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Una mirada al cielo

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Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó (Romanos 8:37).

Cuando Frederic nació, su patria, Polonia, estaba invadida por las naciones vecinas.

Cierto día, su madre se acercó sigilosamente hasta la sala, donde el pequeño estaba tocando el piano. De pronto, el niño comenzó a llorar sin consuelo.

Su progenitora, que era una apasionada de la música, se sintió muy afligida porque pensó que a Frederic no le gustaba la música. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que había sido tan grande la emoción del niño que, al no poder expresarla, lo había hecho a través del llanto.

Cuando Frederic comenzó a caminar miraba de reojo a su mamá, para que ella lo sentara al piano y tocara melodías.

Cierta vez, ante la mirada maravillada de sus padres, Frederic se bajó de su cama, fue hasta el piano y se sentó. Entonces, probó algunas notas e interpretó sus primeros arreglos sobre la melodía que estaba tocando su madre.

A los seis años, comenzó a estudiar con el maestro Zywny y, a los trece, ya había aprendido todo lo que su maestro sabía. Luego, su educación musical fue confiada al maestro Elsner, director del conservatorio, quien al poco tiempo lo calificó como un genio musical. En una carta dirigida a sus padres, les decía:

“...Frederic es semejante a las águilas; mostrémosle las regiones sublimes y sigámoslo en su vuelo hasta donde nos alcance el aliento”.

Pronto vinieron los conciertos. Uno tuvo lugar, nada más y nada menos, en la casa del gran duque Constantino.

Cuando terminó, el príncipe lo felicitó y le preguntó:

–He observado que, durante todo el tiempo en que usted estuvo tocando, dirigía su mirada hacia arriba. ¿Es que buscaba usted las notas del cielo?

–¿Y no es allí, excelentísimo señor, donde hallan inspiración todos los artistas? –respondió Frederic, sin titubear.

Desde ese día, el duque fue uno de sus poderosos protectores.

Las palabras de Frederic Chopin, un verdadero triunfador, revelan que reconocía dónde estaba la fuente de su inspiración musical.

Su rostro era fino y alargado; tenía la boca chica, y los ojos claros y soñadores, enmarcados por un largo pelo oscuro; pero lo que más resaltaba en él eran sus manos delicadas y blancas, de movimientos refinados.

Fue capaz de conquistar audiencias en París, en Londres y en Mallorca. Sin embargo, no pudo vencer a la tuberculosis que, para cuando él tenía 26 años, ya se había apoderado de su débil cuerpo.

Sus obras, mayormente para piano, constan de 27 estudios, 25 preludios, baladas, mazurcas y aires variados.

Falleció en 1849, pobre pero rodeado de amigos.

Recuerda

Los verdaderos campeones hallan inspiración al mirar al Cielo. Tú debes imitar la actitud de ellos: pídele a Dios la sabiduría para tomar buenas decisiones.

Puedes comenzar ahora mismo; no es demasiado tarde, ni demasiado temprano. Recuerda que Chopin comenzó a tocar el piano a los seis años y a los trece años ya era reconocido como un genio musical. El que quiere triunfar en la vida no está limitado por su edad o por su entorno.

¿Rendirse? ¡Jamás! Y otras historias

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