Читать книгу Antigüedades coahuilenses - Rufino Rodríguez Garza - Страница 9

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Más rupestrerías


La pandemia y la falta de un vehículo me han impedido salir con la frecuencia a la que estoy acostumbrado. Han pasado ya seis semanas y no se me ha hecho llegar a nuevos sitios para detallarlos, retratarlos y documentarlos.

Estoy revisando una de las libretas de campo del año 2002 y me permitiré transcribir alguno de los apuntes de una de mis salidas y de mis lecturas acerca del tema que me es apasionante: el gusto por las antiguas manifestaciones gráficas de esta región del sureste de Coahuila, las cuales contienen de todo, desde grabados hasta pinturas, de geoglifos a materiales de piedra ―como son las flechas o los pedernales, las cuentas para adorno, los metates y morteros para la molienda―, hasta las abundantes chimeneas.

Las pinturas rupestres están conformadas por figuras humanas, de fauna, grabados geométricos y abstractos, etcétera.

Ciertos lugares donde se grabó o se pintó no fueron elegidos al azar, sino que los nativos les atribuían algún contenido mítico o especial. Coahuila es la única región de México en la que nunca hubo población agrícola sedentaria, por lo que sus habitantes fueron cazadores–recolectores, mismos que en el siglo XVI fueron denominados “chichimecas”. Al ser sociedades nómadas, no hubo asentamientos permanentes, más bien se trataba de campamentos estacionales al aire libre. La tasa de población debió de ser relativamente baja.

Cabe aclarar que nuestros pueblos fueron acerámicos, no manejaron trastes o útiles de barro, ya que el constante cambio de lugar no permitía la duración de las piezas, pues éstas se hubieran roto.

La excepción a la regla la constituyen dos sitios del estado donde se ha localizado cerámica; se trata de Charcos de Risa y Tres Manantiales, en el municipio de Francisco I. Madero, y Finisterre, en el municipio de San Pedro de las Colonias. Con esas excepciones, el resto de Coahuila fue acerámico.

La cerámica mencionada es de influencia de los indios conchos, de los indios pueblo del sur, de Estados Unidos, y de la cultura chalchihuite.

Cuando uno ve una de las manifestaciones rupestres, trátese de pinturas o grabados, se pregunta por qué en este cerro y no en el que está enfrente, por qué en este panel y no en el que está al lado, o a 100 metros de distancia si hay tantas rocas y tantos abrigos en el semidesierto, por qué eligieron particularmente uno de estos sitios, y eso nos hace pensar que esos lugares fueron sagrados o les atribuyeron ciertas cualidades místicas. Tal es el caso de ciertos paneles solares, con manifestaciones en las que se ve una serie de elementos que tienen relación con el culto al peyote o a otras plantas que les alteraron el estado de conciencia a sus creadores.

Recordemos que el arte rupestre se relaciona con los jefes o chamanes del grupo y que tenían la particularidad de atraer la cacería, la buena recolección y estar pendientes de la salud de la tribu.

Algunos cronistas, como Sahagún, Guillermo Santamaría, etc., describen a estos grupos humanos como grandes conocedores de las plantas, en especial del peyote, y relatan que cuando hacían sus mitotes, o sus rituales nocturnos, lo consumían, y aquí, en el sureste de nuestro estado, es muy abundante. Por ello que tales pinturas o grabados sean producto del consumo de esta planta: el peyote.

Carlos Viramontes sostiene que, cuando se consume peyote, se forman ciertas imágenes mentales; hay visiones y alucinaciones en general, que después se pueden plasmar, en la pintura y en los grabados, en este caso. “Cuando uno consume peyote o un alucinógeno se tiene la capacidad de entrar en trance, en un viaje, y es un viaje porque se tiene la sensación de volar.”

Entre los cazadores–recolectores existía el culto al peyote, a los muertos, a los ancestros y al agua. “La serpiente normalmente, en casi todo el mundo, pero principalmente en las sociedades americanas antiguas, se asocia con el agua.”

De otros elementos, como la tortuga en la pintura rupestre del norte de México, se tenía la creencia que atraían las lluvias, los dones, la fertilidad y los alimentos.

Antigüedades coahuilenses

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