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El gesto del capitán

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Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará (Proverbios 22:6).

Para pocos es novedad que el equipo de fútbol español Barcelona logró triunfar en la Liga de Campeones de Europa a fines de mayo de 2011. Sin embargo, lo que no todos saben es que, en plena temporada, le detectaron un tumor en el hígado al defensa francés Eric Abidal. Por supuesto, la noticia afectó al jugador y apenó a sus compañeros, y a los directivos, los socios y los simpatizantes del club.

Abidal se sometió a una intervención quirúrgica en marzo de ese año y, luego de una rápida rehabilitación, pudo jugar el partido de la final que llevó a su equipo a lograr el título en el más prestigioso campeonato de clubes del viejo continente.

La final, que se jugaba en Londres, estuvo llena de gestos que todos disfrutamos. El más impactante fue el de Carles Puyol, capitán del equipo más famoso del mundo, que rindió un homenaje a su compañero Abidal al entregarle el brazalete de capitán para que pudiera ser el primero en recibir el trofeo. Hizo a un lado el privilegio que le correspondía a él: alzar la presea y disfrutar de la gloria.

Eric recibió el trofeo y lo levantó con una fuerza e intensidad pocas veces vista. Este hecho fue conmovedor y muy apreciado por sus compañeros, los rivales y todo el público presente en el imponente estadio de Londres, así como por los millones que lo vimos por televisión. El principal comentario fue: “Eso es Barcelona”.

El entrenador del equipo, Josep Guardiola, declaró:“Puedes ganar o perder, pero estas cosas son de calidad humana y es un gesto que honra a Carles, un gesto que nos hace un poco más fuertes”. Eric, un hombre que hacía unos meses había sentido que el mundo se le derrumbaba, dijo lo siguiente: “El gesto del capitán hizo de este el mejor día de mi vida”.

Sin duda, esta fue la demostración del compañerismo que existe en este equipo. ¿Será un sello del poderoso Barça? ¿O es un acto aislado? Barcelona cuenta con una residencia, La Masía, un lugar donde se forma deportiva, moral, emocional e intelectualmente a los jóvenes que han dejado sus tierras natales y familias o países, para hacer carrera en el club. La Masía no solo es la casa de estos muchachos, sino también su escuela. Es un lugar en el que tienen maestros llamados a dejar huellas en la vida de estos jóvenes, para formarlos, no solo como futbolistas, sino como mejores personas. Maestros que, seguramente, deben sentirse orgullosos con este gesto que ha marcado la vida de una persona.

Todo verdadero maestro posterga sus intereses personales en favor del otro cuando sea necesario. El maestro de verdad ofrece oportunidades y valora lo que realmente es importante. Enseña que amar es un compromiso divino, porque Dios se desprendió de sus privilegios cuando se encarnó en Jesús para guiar con humildad, sembrar con amor, y cosechar con agradecimiento y lleno de felicidad. Nuestro Maestro desea guiar a sus alumnos por este mundo hacia la vida eterna. Sus lecciones dejan huellas que ni el tiempo ni las circunstancias podrán borrar.

Recuerda

Tú también puedes decir: “El gesto de mi maestro Jesús hizo de este el mejor día de mi vida”.

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