Читать книгу Seamos una familia - Roser A. Ochoa - Страница 5

Prólogo

Оглавление

Nunca cinco minutos habían pasado de una manera tan lenta.

Sara y Laura jugueteaban con la caja entre sus manos, el prospecto era simple, tres indicaciones y algunas advertencias. No era algo difícil de hacer, puede que lo que más costara era encontrar la fortaleza para dar el paso. Sara se levantó de la cama con determinación.

—¿Necesitas ayuda? —inquirió Laura.

—Es mear en un palito, creo que voy a poder sola —soltó Sara con sarcasmo, y Laura no se lo tuvo en cuenta, eran los nervios los que hablaban.

Sara dejó la botella de agua de litro y medio sobre la mesilla de noche y entró con decisión en el baño, para salir de él pocos instantes después.

—¿Ya? —preguntó Laura.

—Cinco minutos —recordó Sara, mirando entonces el reloj de su móvil.

Ambas amigas se sentaron al borde de la cama a esperar, les pareció que había transcurrido mucho tiempo, sin embargo, el cronómetro no llegaba a los treinta y tres segundos. Ambas soltaron un suspiro al unísono.

—¿Folla bien? —indagó Laura tratando de entablar una conversación.

—¡Calla! —la reprendió Sara, sintiendo cómo todo su rostro se enrojecía—. Maldita sea, te imaginas qué… —empezó, y su mirada se dirigió a la puerta del baño entreabierta, mientras meneaba la cabeza de un lado a otro.

—Al menos es guapo —se burló Laura—, muuuy guapo —repitió.

—Y simpático —se apresuró a añadir Sara.

—Y su familia tiene pasta. Aunque para mi gusto es un poco serio… —opinó Laura, llevando una mano a la cabeza para rascársela—. Parece del tipo que se toma las cosas demasiado a pecho.

—¿Verdad? —dijo Sara, girándose de un bote hacia su amiga, feliz de que alguien más hubiese observado eso en el chico—. Es como… —empezó, moviendo las manos de un lado a otro—, puaj —dijo Sara abriendo mucho los ojos y poniendo caras raras.

—Además siempre está como… —siguió Laura, haciendo gestos rápidos—, ¿no?

—¡Sí! —confirmó Sara en una exclamación.

—Pero es un buen tío —soltó Laura, mirando nerviosa de nuevo al baño—. ¿Cuánto ha pasado?

Sara comprobó el cronometro y soltó un soplido, ¿cómo podía el tiempo pasar tan despacio?

—Solo dos minutos —dijo.

Ambas se quedaron calladas un rato más, los nervios se acumularon en esa habitación.

—¿Qué vas a hacer si…?

—No lo sé —afirmó Sara—. Tan solo hace unos meses que salí de la facultad y el trabajo en el hotel no es malo, creo que podría ascender rápido…

—Dicen que él va a irse a trabajar a un restaurante con una estrella Michelin —apuntó Laura.

—Parece de los que no eluden sus responsabilidades, de esos tipos que se casan y forman una familia —meditó Sara.

—Lo dices como si fuera algo malo —advirtió su amiga, por el tono empleado.

—Tampoco es que sea algo bueno —convino Sara, alzando los hombros—. No era lo que había planeado —soltó, dejándose arrastrar momentáneamente por el pesimismo.

—Nadie planea esto a los veinte —añadió Laura—. ¿Te casarías con él?

—Es un buen tío —pensó en voz alta Sara—, guapo, trabajador… Es una buena persona…

—Pero…

—No hace que salten chispas —dijo Sara sin más—. Creo que no podría enamorarme de alguien como él.

—Siempre puedes… Ya sabes —comentó Laura, haciendo el gesto de tijeras con la mano—. Y olvidarte del tema.

—Es otra opción —declaró Sara—. Creo que ya han pasado los cinco minutos.

—Dará negativo y lo sabes.

—Sí —afirmó Sara—, me estoy comiendo la cabeza por nada, en un rato nos estaremos partiendo el culo de esto —soltó levantándose—. Vamos allá —añadió al entrar al baño.

Las dos chicas se sentaron la una al lado de la otra, entre la toalla de mano se intuía un pequeño trozo de plástico de no más de diez centímetros de largo, ambas se miraron y sonrieron.

—¿A la de tres? —dijo Laura.

—¡Venga! A la de tres… Un, dos… Tres.

Seamos una familia

Подняться наверх