua,
malas raleas... alfombras de agua y semi-lobos,
están todos unidos por el nombre de perros.
Por otra parte, si seguimos los últimos capítulos de Atención e interpretación, presentimos de soslayo una queja hacia la intolerancia de las instituciones psicoanalíticas. A pesar de la sofisticación presente en la generalización hermética de su diseño, los últimos capítulos consienten un sesgo hacia una visión algo más mundana, hacia la queja de alguien sometido a la intolerancia que despierta en sus colegas la creación genial de un vértice nuevo y diferente. En 1995 Francesca escribió, citando a Trotter y a la influencia que éste había tenido sobre su esposo, en los siguientes términos:
Trotter hace observaciones que me recuerdan fuertemente las ideas posteriores de Bion. Habla de la «resistencia del hombre a las ideas nuevas, su dependencia a la tradición y a lo precedente»; del «poder dominante tendiente a caer en las manos de una clase de miembros insensibles a la experiencia, cerrados a la apariciónde ideas nuevas y obsesionados con la satisfacción por las cosas como están»; de «la tendencia a tomar cualquier riesgo menos sufrir los terribles dolores del pensamiento» (pp. 3-4).
Según los Symington (1996), cuando Bion introdujo el concepto de O, «algunos en el grupo kleiniano se desentendieron rápidamente de su pensamiento desde ese momento en adelante» (p. 10); y más tarde, luego de la aparición de su trilogía Una memoria del futuro durante su estancia en California, muchos analistas ingleses de la época consideraron que Bion se había deteriorado mentalmente después de abandonar Inglaterra hasta el punto de que «todo lo que había escrito subsecuentemente a su partida debía descartarse como las divagaciones de un viejo senil» (Symington & Symington, p. 10).
Al inicio de 1968 los Bion se mudaron a Los Ángeles, respondiendo a la invitación de un grupo de psicoanalistas innovadores que buscaban nuevos rumbos en los conceptos de Klein y seguidores. Atrás quedaba la familia: Parthenope, quien se había casado con Tálamo, un músico italiano y se había mudado a Turín para trabajar como psicoanalista. Julián se había graduado de médico mientras Nicola se había entrenado como lingüista. El cambio aportó a Bion esperanzas de libertad, una salida a la atmósfera inglesa que había en algún momento descrito como «sofocante», permitiéndole producir su magnum opus en la forma de una trilogía: Una memoria del futuro. «De haber permanecido en Inglaterra», dice Francesca (1995), «no hubiese sido capaz de expresarse en esa forma franca y reveladora». En el Epílogo a este libro Bion escribe:
Toda mi vida he sido prisionero, frustrado, perseguido por el sentido común, la razón, memorias, deseos y —lo más grande y más temido— comprender y ser comprendido. Esto es un intento a expresar mi rebelión, decir «adiós» a todo. Es mi deseo, que ahora realizo como condenado al fracaso, de escribir un libro no manchado por ningún vestigio de sentido común, de razón, etc. (véase lo anterior) (F. Bion, ibíd., p. 13).
No todo sin embargo fue color de rosas. Bion, quien para entonces ya desbordaba los 70 años, enfrentaría grupos antikleinianos que verían en él una amenaza al statu quo, a las viejas estructuras freudianas atrincheradas en la anacrónica «psicología del yo». Grotstein (1993) recuerda:
Albert Mason había podido obtener el auditórium del Instituto de Los Ángeles para una presentación de Bion sobre la Tabla. La audiencia incluía ante todo a aficionados kleinianos, aunque un miembro curioso del grupo clásico también estaba presente. Después que Bion de improviso presentara su concepción de la Tabla, cuya grabación fue más tarde transcrita y publicada como uno de sus más importantes trabajos, este analista del grupo clásico comenzó a criticarle en relación con el contenido y planteamientos de su presentación, llegando hasta a acusarle de un «¡inglés pobre!». La respuesta de Bion fue: «Bien entonces, no existe nada que pueda decirse que no produzca más calor que la luz» (p. 61).
En 1971 Bion se refirió a su relación con sus colegas en California como un «total fiasco», aunque en algún momento también habría dicho con su humor negro tan característico, que «si un analista era bien recibido, debería ser porque su trabajo era un fracaso». Sobre los californianos dijo:
Ellos están perplejos porque no logran entenderme, aunque tienen cierto respeto por lo que no logran comprender. Existe, si no es que estoy equivocado, más temor que comprensión o simpatía por mis pensamientos, personalidad o ideas. No hay dudas de la situación —de la situación emocional— que pudiese ser mejor en alguna otra parte. Puedo decir lo mismo de Inglaterra... (C, p. 334)
Para esta misma época, invitado por los argentinos, Bion fue recibido por Grinberg, quien, poco tiempo después, en 1972, publicó su bien conocido resumen sobre su trabajo. Grinberg (2000) recuerda el ataque verbal hecho por un analista senil que se había escurrido entre la audiencia y que llevó a Bion a expresar —después de un tenso silencio— que «alguien que había enfermado trabajando con algo tan terrible como la mente humana era digno de un gran tributo» (p. xx). Una ovación en grande en ese momento mostró que Bion se había ganado el corazón de los argentinos. Sin embargo, fueron los brasileños quienes privilegiados por la exuberancia amazónica se acercaron más a sus reminiscencias infantiles de la India. La justificación de esta hipótesis sobre el peso de la Amazonia, podríamos deducirla de un comentario hecho por Bion sobre el extraño sentimiento de familiaridad que le produjo la lectura del Mahabhrata, lo que le hizo suponer que la narrativa del texto sánscrito que ahora leía pudo haberle sido relatado por su nana en forma de cuentos. Pero para ser más justos, no podemos ignorar la calurosa acogida que la comunidad psicoanalítica del Brasil dio al «psicanalista mais grande do mundo», una comunidad sobre la cual recientemente Francesca (1995) ha dicho: «fueron encantadores, afectuosos, cultos, conocerlos y trabajar con ellos fue un verdadero placer» (p. 13). Bion a su vez les retribuyó con una claridad y un entusiasmo que nunca antes había dado a público alguno, fue un afecto mutuo de gran productividad y gran beneficio, cuyos momentos todavía vibran en la lectura de sus conferencias transcritas. Bion fue oscuro con los ingleses, parco con los americanos y dulcemente paciente con los brasileños. Resulta paradójico que cuando Francesca le reclamó la forma como postergaba la revisión de la lectura final de sus conferencias brasileñas —«era más fácil hacer que un niño tomase una medicina horrible»—, Bion le respondió: «No me agrada revisar mi propio vómito.»