Читать книгу Nuestro poder infinito - Ronna Herman Vezane - Страница 16
ОглавлениеDominio de la meditación
En esencia es fácil esforzarse en exceso por controlar la meditación, entrándose así en una espiral de autoengaño, ya que es ese excesivo esfuerzo el que dificulta triunfar. Lo que necesitas es una forma de centrar tus esfuerzos sin excederte. Aunque parezca un dilema, conseguirlo es más fácil de lo que se piensa.
A menudo, la mayor parte del esfuerzo dedicado a la meditación parece encaminado a acallar el charloteo mental. Eso supone usar el diálogo interior para acallar ese charloteo mental y es fácil ver que sus posibilidades de éxito son escasas. ¿Qué hacer entonces?
Meditación hecha fácil
La forma más sencilla de meditación es tanto escuchar las meditaciones guiadas como los ejercicios espirituales a la venta que complementan esta serie de libros. En la meditación guiada, se sigue la voz del lector y se practica el ejercicio tal y como se expone. Aunque parezca simplista, en realidad es muy eficaz y ahorra mucho tiempo y esfuerzo a la mayoría. Te animamos a usar meditaciones guiadas apropiadas para ti y tus circunstancias, ya sean los ejercicios específicos de esta serie de libros, ya sea una serie distinta de meditaciones inspiradoras a las que tal vez te haya encaminado tu radar del corazón.
La meditación libre se practica con la misma facilidad. Aunque no tengas una meditación específica que quieras practicar, o no haya un resultado específico que desees alcanzar, el método para obtener el éxito en la meditación es el mismo. El proceso consiste en dejar el parloteo mental a su aire. Que así sea. Deja que tu mente haga lo que quiera; aprenderás a desentenderte del parloteo cuando adquieras práctica con la meditación en un estado de observador imparcial.
Cuando seas un observador imparcial y domines el estado alfa, estarás en disposición de alcanzar el verdadero éxito con la meditación. Veamos cómo desatender el diálogo interior mediante la perspectiva «imparcial».
Alcanzar la meditación «del desapego»
Cuando tu mente está muy «ocupada» durante la meditación, esencialmente estás a la espera –de forma consciente o subconsciente– de que suceda algo. Durante la espera, cuando te preguntas si sucederá algo, indagando por qué no pasa nada bueno o tal vez temiendo que no seas merecedor de ese algo bueno, es porque estás inmerso en la mente y las emociones. No es esa una forma positiva de meditación. Y, dado que esforzarse por acallar esa voz interior resulta un ejercicio fútil, te daremos otro método para que pruebes.
El objetivo es que el alma o espíritu esté al cargo de la meditación. De este modo sí es posible una perspectiva distante y también que no hagamos caso del diálogo interior. Te mostramos un proceso con el cual «dejar sitio» al alma para que se haga cargo de la meditación:
Practica unas pocas respiraciones hondas y lentas, y relájate.
Deja que tu mente monologue cuanto quiera. Escucha a tu mente charlar unos minutos y apreciarás que su claridad se va difuminando como si escucharas su charla en una habitación atestada de gente.
Manifiesta tu intención de seguir la orientación y dirección del alma durante esta meditación.
Siéntate en silencio, con el charloteo mental en segundo plano si todavía se manifiesta. La siguiente comunicación que recibas superpuesta al diálogo interior procederá del alma a través de la intuición.
Este será uno de varios aspectos, dependiendo de tu propósito con la práctica de la meditación. Deja que la orientación fluya y percibirás una sensación de finalización cuando acabe.
Una vez que sientas la finalización, siéntate en silencio unos cuantos minutos más para dejar que se integre; luego respira hondo unas cuantas veces y concluye la meditación tal y como estás acostumbrado.
Como se menciona en esta serie de instrucciones, la comunicación que recibas dependerá del propósito de la meditación. Si necesitas orientación y ya has proyectado algún tipo de oración con que pedir esa orientación, la meditación te ayudará a recibir una respuesta que resuelva el diálogo interior.
Si no tenías un propósito consciente y específico, entonces es probable que tuvieras un propósito subconsciente y que la orientación intuitiva que recibas esté vinculada con ese propósito subconsciente, tanto si es la respuesta a una pregunta como si es sabiduría espiritual que haya que integrar o información perteneciente a una próxima o reciente lección espiritual, o si es una intuición espiritual con otro propósito.
