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Gottfried agitó la copa de vino y comprobó con una profunda inhalación el bouquet de su Pinot noir.

Cheers” sonó un agradable gong cuando brindó con Phil. Siguió brindando con el resto de la mesa, antes de dar el primer sorbo.

A good recommendation” dijo, dirigiéndose a Phil. De verdad que era una buena recomendación. No solo el vino, sino también el restaurante en Little Italy habían sido ambos una buena elección: ambiente tranquilo y elegante, servicio atento, una carta espectacular.

Solo se había comido la mitad del filete argentino y también dejó algunos camarones fritos del entrante. Hacía semanas que ya no le entraba la comida.

Sabía que ya podía tirar por la borda los planes para los próximos días. Estos juristas americanos y sus suspicacias. Estuvo bien que Ron descubriera los fallos en las cláusulas del borrador del contrato. En cualquier caso, parece ser que tendría que quedarse para esa reunión hasta el miércoles o incluso el jueves, para aclarar todos los temas y llegar a un acuerdo satisfactorio para ambas partes.

Estaba sentado en la reunión cuando recibió noticias de Olaf sobre sus investigaciones acerca del asesinato. ¡Vaya, había averiguado un montón de cosas! No solo el nombre y dirección de su novia, sino también el nombre y dirección de su director de tesis, un tal Falkenstein. Como Olaf siguiera así, aunque no llegara a esclarecer el caso, seguro que acababa en la cárcel por delitos informáticos.

“¿Falkenstein?” con el acento americano de Phil sonaba como Frankenstein

Sounds familiar.”

Gottfried conocía muy bien los fabulosos contactos que tenía Phil en las universidades. Seguro que él podía sacar información del profesor, que le ayudaría en la investigación. Acercó a Phil su plato de crema catalana “Mi postre a cambio de información sobre Falkenstein.”

Phil se rió y entró en el juego, a pesar de que sabía que a Gottfried no le entraba ni una cucharada más en su demacrado cuerpo. “¿Profesor de Física?” pensó un momento. “Seguro que Leon Chang lo conoce.”

Gottfried asintió. Seguro que Phil conocía a algún profesor en Princeton, Berkeley o Harvard que le contara algo sobre Falkenstein. Daba la impresión de que el viejo tejano no se encontraba muy a gusto en esos círculos. Siempre llevaba su corbata de cordón, una corbata tejana hecha de cuero trenzado. Combinada con su barba gris, Phil parecía el coronel sureño que aparecía en la publicidad de la cadena KFC, mucho más que un doctor en económicas, lo que él era realmente.

“Quiero saber todavía algo más sobre ti” Gottfried se inclinó hacía él. Nadie tenía que oír lo que le iba a decir. “Va de luchas de poder entre doctorandos.”

Phil hizo una mueca de drama: “No politics!

Por supuesto que no aspiraba a mantener una discusión política con Phil. Nada más conocerse ya supieron que para mantener su amistad no tendrían que hablar nunca, lo que se dice nunca, sobre política. Ya fuera sobre ley de armas o presidentes presuntuosos, Phil siempre parecía tener ese punto de vista que a Gottfried le hubiera sacado de quicio en cualquier otra persona. Si se olvidaba de esa faceta de Phil, por lo demás era un tío estupendo y también un buen amigo desde hacía años.

“Me interesa tu valoración: ¿Crees que los doctorandos de Física son, políticamente hablando, de izquierdas?”

Phil le miró perplejo “Habrá algunos que sí y otros que no” dijo, antes de romper en una sonora carcajada.

Virus-Cop: Muerte en el Nidda

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