Читать книгу El Seminario de Wilfred Bion en Paris - Rafael López-Corvo - Страница 8

CAPÍTULO I
Conferencia de Wilfred Bion realizada en París, el 10 de julio de 19786

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Bion: Debo explicar por qué estoy hablando en inglés. Es parcialmente porque yo no hablo francés aunque lo aprendí o me fue enseñado tal como es hablado en las Escuelas Públicas Inglesas, pero no es el francés que ustedes entenderían. Hay otras razones que aparecerán a medida que avancemos en nuestra discusión.

Quisiera recordarles que ésta es una conferencia de trabajo en la cual éste es un problema al cual nos enfrentamos cada uno de nosotros. Por ejemplo, un joven de 25 años se queja de tener una vida de familia poco satisfactoria; no estoy seguro acerca de a cuál familia él se refiere y durante una conversación previa le pregunto su edad y él responde 42. ¿Cuarenta y dos? Sin embargo ahora le dije 25. A medida que lo miro más de cerca noto líneas en su cara y pienso que luce más como de 62, que de 42 o de 25. Bien, ¿cuál es su edad?

La primera pregunta que les hago es, ¿tomarían este paciente o no? No estoy sugiriendo lo que ustedes deberían decirle al paciente, a mí o a alguien más, pero sí ¿qué se dirían a ustedes mismos? Si ustedes quisieran escribir ahora su impresión inmediata, sería quizás interesante para ustedes hacer una nota diciendo ‘sí’ o ‘no’. Para responder esta pregunta yo propongo usar un procedimiento en el cual yo asumo un vértice desde donde podría formarme una impresión de si quiero ver a este paciente otra vez.

Supongamos que entraron en una tienda de libros, tomaron un libro, ojearon algunas páginas y leen lo que yo acabo de decir. ¿Pondrían el libro en el estante y escogerían algún otro? ¿O preferirían revisar más páginas antes de decidir si leer ese libro o no?

De manera que mi segunda pregunta es: ¿ustedes están interesados en esta historia; quieren leer algo más acerca de ella?

Yo trataré otra más: supongamos que estuvieron escuchando parte de una pieza musical. ¿Podría esta música interesarles? ¿Decidirían ir a un concierto y oír el resto de la pieza musical? ¿O decidirían que esta no es la clase de música que les gusta? Este es otro vértice. Por supuesto, en realidad no tenemos mucho tiempo, pero podemos jugar aquí este pequeño juego.

Cambiemos de vértice otra vez: supongamos que caminaban a través de un edificio y vieron sobre el piso un diseño de colores arrojado por la luz que atravesaba una ventana. Heredia, en el poema “Vitral”7, describe las esfinges en las tumbas: ellas no pueden ver ni oír, pero con sus ojos de piedra ellas pueden ver estos colores desplegados en el piso. En la medida que este paciente está hablándome y la luz cae sobre esta conversación, ¿qué colores ven ustedes? ¿Les gustan? ¿Les gustaría invertir más tiempo allí? ¿Les gustaría estudiar la ventana a través de la cual los rayos de sol penetran, para descubrir el tipo de diseño que se encuentra en el vidrio de esa ventana?

No voy a sugerir nada más, por cuanto me gustaría que piensen sobre los varios vértices que pueden emplear cuando se enfrentan no con un libro, no con una pintura o una ventana sino con una persona. ¿Qué suerte de sombra proyectará él en la mente de ustedes?

Volviendo a la situación analítica: ¿deberíamos decirle a este paciente que vuelva de nuevo? ¿Deberíamos, como si lo fuera, abrir otra página del libro, escuchar algunas otras partituras de música o deberíamos parar allí? Cada uno de nosotros deberá responder estas preguntas a solas. No les pido tomar un vértice psiquiátrico: es prematuro aún. Ustedes tienen pocas frases de conversación y solo unos pocos momentos en los cuales pudieron ver a este hombre. Se sienten inclinados a decir, “Bien, pienso que sería mejor vernos mañana”, o la próxima semana, o “Yo podría verle otra vez dentro de un mes”. Nadie puede decirles qué hacer porque nadie conoce qué clase de persona son ustedes ni de qué son capaces.

