Читать книгу Permiso - Roxana Hatzikián - Страница 10
Hoy me doy permiso para equivocarme… y mañana también. ¿Y tú?
Оглавление¿Eres perfeccionista? Si lo eres, sabes que es como caminar por la vida con una pesada mochila llena de rocas que te frenan y te hacen avanzar muy lentamente… Si lo eres, Sé que entiendes la metáfora.
El perfeccionismo puede, inclusive, paralizarte, bloquearte, te lleva a posponer tus proyectos porque nunca están “lo suficientemente bien”. Todo lo contrario a la acción, que es lo que necesitas para lograr resultados. Te pierdes en los detalles, muchas veces, irrelevantes.
Entonces, si quieres resultados… ¡le declaras la guerra al perfeccionismo! Aunque esa “guerra” no resolverá nada y te dejará sin energía. Cada vez menos. Por lo que te propongo, en principio, involucrarte en un proceso de cambio y que, a base de tomar conciencia y de buscar herramientas, vayas trabajando una salida airosa de ese estado de “perfección”, que tampoco es la idea desecharlo al primer paso, porque, aunque así lo quisieras hacer, está allí, y, si te distraes, se cuela en cualquier momento. La atención constante es importante.
Quiero compartir contigo mi experiencia con el darme permiso para equivocarme, para cometer errores y no ser “perfecta”. Ha sido muy liberador y, tal vez, a ti también pueda ayudarte…
Me gusta mucho escribir, y, cuando lo hacía en el pasado, me costaba mucho compartirlo. A pesar de que a mí me gustaba el resultado, el perfeccionismo me frenaba. Suelo escribir como fluye desde mi interior, y aún hoy suelo tener la creencia limitante de tener que comprobar antes de compartir o publicar. Como si el comprobar y rever lo hiciera más “profesional”. Desde hace un tiempo me enfoqué en este tema de la pesada mochila, y empecé, de a poco, a alivianarla. Empecé por deshacerme de la creencia de “perfeccionismo = profesionalismo” y a estar atenta a cuando surge en mi mente para transformar ese pensamiento “enlatado” en otro más expansivo.
Elegí y decidí que ya no quiero ser perfecta en nada. Incorporé que la esencia es más auténtica que la estética, y acepté que lo que escribo es libre de interpretación y que involucra otra mirada además de la mía. Yo puedo emitir un mensaje y el otro puede y tiene todo el derecho y la libertad de interpretar o sentir otro. Y eso es porque escribo como arte, y el arte es connotativo. Llega o no llega, se recibe o no recibe… lo importante es expresarlo, dejarlo salir y darle libertad.
Sin búsqueda vana de perfeccionismo.
Por eso, hoy me doy permiso.
Esto fue lo más transformador: principalmente, que me había dado permiso de “meter la pata”. Algo tan simple como liberador y expansivo. Cambié mi mentalidad.
¿Y si no encontraba las palabras exactas para todo lo que quería decir?
¿Y si me equivocaba en mis opiniones y hería a alguien?
¿Y si me ponía nerviosa y me bloqueaba con los conceptos?
¿Y si no estaba a la altura?
¿Y si …?, ¿y si…? Miedos y más miedos… ¿Y cuál es la mejor manera de vencer los miedos? ¡Actuando! Cada vez que te enfrentas a un miedo es una pequeña conquista, porque te das cuenta de que, la mayoría de las veces, solo está en tu cabeza.
¿Y qué pasa si me equivoco? Pues me disculpo. No se terminará el mundo.
De hecho, me equivoco bastante.
Cuando te das este permiso, se abren infinitas oportunidades y posibilidades.
De repente, tienes delante de ti un amplio abanico de opciones que puedes llevar a cabo para conseguir tu propósito.
¡Si te das permiso… piénsalo!
¿Qué sucedería hoy con tu vida si te dieses más permisos para experimentar sin que te importase tanto que todo sea perfecto?
Ver que otras personas que para mí son referentes se permiten equivocarse y se ríen de ello ha sido muy inspirador para mí.
Está claro que hay que apuntar a la excelencia, a mejorar día a día, a hacer un trabajo cuanto más profesional mejor, pero sin perderse en un perfeccionismo paralizante. Mucho análisis provoca parálisis.
Así que, entonces: acepta que eres un Ser Humano.
Soy humano/a y me voy a equivocar, sobre todo si estoy practicando una habilidad nueva.
Equivocarse es la consecuencia de estar viva. Y, si no, es que estoy paralizada. Se equivoca el que hace, el que acciona.
Si te quedas quieto, allí no hay peligro de errar. Salir al mundo y lanzarte a la acción conlleva sus riesgos, desaciertos y mejoras. El hecho de actuar ya te hace entrar dentro de los valientes que se atreven a hacerlo. ¡Así que HAZLO, y hazlo ya!