Читать книгу Construyendo el amor conyugal - Ricardo E. Facci - Страница 9
ОглавлениеSaber escuchar
El que quiera oír, que oiga
(Mt 13, 9).
Este pensamiento de Jesús, el que quiera oír, que oiga, que manifestó en varias oportunidades, perfectamente lo podemos referir al diálogo conyugal. Generalmente ocurre, que al profundizar el tema del diálogo, en muchas parejas se toca una herida muy dolorosa: la ausencia de un diálogo maduro.
Es necesario no desanimarse. Es posible recomenzar el diálogo. ¿Cómo? Sacrificando todo por llegar a la comprensión mutua, reconociendo aquello en lo que cada uno falla, haciendo un verdadero y profundo examen del diálogo, pero por sobre todas las cosas, aprendiendo a escuchar, pero a escuchar amando.
El que quiera oír, que oiga. Queda claro que Jesús no le hablaba a sordos, a personas con problemas auditivos, sino que se dirigía a aquellos que simplemente recibían las palabras en un oído, no dejándolas penetrar hasta el corazón. El que quiera oír con el corazón, que oiga.
Solo quien se disponga realmente a abrir el corazón a la palabra del otro, sabrá escuchar amando. Dialogar, antes que hablar, es escuchar.
¿Cómo escuchar amando?
+ Teniendo una disposición tal que el otro se sienta animado a seguir trasmitiendo su interioridad.
+ Preguntando, como para motivar a que el interlocutor pueda profundizar más en su tirria.
+ Evaluando si lo escuchado es exacto. En los momentos en que se crea oportuno, es necesario realizar una síntesis de lo escuchado y volcarlo en el otro, para que evalúe, si se ha recibido lo que se quiso trasmitir.
+ Evitando juicios y actitudes defensivas.
Escuchar no es solo dejar penetrar las palabras del otro en nuestro sistema auditivo. Es acoger al otro como persona a través de su palabra. La capacidad de escuchar amando depende de cuán profundo sea el deseo de ser alcanzado por el otro. Escuchar requiere apertura.
Es necesario saber escuchar para lograr un profundo diálogo. Todo es posible para los que se aman, especialmente trabajar en la reconstrucción o el acrecentamiento del diálogo. Para iniciar este camino, es necesario un verdadero examen para descubrir la responsabilidad personal de cada uno, en cuanto a que el diálogo conyugal no ha llegado aún a ser plenamente profundo.
No se logra el ideal del diálogo:
+ Cuando las conversaciones se remontan permanentemente al pasado, recomenzando siempre las mismas discusiones, los mismos temas.
+ Cuando uno de los dos constantemente rechaza las ideas del otro.
+ Cuando por falta de capacidad de escucha no se descubre que ambos expresan lo mismo:
+ Cuando la coincidencia en un punto, tiene como revancha la oposición en diez.
+ Cuando se sacan a relucir obstinadamente los temas que separan, en lugar de resaltar los que unen.
+ Cuando se elabora la respuesta, sin atender a lo que el otro está diciendo.
+ Cuando la odiosa costumbre de contradecir, de interrumpir y de levantar el tono no se da por vencida.
+ Cuando sólo se expresan palabras hirientes y se interpretan las palabras del otro en un sentido falso y poco comprometedor para sí.
+ Cuando se quieren sostener las proposiciones más discutibles como verdades fundamentales.
+ Cuando por ser orgulloso, soberbio e intolerante, se prefiere seguir viviendo en el barro de charcos contaminados en lugar de buscar fuentes de agua viva cristalina.
+ Cuando se esperan atenciones y agradecimientos, y se recibe solo reproches.
+ Cuando a las ideas que uno está dispuesto a defender hasta la muerte, el otro las combate con sonseras.
Cuando todo esto sucede en una pareja matrimonial, se construye un verdadero infierno, pero un infierno de frío.
Construir el diálogo, “escuchando con amor”, es solidificar la armonía conyugal.
Para dialogar en pareja
1.- ¿Estamos dispuestos a “escuchar amando”?
2.- ¿Qué sentimientos produjo en nosotros dialogar este capítulo?
Para orar juntos
Señor,
cuántos perdieron la oportunidad,
cuántos siguen en tinieblas,
por no escuchar tu Palabra
con un corazón abierto.
No queremos que en nuestro matrimonio
ocurra lo mismo,
quedar cada uno en tinieblas,
por no hacer crecer la luz
de conocernos más y mejor.
Señor,
queremos conocemos más profundamente,
a través de un diálogo
garantizado por una manifiesta
capacidad de escucha,
y así, no solo recibir la palabra del otro,
sino a él mismo.
Ayúdanos, a “escuchar amando”.
Amén.