Una vez te sientas a gusto con este proceso, todo cuanto hagas en un estado meditativo se volverá más fácil de acometer. Conseguirás mucho más en mucho menos tiempo, además de generar menos emociones –como frustración, irritación, incertidumbre y desmerecimiento– que satisfagan al ego. Si experimentas alguna ahora, u otras emociones similares, serán cosas del pasado si centras la intención en la finalización de este proceso como tal con éxito.
Pensemos ahora en lo que significa ser una meditación «viviente».
¿Qué significa ser una «meditación viviente»?
Vivir como una meditación viviente significa que tu intuición está siempre preparada para recibir orientación del Yo superior o de tu espíritu. Como vives en un estado alfa de conciencia, estás constantemente abierto a la comunicación del Yo superior y recibes orientación intuitiva sobre muchos aspectos de la vida. Al igual que con otros aspectos espirituales, esta conexión saldrá reforzada a medida que la emplees con más frecuencia.
A medida que esta orientación sea más frecuente, lo normal será que pases más tiempo en esa senda espiritual que el Creador ha elegido para ti. Estarás más tiempo equilibrado y con más frecuencia, te desviarás menos habitualmente de esa senda y experimentarás menos dualidad. Se trata tanto de atributos como de indicadores: indicadores de que estás bien encaminado hacia el autodominio espiritual y atributos de un Yo maestro espiritual. Vivir de este modo, como meditación viviente, suele tener un profundo efecto sobre tu crecimiento espiritual y acelera el progreso del autodominio.
Algunos beneficios de ser una «meditación viviente»
Vivir tu vida, o al menos parte de ella, en estado alfa como una «meditación viviente» suele tener efectos positivos. He aquí ciertos resultados beneficiosos que se podrían dar, y algunos más que son ciertamente posibles e incluso probables:
1 El estado alfa ayuda a ambos hemisferios del cerebro a comunicarse entre sí, y esto, con el tiempo, permite el uso de un mayor porcentaje de la capacidad cerebral. Así ambos hemisferios cerebrales aprenden a operar juntos, por lo que el cerebro funciona más equilibrado.
2 Tener mayor conciencia significa que más de lo que sucede a tu alrededor es percibido y registrado por la mente consciente, porque estás usando un mayor porcentaje de función cerebral. Con ambos hemisferios integrados eres más capaz de elegir conforme a las leyes espirituales universales, porque eres capaz de usar los sentidos físicos y espirituales para emitir juicios. Integrar información física y creativa o espiritual acelera el proceso de convertir el conocimiento en sabiduría.
3 Tu perspectiva se vuelve más equilibrada. Esto facilita mucho el ser un observador imparcial, y la combinación de observador imparcial y un mayor acceso consciente a tu depósito de sabiduría incrementa enormemente tu capacidad intuitiva. También mejora la comunicación con el Yo superior y otros seres espirituales.
Que haya luz, pg. 67:
Te hemos pedido a menudo que seas una «meditación viviente», gracias a lo cual el espíritu se planta sobre un hombro como testigo sagrado. En todo momento eres consciente de tus acciones y reacciones, y haces acopio de la sabiduría de tus interacciones con otros, de modo que no tienes que experimentar situaciones de causa y efecto en desequilibrio. Te vuelves un maestro del Yo o un Yo maestro, gracias a lo cual ya no generas energía kármica negativa y, por tanto, vives en un estado de gracia divina.
Estado de meditación activa
Existe otro estado meditativo del cual no se escribe tanto como del estado alfa, porque ha sido mucho menos estudiado y su estudio resulta mucho más difícil. Es un estado de meditación activa, pero no haremos más mención aquí de él, porque queda fuera del alcance de este libro.
El estado de meditación activa se produce, al menos la mayor parte del tiempo, en circunstancias específicas cuando las personas que han meditado de cierta forma durante mucho tiempo (décadas) centran la intención en lograr algo específico, como la sanación espiritual. Lo interesante del estado de meditación activa es que eleva la frecuencia de las ondas cerebrales por encima de la frecuencia de la conciencia de vigilia normal. Estas frecuencias elevadas parecen acceder a atributos del cerebro que tal vez hayan estado latentes mucho tiempo. Es muy probable que más información sobre estos atributos salga a la luz a medida que la humanidad avance en el progreso espiritual.