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Otras Aproximaciones "Clínico-Cognitivas"

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Por su parte la meditación – que involucra a la cognición en medida no menor – hace referencia a un muy amplio y variado rango de prácticas; se trata entonces de un concepto más bien equívoco. En un sentido genérico, meditación involucra una profunda y tranquila autorreflexión. Elementos esenciales para delimitar el tipo de meditación en cuestión, hacen referencia al uso o no de relajación, a la estabilidad del proceso, a la claridad de las posibles imágenes, a la inclusión o no inclusión de objetos, a si los ojos están abiertos o cerrados, a la recitación o no de frases, a la posible manipulación de la respiración, a las posturas y ejercicios corporales; y a los efectos corporales, afectivos o cognitivos esperables durante y después (Lutz, Dunne y Davidson, en prensa).

En un sentido de fondo, la meditación no es un intento de analizarse uno mismo y no procura obtener conclusiones. El no pensar es un requisito para meditar. La meditación es un proceso de observación pasiva; involucra un dejarse fluir y "dejar ser". En suma: la meditación involucra una falta de guía racional, lógica y secuencial.

En tiempos más recientes, se ha venido enfatizando el concepto de "mindfulness" (Hanh, 1987). Con un fuerte sabor fenomenológico, el concepto se relaciona con "plenitud mental", con darse cuenta, con meditación: "Cuando estás triste, mindfulness significa que sabes que estás triste. Cuando estás temeroso, mindfulness significa que sabes que estás temeroso. Cuando estás enojado, sabes que estás enojado" (Bien, 2006, p. 52). El concepto no es de fácil traducción, y hace referencia a la "aceptación", en su nivel más radical. "Mindfulness es el pleno darse cuenta de los propios estados internos y del entorno" (apa, Dictionary of Psychology, 2007, p. 581). Ligado al budismo Zen, el concepto involucra un prestar atención, de una manera particular: a propósito, en el momento presente y sin enjuiciar (Kabat-Zinn, 1994). El término "mindfulness" es usado primariamente no para referirse a los aspectos más focalizados de la mente, sino para referirse al "meta-awareness" que examina ese foco y su relación con el objeto propuesto (Rabat-Zinn, 2005). "El objetivo de la terapia "mindfulness" es ayudar al paciente a relacionarse con su vida emocional y con toda su experiencia, de una manera diferente" (Bien, 2006, p. 69); la idea es ayudar al paciente a experienciar paz, no a través del reprimir experiencias, sino a través de la aceptación de lo que vaya surgiendo. En esta perspectiva, el budismo Zen favorece la aceptación radical del momento, sin cambio; aceptar la realidad sin distorsiones y sin enjuiciamientos. La práctica incluye focalizarse en el momento actual, dejando de lado las ataduras que obstruyen los caminos de "iluminación". Zen enseña que cada momento es completo en sí mismo y que el mundo es perfecto tal como es; por lo tanto, se focaliza en la aceptación, validación y tolerancia, en lugar del cambio. En contraste con la evidencia experimental, Zen enfatiza la evidencia experiencial… como forma de comprender el mundo.

El concepto de "mindfulness" – y las técnicas de meditación, observación, etc., ligadas a éste – han sido incorporados por Marsha Linehan a la Terapia Conductual Dialéctica (Heard y Linehan, 2005). Es una especie de etapa de observación/aceptación; en este contexto, sin embargo, es una aceptación para un cambio posterior. Estos conceptos y técnicas también han sido aplicados al tratamiento del estrés (Rabat-Zinn, 1994), al tratamiento del dolor crónico (Rabat-Zinn et al., 1986) y al tratamiento de la depresión (Segal, Teasdale y Williams, 2002).