Otra razón por la cual estoy hablando en inglés es la siguiente: me son familiares frases tales como, verde con envidia, amarillo con celos, negro con desesperación, rojo con ira. ¿Piensan ustedes de la misma manera? Y si así fuera, ¿qué colores ven en esta conversación? ¿De qué color pintarían esta conversación? Ustedes podrían decir que no son pintores, sin embargo es importante para ustedes saber quiénes son y qué hacen. Esta es la razón por la cual abogamos que la gente se psicoanalice y así se familiaricen y conozcan lo que ellos son en realidad. Es improbable que ustedes hayan descubierto esto aún. En tal forma que aunque su tendencia fuese decir que no son pintores, yo diría que sí lo son. Por tanto saquen sus colores; no escriban notas sobre esta historia, hagan algunas rayas sobre el papel. Usen colores simples como el azul, negro, amarillo, verde. Luego mírenlo; allí tendrán una idea de cómo el paciente les impactó. Si eres músico, ¿qué tipo de música escribirías? Si fueras escritor, ¿qué lenguaje escogerías? ¿Francés? ¿Francés de París, de Midi, o de Touraine?

Entonces, oigan la conversación de ustedes con sus pacientes, ¿qué lenguaje está siendo hablado, bien sea por él/ella, por usted o por ambos?

S. Resnik: Es interesante observar que en francés decimos que amarillo va con envidia en lugar de verde. Algunas veces verde es usado para ambos, envidia y celos.

Bion: Por eso es importante saber, no qué lenguaje se habla en Francia o Inglaterra –estos límites geográficos no son de importancia cuando la pregunta se relaciona con la mente, el carácter o la personalidad– sino tomar prestado del lenguaje de pintores, músicos, etcétera y utilizarlo en este tema extraordinario en el que estamos inmersos.

S. Resnik: ¿Cree usted que somos capaces de escoger el vértice?

Bion: Sí, y cuanto más saben de ustedes mismos, más sabrán el vértice a escoger para abordar el problema. Por ejemplo, mirando a este hombre, al cual tratamos de describir, ¿lo escogerían ustedes para ir a escalar montañas? ¿Lo escogerían como uno de su equipo en el Tour de Francia? Olvídense del psicoanálisis o la psiquiatría, por el momento. ¿Habría algo para lo cual ustedes lo escogerían? Sea que nos guste o no, la escogencia es arbitraria porque el análisis tiene que ser llevado a cabo por cada uno de nosotros en soledad –esta es una ocupación solitaria.

Nos hemos acostumbrado a la idea de que el psicoanálisis es un intento de aproximarnos científicamente a la personalidad humana. Esta es una perspectiva que le da gran importancia al hecho, a la verdad, a la cosa real. Si esto es así, hay cantidad de gente quienes son científicos sin esa categorización oficial. Un pintor, por ejemplo, puede creer que una pintura debería ser una verdad creíble, que debería mostrar algún aspecto de la realidad, el cual ustedes podrían no haber notado. Él no es un psicoanalista pero pinta un cuadro. Miren esta pintura y luego podrán ver cómo luce un árbol o una cara. Aunque un autor escriba acerca de caracteres imaginarios como Falstaff, Lear, Othello, Macbeth, éstos, sin embargo, nos recordarán personajes reales. ¿El último artículo científico que leyeron en la Revista Internacional de Psicoanálisis les recuerda personajes reales o no?

S. Resnik: ¿Está usted sugiriendo que la experiencia analítica podría ser en algún momento deshumanizante, si se transforma en una descripción científica fría, sin imaginación a su alrededor?

Bion: Pienso que hay gran peligro de que ello ocurra. Con frecuencia me encuentro con lo que se considera un psicoanálisis científico, pero esto no me recuerda nada, salvo fastidio.

