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¡Somos ricos!

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Nacemos ricos, ¿lo sabías?

Cuando nacemos, somos ricos en TIEMPO, puesto que tenemos todo el tiempo por delante, toda la vida. Aunque nadie puede cuantificar esa riqueza, ya que no se sabe cuánto vamos a vivir.

Esta riqueza, este tesoro es una certeza. ¿Lo puedes ver?

Este tesoro que tienes, llamado “tiempo”, lo puedes dedicar a tantas cosas como tu libertad y tu imaginación lo conciban. Teniendo en cuenta que esa misma libertad de elegir marcará tu camino, y con cada decisión que tomes abrirás nuevas puertas, construirás nuevos caminos o bien abandonarás algunos.

Por eso hay que ser consciente de la distribución de tu tiempo. Comienza a mirarlo como “tu moneda de cambio” y te simplificará tenerlo presente. Cómo repartimos ese tiempo es lo que nos va a dar el orden de prioridades para hacer. Lo importante e interesante aquí es que ese “hacer” coincida con lo que quieres “ser”. Si así no fuera, estás alterando tus prioridades por no estar presente con tu tesoro, con tu riqueza, con tu tiempo.

Para ser coherentes, el hacer va de la mano del ser.

Si tienes grandes sueños, y estás nueve horas diarias trabajando para el sueño de otro… ¿qué tiempo le estás dedicando a tu desarrollo, a tu propósito, a lo que te gusta, a tu familia? La idea aquí no es golpearse el pecho en busca de alguna culpabilidad, sino tomar consciencia de qué estás haciendo con tu tiempo, con tu fortuna de millones de minutos a tu entera disponibilidad.

¿Descansas? ¿Practicas algún deporte o arte que te guste? ¿Preparas una cena o llegas justo para el delivery siempre? ¿Compartes tiempo con tu familia y tus amigos?

Solo algunas preguntas para autoreferencia, aquí no hay juicio. Tú ordenas o alineas tus prioridades, y observa que estén en orden con tu reparto del tiempo.

El Universo es perfecto. Primero nacemos, y empieza el cronómetro del “vivimos” hasta que morimos... físicamente, al menos. En mi caso, elijo definir la muerte como una transformación más de la Vida. Y así se cumple el ciclo vida-muerte-vida.

El tiempo, en definitiva, es algo que adquirimos al nacer y que vamos perdiendo o gastando a lo largo de la vida. Hagamos que esa pérdida sea una inversión, elijamos nosotros mismos en qué invertirlo y que no se nos vaya “como agua entre los dedos”; que el tiempo nos juegue a favor depende de nosotros, de la capacidad que desarrollemos para cuidar de nuestra riqueza medida en días, horas, minutos, segundos, de encontrar razones para vivir con intensidad cada momento y de sentir y ver que la vida tiene muchas experiencias distintas para enriquecernos aún más con la calidad de ese tiempo invertido.

Pensemos en qué o a qué le estamos dedicando la mayor parte de nuestro tiempo, tal vez ahí esté la llave de nuestra motivación.

El llamado en este ítem es a darle a nuestro tiempo la importancia que merece. Porque, luego, renegamos de él, como que “el tiempo no alcanza”, “el día debería tener 25 horas para mí”, “no llegué a tiempo”, “es que mi tiempo, ¿no vale?”, y muchas frases más conocidas, ya tú sabes.

Entonces, y ya cerrando el tema, ¿qué vas a hacer con tu riqueza otorgada al nacer? ¿Cómo la has estado administrando hasta aquí? ¿Vas a reestructurar tus actividades (hacer) para priorizar tu persona (ser)?

Valora tu tiempo, es parte de tu abundancia.

Y valora el tiempo de los otros, por sobre todo: llega a horario a un encuentro, has a tiempo ese llamado, termina hoy lo que puedas hacer y no lo dejes para mañana, que será otro tiempo y una renovación de tus momentos. Gana tiempo e inviértelo en lo que te gusta ser y hacer.

“Un hombre que se atreve a perder una hora de su tiempo no ha descubierto el valor de la vida” - Charles Darwin.

Permiso

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