Las habilidades ligadas al concepto de "mindfulness" involucran enseñar al paciente a observar, describir y participar… sin enjuiciar; focalizándose en el momento presente. El objetivo de la "meditación mindfulness", es el desarrollo de un insight profundo acerca de la naturaleza de los procesos mentales, toma de consciencia, identidad y realidad, y el desarrollo de óptimos estados de bienestar psicológico. En esta meditación hacia la "plenitud mental", los pensamientos, sensaciones y sentimientos son experienciados libremente, tal cual surgen; otro tanto se procura cuando se observa el entorno. "Estas habilidades ayudan a los clientes a fortalecer su darse cuenta de la realidad y son una parte inherente para las habilidades en otros módulos. Antes de que uno pueda cambiar el cómo uno es, primero deberá estar consciente acerca de cómo uno es" (Heard y Linehan, 2005, p. 306). Por ejemplo, llegar a estar consciente de los múltiples factores que contribuyen a un solo episodio emocional – eventos anticipatorios, interpretaciones, expresiones faciales, acciones – facilitaría el desarrollar habilidades de aprendizaje para cambiar esos factores.

También desde el paradigma cognitivo, aunque desde otra perspectiva de análisis, es necesario enfatizar el hecho que ambiente existente es diferente de ambiente percibido; esto se liga a lo ya señalado en el sentido que el mismo ambiente no es igual para personas diferentes, ni para la misma persona en momentos diferentes. No somos tan solo un eco pasivo de nuestro ambiente. Por lo pronto, la persona realiza una selección – más activa o más pasiva – entre la multiplicidad de estímulos que configuran su entorno. Ya von Uexkull distinguía entre "contorno" y "mundo circundante"; este último era aquello que nos afectaba desde el "contorno" o ambiente existente. Entiende por mundo circundante"lo que surge en el vivenciar del individuo de este mundo exterior, mediante sus órganos perceptivos" (Lersch, 1962, p. 13). Esto pone en juego el rol que desempeñan nuestros procesos atencionales. Si atendemos preferentemente a lo que valida un esquema disfuncional, éste se perpetuará. Si atendemos preferentemente a los aspectos negativos de nuestro ambiente, el "mundo circundante" – así generado – tendrá en nosotros un impacto preferentemente negativo. Por su parte, las estructuras cognitivas desadaptativas presionan a la persona a atender y a validar aquella información consistente con el esquema. Es así como, en la génesis cognitiva de desajustes psicológicos, la atención selectiva a lo negativo ha sido postulada como un error cognitivo generador de ansiedad y/o depresión (Beck, 1976).

El atender involucra un "rescatar", desde un ambiente multifactorial, aquello que seleccionamos como figuras contra el fondo. Pero, lo así rescatado, tampoco produce un impacto automáticamente. La persona puede significar ese "material" de múltiples maneras. Y la persona puede magnificar o bien minimizar el significado de lo percibido. Cuando la persona sistemáticamente magnifica lo negativo y/o minimiza sistemáticamente lo positivo, se va fabricando ansiedad, ánimo depresivo, rabia, etc. (Beck, 1976). En este proceso de magnificación/minimización, suelen participar las ya explicitadas estructuras cognitivas; estas estructuras incluso suelen dirigir el curso de estos procesos. Sin embargo, pueden participar también otros eventos y estilos cognitivos, tales como el locus de control, el estilo atribucional, las expectativas acerca de la utilidad de la conducta, las expectativas de autoeficacia, y los autodiálogos.

El concepto de locus de control (Rotter, 1954), hace referencia a la percepción de la persona acerca de la causalidad de los eventos. Este estilo perceptivo – esencialmente cognitivo – permite clasificar a las personas en más internalizadoras o más externalizadoras. Las personas internalizadoras asumen que la causa de lo que les sucede está básicamente bajo su control, bajo su responsabilidad; la máxima "de mí depende" es aplicada aquí con frecuencia. Por su parte las personas externalizadoras, asumen que lo que les ocurre está básicamente fuera de su control; un resignado "es el destino" o bien un "Dios dirá" pasan a tener un rol predominante. En el ámbito de los desajustes psicológicos, una persona excesivamente externalizadora tenderá a ser pasiva, resignada; con poca participación activa en la resolución de sus problemas y en su proceso terapéutico.