La situación en el consultorio, es decir, la relación entre dos personas, podrían ser como las cenizas de un fuego. ¿Existe allí alguna chispa capaz de producir una llama? En este pequeño pedazo que he descrito, tendríamos que examinar, observar, proporcionar un cuidado devoto a los desechos mentales –pedazos de lo que nos han enseñado, pedazos de lo que hemos aprendido, pedazos de lo que el paciente ha enseñado. En el análisis vemos la totalidad de los desechos. ¿Qué ha sucedido con la cara de un hombre de 42 años? ¿Por qué luce como si tuviese 25 o 62? ¿Por qué dice que tiene 42? Todo es parte de despojos. ¿Podrán juntarse estos pedazos? ¿Será usted capaz de juntarlos en forma tal que tengan un sentido?

S. Resnik: ¿Cuando usted habla de desechos, está sugiriendo un derrumbe o fragmentación del aparato mental en fragmentos o pedazos? ¿Uno no tiene que estar realmente psicótico para de tanto en tanto tener alguna clase de experiencia psicótica?

Bion: La idea de una experiencia psicótica es algo muy cerebral. En análisis estamos preocupados con aquello que pueda ser últimamente expresado en términos cerebrales, pero esa no es la forma en que los hechos nos aparecen a los analistas practicantes. Esta es una razón por la cual tenemos que reconciliarnos con el hecho de que los pacientes no vienen a vernos con una etiqueta que dice ‘maníaco’, ‘depresivo’ o ‘maníaco-depresivo’ o ‘esquizofrénico’. Si viniesen con tales etiquetas los concebiríamos más como pedazos de desechos. No quiero decir, al llamarlos desechos, que no consideremos que merezcan atención; quiero decir más bien que es algo que debe ser observado y revisado con considerable cuidado, de otra forma usted podría estar botando lo necesario, la chispa vital. Uno no puede permitirse dejar de lado conjeturas imaginativas, basadas en el hecho de que no son científicas –en ese caso también podrían botar las semillas de una planta basándose en el hecho de que no son de roble o de lilas sino simple basura. Esto se aplica a todo lo que acontece en sus consultorios.

Sugiero que valdría la pena considerarlo no como su consultorio sino más bien como su taller. ¿Qué tipo de artista es usted? ¿Es usted ceramista? ¿Es usted pintor? ¿Un músico? ¿Un escritor? En mi experiencia, una gran mayoría de los analistas no saben en realidad qué tipo de artistas son.

S. Resnik: ¿Qué tal si no son artistas?

Bion: Entonces está en el trabajo errado. No sabría qué trabajo sería bueno para ellos porque aunque no fuesen psicoanalistas necesitarían ser artistas de la vida misma. Un matemático puede ver que una fórmula algebraica tiene belleza; un músico, leer una partitura la cual consiste en marcas negras sobre un papel blanco. Aun utilizando el lenguaje que más conozco, no podría decirle a usted que es un ‘artista’; preferiría que ustedes fuesen más allá de esa palabra y pudiesen ver lo que intento transmitirles mediante esta palabra inadecuada. Con certeza no es alguien capaz de engañar sus ojos, hacerles pensar que hay un árbol cuando no lo hay sino más bien alguien que les permita ver que en verdad hay allí un árbol con sus raíces, aun cuando éstas estén debajo de la tierra.

Estoy sugiriendo que detrás de este hombre de 42 años existe oculta una persona, y esa persona tiene raíces, un inconsciente, el cual, al igual que las raíces de un árbol, están ocultas a la vista. No solo existen ramas que están a su vez ramificadas y tienen venas sino que tienen raíces debajo de la superficie. Entonces cuando esta persona entra en su consultorio, ¿qué ve usted? No estoy simplemente preguntando lo que usted ve con sus ojos sino ante todo aquello que la intuición le permite a usted ver.

S. Resnik: ¿Cuando usted relaciona las raíces del árbol con el inconsciente, tiene usted la imagen de algo que pudiera ser concebido como raíces del inconsciente o el inconsciente como raíces?

