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Humildad

La humildad es un rasgo esencial del Yo maestro espiritual. Como puede haber distintas ideas sobre el significado de humildad, dejaremos claro nuestro contexto para estar seguros de que todos hablamos de lo mismo.

La humildad, en su conexión con el autodominio, es una emoción espiritual y no un atributo del ego. A medida que crecemos espiritualmente, la humildad se entreteje cada vez más con nuestra comprensión de la conciencia de unidad, porque llegamos a entender, cada vez más, que no somos la fuente definitiva de todo, pese a ser cocreadores, sino que formamos parte del poder Creador definitivo de este universo.

Todo cuanto hacemos, ahora o más adelante, procede del Creador, que obra a través de nosotros. Somos los ojos y oídos del Creador en este exacto momento de la Creación, y, en este momento exacto, pero no somos en modo alguno la fuente del poder creador. Sea cual fuere el poder creador que poseemos, surge únicamente de nuestra conexión con el Creador. Y, como ya sabes, ni siquiera existiríamos sin esa conexión. Eso significa que nada de lo que hagamos o consigamos dimana de nuestro poder personal de creación, dado que no tenemos ninguno.

Humildad y ego

Uno se mete en problemas con la humildad cuando el ego está implicado. Cuando empezamos a adquirir una percepción exagerada de nuestro yo. Cuando podemos empezar a sentir que somos algo especiales. Y es entonces cuando empiezan los problemas.

Si decidimos transitar por esa calle, nos estamos adentrando más en la dualidad y en la tercera dimensión, que ya sabemos que es la dirección equivocada. Comenzamos a adquirir imágenes exageradas de grandeza y tenemos la sensación de que le estamos haciendo un favor al mundo solo por vivir. Todos hemos conocido a personas así, y su exagerada percepción de sí mismas dificulta el que reflexionen en cómo sus palabras y acciones influyen en quienes las rodean. Esto suele acarrearles muchas dificultades en la vida. Evitaremos todo esto si mantenemos el ego a raya y aceptamos que el Creador es la única y verdadera fuente de toda la Creación.

Humildad espiritual

Si no estamos desequilibrados y el ego no está fuera de control, resulta mucho más fácil reconocer que el Creador es la verdadera fuente de toda Creación. Desde esta perspectiva, es fácil ver que no somos más que un vehículo que el Creador utiliza para expresar SU voluntad, y cualquier «grandeza» le atañe solo a Él. Este punto de vista facilita el que estemos agradecidos por la confianza que el Creador ha depositado en cada uno de nosotros, y agradecidos por la oportunidad de crear un mundo lleno de amor y dicha en nombre del Creador. Cuando se producen milagros, reconocer al Creador como fuente de los mismos nos facilita el mostrarnos agradecidos en lugar de orgullosos.

En resumidas cuentas, la humildad espiritual emana de la total aceptación de que por nosotros mismos nada podemos hacer. Incluso generar energía negativa, que es una porción de nuestra experiencia humana en tercera dimensión, está más allá de lo que podemos hacer por nuestra cuenta. Generar energía negativa significa que estamos empleando de modo erróneo el poder creador otorgado por el Creador. (Nota: el Creador, por SÍ SOLO, no creará nada a partir de frecuencias de energía negativa. Todo pensamiento o idea que propague energía negativa seguramente será una idea de origen humano, no divino. El poder de manifestación es el poder de creación). Cuando somos espiritualmente humildes, por nuestra boca sale la verdad, actuamos de acuerdo con las leyes espirituales y glorificamos al Creador por todo en nuestras vidas, lo consideremos bueno o malo.

Adquirir verdadera humildad

Adquirir humildad conlleva práctica. Quieres sentirte complacido de obtener un resultado sin sentir el orgullo de que fuiste la causa de ese resultado. Para aportar un ejemplo real nos sirve una «historia de Kevin»:

Historia de Kevin:

La mayoría de vosotros no sabréis esto, pero me gradué en el Palmer College of Chiropractic y ejercí de quiropracticante. Pude apreciar en muchos de mis compañeros de clase las cualidades de la «gente que se cree importante» y cree que, como quiropracticantes y sanadores, son ellos los que curan al paciente. Creían que su destreza era lo que más contaba. Yo sabía desde el comienzo que la verdadera curación de un paciente nada tenía que ver conmigo, que yo no era capaz de curar nada. Es la inteligencia del cuerpo de los pacientes la que obra la curación, no yo. Mi labor era hacer cuanto estuviese en mi mano para eliminar los obstáculos a la curación. Aunque siempre me ha complacido ver cómo los pacientes se sentían mejor, conservé la humildad porque sabía que sin el espíritu no sería capaz de marcar ninguna diferencia con esos pacientes.

Otra forma de contemplarlo es verte como un fragmento, como una imagen holográfica del Todo, pero sin ser el Todo. He aquí unas pocas cosas en las que pensar si, como reza el dicho, empiezas a sentirte demasiado importante:

 Recuerda o imagina lo que fue para ti nacer. Eras completamente dependiente de otros, y ese período tal vez se repita más adelante en la vida.

 Recuerda que lo más seguro es que seas reemplazable. A menos que seas la única persona con unos conocimientos específicos que el mundo necesita, alguien más podría hacer lo que haces, tal vez no tan bien o quizás mejor.

 La arrogancia, o la arrogancia extrema, evitan que la gente quiera estar contigo, y también genera energía negativa que incorporas a tu vida.

 Ser amable con la gente ayuda a que se sientan mejor contigo y con ellos mismos, por lo que la gente disfruta más de tu compañía cuando no muestras arrogancia ni ruindad.

 Eres solo un fragmento, igual que los demás. Único, pero no mejor ni peor a los ojos del Creador.

La humildad resulta más sencilla a medida que avanzamos por la senda espiritual, y obrar con humildad durante dicho proceso también acelera nuestro progreso. Practicar la humildad conlleva muchos beneficios y ningún inconveniente real. Es un atributo propio de un Yo maestro espiritual.

En alas de luz, pg. 219:

¿Son tus acciones e ideas diarias las que te gustaría haber enviado por esas vías de luz como contribución al Creador? ¿Cómo deseas estar representado? ¿Cómo quieres ser recordado? ¿Emites frecuencias de amor, compasión, dicha y agradecimiento por participar de este importante experimento y, en consecuencia, por incorporar al Todo tus conocimientos y sabiduría recién adquiridos, frecuencias que bien se habrán ganado un puesto en ese Plan divino universal y que se usarán para crear nuevos mundos, nuevos sistemas de estrellas, nuevas civilizaciones? O ¿son nuestras ideas y acciones tales que serán rechazadas por no ser aptas para incorporarse a los anales cósmicos que se están constituyendo en este momento?

En alas de luz, pg. 220:

Debes darte cuenta, de una vez por todas, de que no eres un ser aislado ni independiente, que no eres soberano de ti mismo. Eres una faceta del Todo, una célula del corazón del Creador e influyes en el resto de la Creación, sea positiva o negativamente.


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