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SED DE SANGRE

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La hermosa y rubia Bruja Negra enciende su cigarrillo y luego me arroja el mechero. Me place fumar un cigarro de vez en cuando, en especial uno de los suyos. El humo que inhalo es deliciosamente espeso, con tonos a moras negras, y exhalo una larga columna de denso humo violeta y lo veo cernirse sobre mi cabeza y desvanecerse en el viento. No solía confiar en Van lo suficiente como para fumar sus cigarri­llos, pero éstos son menos fuertes que el tabaco y tienen mejor sabor.

—Parece que atacaste a un grupo de Cazadoras, Nathan —dice Van.

—Son el enemigo. ¿No se supone que es lo que tenemos que hacer?

—Se supone que debes obedecer las órdenes. No había instrucciones de atacar.

—Me tropecé con ellas. Parecía una buena oportunidad. No tenía tiempo de pedir permiso.

—Sabías que no lo obtendrías.

Estamos sentados en el centro del nuevo Campamento Tres con Nesbitt, Gabriel y Greatorex. Van es experta en pociones y supongo que está aquí a fin de preparar una poción de la verdad para Donna, aunque hasta este momento nadie lo ha mencionado y la conversación tiene más que ver conmigo.

—Arriesgas tu vida y las vidas de otros por unos cuantos Cazadores. Tus ataques sólo satisfacen tu sed de sangre —prosigue Van.

—Nada satisfará eso —masculla Nesbitt desde atrás.

—Asumí un riesgo y valió la pena.

—Preferiríamos que no te arriesgaras.

—Todos corremos el riesgo de ser asesinados en cualquier momento. A esta hora de la mañana podríamos estar muertos. Si decido atacar a algunos de ellos, es mi decisión.

Van niega con la cabeza y mira a Gabriel. Él dice:

—Nathan asume riesgos calculados y no pondría en peligro a nadie más que a él mismo.

De alguna manera me siento peor porque sé que no aprueba mis ataques.

—Pues calculados o no —prosigue Van—, si sigues con estos ataques, lo más probable es que te maten, Nathan. Y te necesitamos para un propósito mayor.

—Ah —expreso. Así que quizás ésta sea la verdadera razón de su visita.

—Cuanto más dure la guerra, más fuerte se volverá Soul. Cada vez más consejos de Brujos Blancos de Europa caen bajo su influencia. Todavía intentamos reclutar aliados en todas las secciones de la comunidad de brujos, pero después de nuestra derrota en Bialowieza… resulta difícil —me lanza una mirada y succiona con fuerza su cigarro antes de exhalar un río de humo lila—. También hay otro factor que está deteniendo a la gente. No le ven sentido a unirse a la lucha cuando creen que de cualquier manera matarás a Soul. Circulan rumores de que algunos brujos han tenido esa visión. Personalmente, no estoy segura de si es una visión o una esperanza nacida de la desesperación. Pero todos saben que recibiste los Dones de tu padre.

—¿Así que todo depende de mí? ¿Es lo que tú también crees, Van?

—Si tienes los Dones de tu padre y puedes controlarlos, entonces eres más fuerte que Soul.

—Sólo Soul —corrijo yo—. No Soul y cientos de Cazadores.

—Soul sabe que representas el último riesgo real para él —dice Nesbitt—. Por eso está enviando mensajes sobre una amnistía. Aunque nadie cree que vaya a cumplir sus promesas.

—¿Qué amnistía? —pregunto.

Nesbitt sonríe entre dientes.

—¿No lo sabes? Cualquiera pensaría que vives debajo de una piedra, amigo.

—Hace un par de semanas, Soul anunció una amnistía para los miembros de la Alianza, y propuso que todos los prisioneros de la Alianza serían liberados… si te entregamos —explica Van.

—Es una oferta tentadora —agrega Nesbitt—. Pero les dije que si te entregan no volveré a dirigirles la palabra. Hasta ahora eso parece haberlos disuadido.

Hubo un tiempo, hace años, en que Celia no habría pensado dos veces en matarme o dejarme morir, pero ahora sé que no lo haría. También hubo un tiempo en que el comentario de Nesbitt me habría molestado. Ahora exhalo aros de humo mientras los escucho.

Uno de los aprendices masculla algo sobre las condiciones en las que tienen a los prisioneros. Me doy cuenta entonces de que los aprendices, sin faltar alguno, están alrededor de nosotros, escuchando. Me pregunto cuántos de ellos querrían entregarme a cambio de amnistía.

Nesbitt también escucha el comentario y mira hacia los aprendices, luego dice con suficiente fuerza para que todos lo escuchen:

—Claro que podrías entregarte a Soul, Nathan. Sé que te encantaría ayudar a los prisioneros, aliviar su sufrimiento.

—No aliviaría nada —digo, mientras piso el cigarrillo contra el suelo.