Bion: No. El inconsciente es una de esas palabras inventadas por Freud en un intento de llamar la atención sobre algo que realmente existía. Pero comúnmente sucede que uno queda atrapado en la palabra, en esos interminables, desgastadores –por lo menos para mí– argumentos sobre la teoría kleiniana, sobre la teoría de Abraham, sobre todo tipo de teoría.

No puedo estar interesado en ellas porque oscurecen el hecho de que hay, hasta donde yo considero, cosas tales como la mente humana o la personalidad. No creo que alguien haya descubierto cómo describir el carácter humano o personalidad aunque un retratista realmente bueno puede pintar algo que muestre no el color de la piel o el perfil de la persona. Un artista de Inglaterra hizo un retrato de Winston Churchill. Su esposa lo odiaba tanto que lo destruyó. Sin embargo muchas personas pensaban que era un retrato bien logrado. El artista, Graham Sutherland, no era un psicoanalista, no en esa categoría, en ese compartimiento. ¿Pero era o no un buen analista? Similarmente, usted podría decirme ‘¡Ah! Sí, pero yo no soy Cézanne, no soy Sutherland’.

Yo no quiero halagarle, todo lo que quiero decir es ¿cómo saber que usted no lo es? ¿Ha estado usted en su atelier y descubierto qué tipo de artista es usted?

P (de alguien en el grupo): ¿Podría decir algo sobre lo que describe como cambio catastrófico?

Bion: La palabra ‘catástrofe’ tiene que ser comprendida a la luz de algo que va en dirección opuesta. Pienso en ello como un derrumbamiento [breaking down] lo cual está muy cercano a la metáfora de fragmentar [breaking up].

En una situación analítica, el analista está preocupado con el hacer consciente, intentando dar conciencia a algo que el paciente ha intentado mantener inconsciente toda su vida. Hay dos personas en el consultorio que se juntan el mismo tiempo, en el mismo espacio, pero la dirección en la cual están pensando es diferente. Podrían estar de acuerdo si el analista consiente en volverse muy perturbado y sufrir el mismo tipo de neurosis o psicosis que sufre el paciente, aunque se supone que el analista no debería perder su capacidad de estar consciente del mundo de la realidad, aun cuando éste podría estar lidiando con una realidad diferente. El ejemplo más simple que pudiese darles sería el siguiente: nos encontramos en un estado mental que generalmente conocemos como estar despiertos o conscientes de lo que está aconteciendo –bueno, eso pensamos–. Pero cuando estamos durmiendo nos encontramos en un estado mental diferente. Esta división entre el día y la noche no es muy esclarecedora, pero pienso que es útil si uno retiene la valiosa cualidad de ser capaz de poder dormir, además de la invalorable cualidad de ser capaz de estar despiertos. Este ‘matrimonio’ por lo general no parece armonioso. Por ejemplo, los pacientes podrían admitir que han tenido un sueño, el cual no toman en serio; no se sienten dispuestos de decirles a ustedes dónde soñaron y qué vieron. Dicen, ‘¡Oh, fue solo un sueño!’

No sé por qué ellos dicen ‘fue solo un sueño’. Si la bellota dijese, ‘Oh, fue solo una raíz’, ¿Qué podría uno pensar? Hasta la bellota de un roble le debe algo a las raíces. ¿Qué hacer con un paciente que piensa que ‘fue solo un sueño’? Freud consideraba que los sueños debían ser tratados con respeto. Yo pienso que es la parte más importante de su trabajo, aunque no creo que hemos estado cerca de cosechar las consecuencias de tratar los sueños con respeto.

S. Resnik: Los términos breaking down, breaking up son muy del idioma inglés, sin embargo la idea de breaking como experiencia catastrófica es universal.

Bion: ¿Qué le dice el paciente a uno cuando él piensa que se está enloqueciendo?

