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Carlos Alberto (4 de noviembre de 1956)
ОглавлениеMi hermano querido, el de las peleas, que siempre yo llevaba las de perder si medimos desde la capacidad física, él se quedó en Tucumán cuando viajamos a Córdoba en 1966, y luego de un año, fue a pasear con nuestro abuelo materno y no quiso separarse nunca más y allí estábamos completos los cuatro. Él era distinto deportivamente hablando, siempre jugó lindo a la pelota, nosotros con Pepe completábamos el equipo nomás, pero él ya en ese entonces se destacaba, tal es así que pasado el tiempo equipos de la capital cordobesa lo pretendían para sumarlos a sus plantillas, Carlitos, el Gallego, apodos que nos ponían nuestros tíos en Tucumán, extrovertido, cuando él estaba en casa se notaba, porque se llenaba de amigos que lo seguían, y como jugaba lindo a la pelota, partido que se armaba lo convocaban seguro, el cada pan y queso era el primer elegido, siempre, todos querían tenerlo de compañero, porque de rival corrían el riesgo de ser goleados. Carlitos, para mí él es simplemente mi hermano, con un corazón gigante, él se sacaba su camisa y te la daba si estabas en dificultad, es generoso, buen hermano, mejor amigo y en el colegio conserva recuerdos de haber sido elegido como mejor compañero en varias oportunidades, pero lo que tenía de buena persona, lo tenía de cabrón a la hora de la disputa deportiva, él por sí mismo y en defensa de algún compañero, pero siempre tenía tarjeta roja, era más fuerte que él.
Me consta que, en momentos previos a finales, chivas lo concentraban y le hablaban, le recomendaban que supiera controlarse, que, sin él, el equipo se caía y perderían. A veces resultaba, pero en la mayoría de las veces sus impulsos, su carácter, lo traicionaban y debía irse a las duchas antes de tiempo. Carlitos para todos era la atracción en los campeonatos de futbol de salón, siempre salía goleador y mejor jugador, era incontenible, intratable y cuando estaba en su noche, olvídate, te pintaba la cara.