Quizá liberaría a los prisioneros, pero lo dudo, y el hecho de que Soul esté en el poder significa que otros sufrirán. Nunca dejará de perseguir a los Brujos Negros o a cualquiera que objete su control del poder.

Puedo imaginarme a los prisioneros que están en las celdas del sótano del edificio del Consejo, algunos en la misma celda donde me tuvieron una vez, antes de ser tatuado. Me dejaron en total oscuridad, encadenado a la pared. Me siento mal por cualquier Brujo Negro que haya entre los prisioneros —son los que sufrirán más al tener que quedarse bajo techo de noche—, pero sé que entregarme no le pondrá fin a la crueldad de Soul.

—Camina conmigo, Nathan. No creo que necesitemos tener público para esto —dice Van, mientras se levanta.

Me incorporo, ella coge mi brazo y nos alejamos del campamento. Gabriel y Nesbitt nos siguen de cerca.

—Soul quiere tenerte, Nathan. Pero creo que te preferiría vivo que muerto. El Consejo te encerró en una jaula y te entrenó para que asesinaras a tu padre. Era un plan bastante retorcido, pero creo que Soul ahora es aún más ambicioso. Creo que quiere convertirte en su esbirro privado, para que asesines a quien él desee.

—¿La gente tiene visiones sobre eso también?

—Hasta donde sé, no. Pero encaja con su plan de controlar a todos los brujos del mundo. Le encantaría que fueras su sicario. Nunca he tenido un encuentro con Soul, claro, pero Celia lo conoce y tengo entendido que tú también. ¿Crees que él querría eso?

Mi instinto me dice que sí.

—Quería darme los tres regalos para mi cumpleaños cuando cumplí diecisiete. Siempre me pareció extraño. Daba la impresión de que era algo personal para él —le digo a Van.

—Sí, creo que se trata de algo personal. No creo que te necesite, pero te quiere a su lado. En parte es su propio ego, en parte —se encoge de hombros—, obsesión. Lograste escapar y te quiere de vuelta. Pero sobre todo anhela el poder.Y cree que poseerte, reafirmará su fuerza.

—Entonces me alegro de que no lo haga.

—Exactamente. Pero, a diferencia de Soul, la Alianza se halla en un estado débil y vulnerable. Celia trabaja duro para mantener la moral alta y entrenar a los pocos reclutas que tenemos, pero por ahora nuestra prioridad es continuar a salvo. Mantener el perfil bajo. No atacar a los Cazadores. Y no arriesgarnos a perderte. Te necesitamos, Nathan. Si falleces, la Alianza fracasará. No puedes arriesgar tu vida persiguiendo a grupos pequeños de Cazadores, no es la manera de derrotar a Soul —Van se detiene y me mira fijamente—. Aunque percibo que ése no es tu objetivo principal en este momento.

Me encojo de hombros.

Ella insiste.

—¿Estás buscando a Annalise?

—¿Tú qué crees? Por su culpa, mi padre está muerto. Por su culpa, la mitad de la Alianza está muerta.

—¿Qué harás si la encuentras? —pregunta Van.

Suelto un bufido.

—¿A qué te refieres, si voy a matarla lenta o rápidamente? Ahora prefiero algo rápido, pero tendré que decidirlo en el momento.

Van inhala profundamente y saca su pitillera de la chaqueta, me ofrece un cigarrillo y coge uno para ella. Fumamos en silencio durante unos momentos antes de que me pregunte:

—¿Puedes usar alguno de los Dones de tu padre?

—¿Sabes?, es de mala educación preguntarle a un Brujo Blanco por sus Dones, y yo soy mitad Blanco, Van.

—Parece que olvido los modales por completo cuando estoy contigo, Nathan —dice, mientras exhala el humo en mi rostro.

Por alguna razón, eso me hace sonreír.

—Estoy trabajando para controlarlos. En mis Dones, quiero decir, no en mis modales.

—¿Con qué resultados? —parece contener una sonrisa.

—Puedo volverme invisible, eso es lo que mejor controlo, y puedo matar lanzando rayos. También consigo exhalar fuego.

Y para demostrarlo, dejo escapar un pequeño aro de humo sin la ayuda de un cigarro.

—¿Y controlar el tiempo?

—Lo estoy intentando, pero es difícil. Aunque ya sabes, los aros de humo tampoco son fáciles.

Sorprendentemente, eso sí la hace sonreír, y luego me lanza un enorme aro de humo y una serie de aros más pequeños.

Aún no estoy seguro de adónde quiere llegar con esta conversación.

—¿Crees en las visiones en las que asesino a Soul, Van?