Usted tiene que descubrir desde el paciente lo que él quiere decir. Cuando él dice que está derrumbándose [breaking down], presumiblemente así es como luce y suena un derrumbamiento. Usted no tiene por qué creer que el diagnóstico del paciente es correcto, sin embargo usted puede por sí mismo mirar el cuadro de lo que él llama derrumbamiento. Usted tiene el chance de usar sus sentidos que le dicen a usted lo que esta palabra significa y también que lenguaje habla el paciente. No es bueno decir que el paciente está hablando francés o inglés: eso es inadecuado.

S. Resnik: ¿Es la especificidad de la experiencia de rompimiento [breaking] la que cuenta en la medida que se desarrolla en la transferencia, durante el ‘taller’ analítico?

Bion: Sí, y también la especificidad de lo que el analista hace. Las pinturas de Cézanne de la Montaña de Santa Victoria no serían iguales a las que yo podría hacer si le tomo fotografías. ¿Cuál es la diferencia? Usted deberá mirar las pinturas para encontrarla; ellas son el único lenguaje que Cézanne pudo hablar para transmitirme lo que yo debo ser capaz de ver si yo miro esa montaña.

Sus pacientes no son en realidad muy buenos artistas, sin embargo ellos generalmente saben cómo se siente el sentir los sentimientos que ellos sienten. Cuando ellos tratan de hablarle a usted, ellos no tienen mucho vocabulario. Así que oyendo lo que ellos dicen y mirando lo que ellos son, comparen ambos y luego formen sus propias conclusiones acerca de si ellos están –usando inglés como lenguaje– fragmentándose [breaking up], derrumbándose [breaking down] o avanzando [breaking through].

El paciente usualmente describe algo lo cual estoy seguro existe: dolor mental.

Cuando ello es físico usted puede preguntar, ‘¿Qué clase de dolor es ese?’

Con la clase de paciente que tenemos, nosotros necesitamos ser capaces de reconocer los diferentes nombres que ellos le dan al dolor: ansioso, atemorizado, aterrorizado, apenado, avergonzado y otros. Son todas variedades de dolor. Si tratara de pintarlos usted tendría que usar diferentes tonalidades de color, pero los psicoanalistas deben de inventar el lenguaje. Nuestro material no es visible ni palpable.

A veces un paciente no parece ser capaz de comunicarse y quiere sostener su mano, tener un método de comunicación físico. La mayoría de los analistas se restringen a la comunicación verbal, pero esto es solo un método de comunicación recién descubierto; no muy buen método, pero es lo mejor que conocemos.

S. Resnik: Recientemente tuve un paciente quien no sentía necesario hablar para comunicarse conmigo. Su lenguaje corporal y el clima en la transferencia eran de por sí maneras de hablar, de decirme cómo se sentía, lo cual no podía expresar de otra manera. Todo ello es útil para la construcción del “taller” psicoanalítico.

Bion: Tales pacientes no entienden realmente las posibilidades de la comunicación verbal. Ellos entienden las posibilidades de evacuar su orina, sus heces y hasta su aliento. De manera que al hablar, ellos están conscientes de la actividad muscular de expulsión, no de la cualidad mental del pensamiento.

S. Resnik: Esto confirma mi experiencia con este paciente. Una vez él estaba muy asustado acerca de un amigo llamado Pierre (que quiere decir “piedra” en francés). El paciente estaba inconscientemente proyectando o evacuando sus duros aspectos y sentimientos “petrificados”, buscando evitar sufrimiento y dolor. A veces él se transformaba en “pierre” por reintroyección y podía lanzarme piedras-sentimientos y piedras-palabras. Reincorporar estas proyecciones asustaba al paciente: hacerse cargo de sus propias tendencias destructivas.

Bion: Es muy difícil hacerse la idea a menos que usted esté con el paciente. Una posibilidad es lo impresionado que él está del movimiento muscular. De esta manera él estaría temeroso de perder parte de su personalidad si habla o de que podría herir al analista con estas piedras; podría decir cosas que serían hirientes, cosas rudas, insultos. Aun, una conjetura razonable podría ser que él teme que si fuese espontáneo o natural estaría diciendo cosas insultantes, las cuales disgustarían mucho al analista.

