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Don Memo


Primero don Memo nos mandó por el panteón del ejido, y no dimos con el “apache”. Quizá no entendimos las señas.

Regresamos al rancho y decidimos documentar la loma que corre paralela a las vías del ferrocarril. Los grabados son muy buenos y dan bastante información de la forma de vida de los nativos de esta región. Como está junto a la comunidad ejidal y a la antigua hacienda de Amargos, se abusó de los grabados históricos y no pocos están vandalizados.

¿Pero quién es don Memo? (Guillermo Covarrubias): es un buen hombre que frisa los 77 años. Buena parte de su vida trabajó en Texas, concretamente en Fort Worth, hizo familia allá y uno de sus hijos salió bueno para el futbol americano, Alejandro, quien jugó con los Vaqueros de Dallas, de la NFL, por varias temporadas.

Don Memo se avecindó desde hace muchos años en la comunidad de San Juan de Amargos, junto a las vías de ferrocarril, y en un enorme jardín que rodea su casa tiene árboles frutales donde cosecha guayabas y toronjas pero, sobre todo, naranjas de un sabor exquisito.

Don Memo, a su edad, padece algunos males propios de la vejez, entre otros la diabetes y todo un rosario más, que ahora le impiden treparse a la sierra como antes lo hacía. Ha hecho amistad con buscadores de tesoros, con amantes de la paleontología, con rastreadores de vetas minerales, pero también con gente como Ventura y yo, que amamos la naturaleza y los vestigios de las antiguas culturas del desierto. Él también ha sido guía de fotógrafos, cazadores y demás amantes de la prehistoria.

Don Memo se mueve en una vieja camioneta que gasta mucha gasolina, y el lugar más cercano para cargar combustible se encuentra en la estación de Paredón, poblado que cuenta con tiendas, cantinas, farmacias, pequeños restaurantes y un tianguis en el que, domingo a domingo, lleva sus mercancías para la vendimia. El vendedor de gasolina hace su agosto todo el año, pues la vende más cara que en la ciudad, y con $250.00 pesos no le alcanza a don Memo ni para 10 litros de carburante.

Nuestra llegada es al filo de las 7 a.m., y le tenemos que tocar el claxon para saludarlo, y aprovechando la ocasión nos invita a Paredón a desayunar, ya sea barbacoa o menudo, pues jura que allí lo preparan muy bien. Nosotros por supuesto que le agradecemos el gesto de la amable invitación, pero preferimos que nos dé “nortes” de dónde podemos localizar grabados, pinturas, geoglifos y morteros.

A don Memo se le conoció desde hace algunos años, pues llegó a formar un pequeño museo donde mostraba algunos fósiles, piedras raras, puntas de flecha y una tablilla (arte móvil), pieza que localizó por el rumbo de Paso de Guadalupe. En este sitio, años después, localizamos cinco piezas más, ahora en poder del INAH.

Es bueno mencionar que también en esa localidad el profesor Claudio de León nos indicó un sitio con grabados que no conocíamos. Cuando el ingeniero Ventura y yo fuimos al lugar referido por el profesor de León, nos dimos cuenta que se trataba de grabados incisos.

Al preguntar a don Memo el destino del museo, dice que lo prestó a un profesor y ya no le regresó ninguna pieza. De seguro el tal amigo acabó vendiendo aquellos tesoros.

Amargos es toda una zona arqueológica digna de cuidarse pero, sobre todo, de estudiarse y elaborar ensayos que describan y detallen el estilo de estos vestigios de los más antiguos pobladores del desierto. Esta zona está enmarcada por sitios que van desde la Sierra Pinta, la Sierra del Soldado y la presa de Santa María de las Hediondas.

En Amargos se encuentra la hacienda del mismo nombre, que fue fundada en el siglo XVIII y que, aparte de tener una importante huerta de nogales y de contar con siembra de forrajes, ahora tiene un viñedo y produce vinos tintos.

Lo más grandioso de esta hacienda es que, entre el casco y las construcciones propias de esta unidad económica, hay pequeños promontorios que contienen importantes grabados que, bien estudiados, nos darán mucha información de la forma de vida de nuestros antepasados pues, aparte de los motivos abstractos, se localizan representaciones de flora y fauna. Cuando vayan a la comunidad de Amargo visiten a don Memo.

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