—No necesito creer en las visiones cuando tengo algo mejor, algo tangible que creo que te dará la posibilidad de aniquilarlo y permitir que la Alianza triunfe —hace una pausa para darle una larga calada a su cigarro y luego prosigue—: Incluso con todos los Dones de tu padre, aún eres vulnerable. Eso lo demuestra su muerte. Más importante que dominar los Dones, necesitas protección. Necesitas algo que te vuelva invencible, algo que te mantenga a salvo. Necesitas el amuleto Vardiano.

—Está bien. Admito que no tengo la menor idea de a qué te refieres.

—Es un objeto antiguo y muy poderoso. Se cree que se remonta a los primeros días de la brujería. Todos los amuletos protegen a quien los posee, pero éste es único. Fue creado por una Bruja Negra llamada Vardia. Por aquel entonces, los Negros y Blancos convivían pacíficamente —Van sonríe, como si ella misma no lo creyera—. Vardia se enamoró de un hombre poderoso, Linus, un príncipe, según dicen algunos; pero además era un Brujo Blanco. Tenía pocos poderes y requería la protección de Vardia. Le dijo que la amaba y ella creó para él ese amuleto. Él ganó muchas batallas con sólo oprimir el artefacto contra su pecho. Peleó contra los más fuertes y nunca lo hirieron. Se volvió cada vez más poderoso. Linus estaba agradecido con Vardia, pero en realidad no la amaba y sabía que nunca lo haría. Con el tiempo se cansó del engaño y confesó la verdad. Se despidieron. Sin embargo, a pesar de su traición, Vardia aún lo amaba, así que, antes de partir, desesperada, rompió el amuleto en dos y le dio la mitad a Linus y se guardó la otra mitad; le aseguró que cuando necesitara su protección, ella regresaría, que estaría a salvo cuando los amuletos se unieran de nuevo. Pero Linus nunca le pidió que volviera y pronto fue asesinado.

”Por supuesto que una vez vi una de las partes del amuleto. No se trata de una joya, como cabría esperar, sino de un trozo de pergamino viejo y desgastado con una extraña caligrafía escrita sobre una serie de círculos… bueno, de semicírculos, porque el pergamino está incompleto.”

—¿La mitad del amuleto que te dio Gabriel —le pregunto— es una de las partes?

—Sí.

—Pero no sirve de mucho sin la otra.

—No. Sin embargo, hace muchos años supe quién tenía la otra mitad, y desde entonces he buscado a esa persona. Se llama Ledger.

—¿Y ahora lo has encontrado? ¿La has encontrado?

—Sí.

—¿Y tienes la otra mitad del amuleto?

—No es tan sencillo. Pero creo que la manera de derrotar a Soul es por medio del amuleto. Si lo tienes, estarás tan protegido como Linus. Serás indestructible.

—Si el amuleto está dividido en dos, ¿cómo sabes que funcionará? ¿Acaso estás segura de que esos pedazos son parte del amuleto Vardiano? Podría tratarse sólo de una vieja leyenda estúpida.

—No hay garantías, pero creo que Ledger sabrá cómo hacerlo funcionar. Es una bruja poderosa. Quizá la más poderosa que haya habido jamás —dice Van, mientras sus ojos azules parecen explotar liberando destellos de zafiro.

—¿Más poderosa que mi padre?

Van agarra mi brazo de nuevo y dice:

—Ledger es muy distinta a tu padre. Es alguien inusual para tratarse de una Bruja Negra y la mayoría de la gente ni siquiera ha escuchado hablar de ella. Es extremadamente reservada, aunque tuve el honor de conocerla hace algunos días. Posee muchos Dones y un vasto conocimiento de magia. Podría tener la capacidad de ayudarte a conseguir los Dones de tu padre, así como a descifrar el funcionamiento del amuleto.

—Pero ¿por qué querría ayudarme? Tampoco consigo imaginar que me entregará su mitad a cambio de nada.

—Sería posible persuadirla. Le hablé de ti y estaba muy interesada en conocerte.

Le dirijo una mirada a Van. Se ve tan fresca y sofisticada como siempre. Las cicatrices de su batalla con Mercury casi se han desvanecido. No lleva uno de los trajes color pastel que solía usar, sino unos pantalones informales oscuros, un suéter y un abrigo invernal. Y es tan difícil de desentrañar como siempre. Confío en ella, pero sé que esconde sus propias intenciones.

—¿Por qué querría conocerme Ledger?

—Tendrás que verla para descubrirlo.

—Supones que estoy asumiendo riesgos innecesarios; si es tan poderosa, ¿cómo sabes que no me arrebatará la mitad del amuleto de Gabriel para después aniquilarme?

Van sonríe vagamente.

—No creo que el asesinato sea lo suyo. De todos modos, ya se lo he dado.

—¿Qué?

—Fue en señal de buena fe. Ledger sabrá cómo unir el amuleto. Dijo que lo haría para la persona indicada. Sólo debemos tener la esperanza de que seas esa persona, Nathan.

El lado perdido

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