Cuando este paciente habla al analista, ¿qué aspecto de él mismo se está expresando? ¿Estará él consiente del crecimiento de cálculo renal [piedras] mucho antes que aparezca en rayos X o al ser palpado? Además de las ideas apropiadas de nuestra respuesta a la libre asociación del paciente, también pueden existir estas complicaciones: un síntoma corporal, un síntoma químico, la formación de un cálculo, podrían aparecer muy temprano en la mente antes de hacerlo de otra manera. La pregunta sería ¿qué le dice usted al paciente?

Cómo usted transforma sus pensamientos, sentimientos, ideas sobre lo que él presenta de sí mismo, a un lenguaje verbal que el paciente pueda entender y que sería el correcto. Esto es un problema complicado y yo no veo la manera de responder a esto salvo que usted esté en su consultorio.

S. Resnik: Me pregunto si esto pasa en nuestro contacto psicoanalítico con niños como también con el aspecto infantil en nosotros, el cual está reprimido algunas veces. Si nosotros como analistas somos capaces de conseguir contactarnos con nuestro propio aspecto infantil y responder a lo infantil en la transferencia.

Bion: Es difícil saber dónde está el origen del dolor. Los niños hoy en día son agudamente sensitivos a lo que está pasando; saben mucho sobre sus escuelas, sus maestros, el pueblo o ciudad o país donde viven. Pero no es igual a lo que nosotros sabemos como adultos. Así que cuando le dicen algo, usted puede estar razonablemente seguro de que su información es muy aguda pero su experiencia no es muy grande; no han vivido lo suficiente para comprender lo que su conocimiento o sus sentidos le dicen. Podría ser perfectamente normal para un niño ser leal con sus contemporáneos y por lo tanto no querer compartir información con alguien de una generación diferente. Por lo tanto hay una división que no es simple entre el inconsciente y la conciencia aunque esto es similar a eso; es una división entre lo que el niño le recuerda a usted acerca de lo que una vez usted fue y lo que usted sabe que usted es hoy día.

Usted puede haber olvidado que el niño que usted fue era leal a otros niños y niñas y no decía a sus padres cosas que usted sabía y que no consideraba peligrosas, porque usted no tenía suficiente experiencia para saber que ellas eran peligrosas.

Así que usted tiene este problema el cual en parte tiene que ver con usted mismo, y en parte tiene que ver con el niño real que viene a verle a usted, pero también está relacionado a lo que describo como ‘en boga’ [the vogue]. No estoy hablando acerca de la moda, que es una manifestación pasajera de lo que está en boga sino de la boga en sí misma, que es una fuerza que existe, siempre existe y es muy poderosa.

Siento que nos hemos alejado un rato largo de la entrevista con el hombre de 42 años. Aquí podemos discutir el problema todo el tiempo que queramos más no así en el consultorio. La pregunta es, ¿por qué me recuerda él a un joven de 25? Y ¿por qué al mirarlo me recuerda a un hombre de 62? En este punto me pregunto si tiene algunos niños. ¿Podrían estos hacerle lucir más joven o mayor? Pienso que me gustaría verle otro día; podría averiguar entonces si es casado o no, o si él y su novia han producido hijos.

He usado la idea del conflicto mental, sin embargo ¿hay conflictos físicos? ¿Puede una persona lucir de 25 y 62 a la vez, mas no de 42? ¿Qué músculos corporales están siendo usados? Algunos de ellos son las cuerdas vocales, ¿pero cuáles otros? ¿Qué hay acerca de su piel? ¿Qué acerca de las líneas o carencia de ellas en su rostro? ¿Cómo ha sido esto? ¿Como psicoanalistas, tenemos que estar alertas tanto del conflicto físico como del mental?