El estilo atribucional ha sido postulado también como fuente etiológica de depresión (Abramson, Seligman y Teasdale, 1978). La tendencia sistemática a atribuir los éxitos a factores externos, inestables y específicos (ayuda, suerte), y los fracasos a defectos personales internos, estables y globales (soy torpe, soy incapaz), generaría baja autoestima y ánimo depresivo. "La depresión se producirá cuando el individuo espera que eventos malos ocurrirán, espera que no puede hacer nada para prevenir su ocurrencia, y construye la causa como un resultado de factores internos, estables y globales" (Seligman, 1981, p. 124).

Cuando la persona genera la expectativa de que su conducta será inútil – para superar sufrimientos y frustraciones – se llega al desamparo, a la desesperanza aprendida, a la indefensión (Seligman, 1981). Este modelo etiológico para la depresión extrema surge a partir de estudios con gatos (Masserman, 1971), ratas (Maier y Testa, 1975) y con perros (Maier y Seligman, 1976); también ha sido observado en humanos (Klein y Seligman, 1975). El mecanismo etiológico del desamparo es esencialmente cognitivo; más allá de que la conducta pueda ser efectiva o no, es la génesis de bajas expectativas lo que influye. "Es la expectativa, no las condiciones objetivas de controlabilidad, el determinante decisivo del desamparo" (Seligman, 1977, p. 210).

Por su parte Bandura (1977) ha propuesto un modelo para la génesis de ansiedad, basado en las expectativas de autoeficacia. Según Bandura, cuando la persona espera ser capaz de ejecutar bien una conducta, se genera poca ansiedad al momento de ejecutarla. Si la persona espera ser capaz de dictar una buena conferencia, se generaría escasa ansiedad antes y durante la ejecución. Otro tanto ocurriría al asistir a un cóctel, al dar un examen, al conquistar una mujer, etc. La hipótesis es que, cuando la persona cree que lo puede hacer bien, se tranquiliza. A contrario sensu, pacientes ansiosos, fóbicos, etc., tendrían bajas expectativas de autoeficacia. Para Bandura, es fundamentalmente la ineficacia percibida para enfrentar eventos potencialmente aversivos lo que hace que estos sean temibles. "Evocando pensamientos acerca de ineptitud, los individuos pueden llevarse a sí mismos a elevados niveles de ansiedad que exceden con mucho el temor experimentado durante la real situación amenazante" (Bandura, 1977, p. 199). Desde esta perspectiva, un objetivo psicoterapéutico central será elevar las expectativas de autoeficacia. Para fortalecer expectativas de autoeficacia, Bandura enfatiza el rol informático derivado de los logros de ejecución de la persona, de la experiencia vicaria derivada de la observación de otros, de la persuasión verbal ejercida por terceros, y del arousal emocional ligado a las conductas de enfrentamiento.

Lo que la persona se dice – o deja de decirse – puede contribuir a generar importantes problemas psicológicos (Meichenbaum, 1977); vía autodiálogos disfuncionales, la persona puede autogenerarse diversos desajustes. Un niño pasa a facilitar su impulsividad, por la vía de no decirse nada antes de actuar. Al omitir cogniciones, actúa primero y piensa después; pasa del impulso a la acción, sin intercalar cogniciones que rompan el automatismo de la respuesta. A su vez una persona puede generarse ánimo depresivo, por la vía de decirse mensajes derrotistas: "de nuevo la embarré", "no tengo remedio", "soy un imbécil". O bien puede acentuar su poca asertividad, por la vía de decirse "mejor lo dejo pasar", "para qué me meto en problemas". Por estas vías, los autodiálogos y las autoinstrucciones pueden tener un rol en la génesis y/o mantención de diferentes desórdenes.

De acuerdo con los planteamientos de Meichenbaum, una psicoterapia efectiva debería centrarse primeramente en las conductas del cliente y en las reacciones que éstas elicitan en su medio ambiente. A continuación, el énfasis debería ser puesto en el diálogo interno del paciente; lo que se dice a sí mismo antes, durante y después de su conducta. Esto, a su vez, facilitaría el acceso a las estructuras cognitivas que hacen surgir un diálogo interno específico. Meichenbaum propone cambiar lo que la persona se dice a sí misma, a través de una variedad de estrategias tanto cognitivas como conductuales.

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