Recuerdo a un paciente quien siempre era muy colaborador y luego de un tiempo –temo que quizás después de mucho tiempo– se hizo claro para mí que éste era el único paciente a quien no le perturbaba la presencia del diván; cuando él se iba era como si nadie se hubiese acostado en él. Entonces se me ocurrió que él se acostaba en exactamente el mismo lugar cada vez que venía. Esto me hizo pensar que era una especie de catalepsia, de catalepsia mental.

Honestamente no podría decir que él tuvo algún sueño; honestamente no puedo decir que él estaba despierto; él estaba entre los dos. Él no estaba inconsciente; él no estaba consciente. ¿Cómo vivía él en tal exacto estado mental? Físicamente él podía acostarse en exactamente una posición en el diván: ahora resulta claro que él estaba haciendo lo mismo mentalmente.

P (un comentario de alguien del grupo): Hay dos puntos que me gustaría introducir. Primero, acá en París existen quejas de que no se discute la escogencia de pacientes. Segundo, me han dicho muchas veces que hay pacientes que quisieran terminar su análisis pero los analistas no le permiten destetarse.

Bion: Echaría mano de una expresión que siento útil, tomando prestado un término de un matemático: ‘iniciativa absoluta’. Por ‘absoluto’ quiero decir en cualquier dirección –iniciativa para regresar; iniciativa para avanzar–. Lo importante es la iniciativa y no la dirección. Pienso que esto es algo fundamental y básico, aun físicamente, casi como las funciones o los impulsos que surgen cuando las adrenales se vuelven activas haciendo posible la pelea o la fuga, correr hacia el peligro o escapar de él. Digo ‘iniciativa’ para darle ese lugar neutral entre las dos. ¿Quién da a luz a un niño? ¿La madre o el feto a término? ¿Será que el feto a término en alguna forma indica que ya tuvo suficiente de estar dentro de la madre? ¿Es la madre quien indica que ya fue suficiente de cargar un peso en ella? Esto es una forma de ponerlo en términos pictóricos. Comencemos nuevamente.

¿Es el paciente quien quiere ver al analista, o es el analista quien quiere ver al paciente? Creo que la situación cataléptica no representa un formato de refugio; tampoco ustedes lo hacen.

El otro día escuché un recuento interesante de un paciente que parecía mencionar el 14 de Julio. Aparentemente decía muchísimo, pero no decía nada de la toma de la Bastilla o de la gente bailando en las calles celebrando el día de fiesta. Esto se asemeja ha estar mirando unos rayos X en el cual se ven los pulmones, ¿por qué está velada esta parte? ¿Por qué no puedo ver las costillas claramente? ¿Qué pasa con esta historia? Mientras miramos estos desechos, como los llamo, tendrá usted que estar consiente de aquello que no es correcto en la historia que le han contado. ¿Qué falta? Usted sólo ha escuchado el comienzo y con certeza tendrá que ver al paciente otra vez. Pero cuando usted hace eso, usted también está iniciando el análisis y podría descubrir que no quiere continuar con ese paciente pero que ese paciente sí quiere continuar con usted. En todo momento usted tiene que estar consciente de esa posibilidad. Lo mismo se aplica para su taller: usted podría no haber decidido qué tipo de artista quiere ser, pero usted puede ver en qué área es usted verdaderamente capaz, que usted puede hacer ‘lo mejor de un mal trabajo’, como decimos, y decidir descubrir lo que usted logra hacer con lo que tiene en su taller.

Es muy importante estar consciente de que usted nunca podría estar satisfecho con su carrera analítica si siente que se encuentra restringido a lo que estrechamente se llama un acercamiento ‘científico’. Necesita tener una oportunidad de sentir que la interpretación que proporciona es hermosa o que obtiene una respuesta hermosa de su paciente. Este elemento estético de la belleza hace que una situación difícil sea tolerable. Es extremadamente importante atreverse a pensar o sentir aquello que usted piensa o siente sin importar cuán poco científico esto sea.

El Seminario de Wilfred Bion en Paris

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