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PRÓLOGO

Entrar en un comedor para participar de una cena de lujo es una experiencia singular. Generalmente hay alguien designado para dar la bienvenida al invitado y luego conducirle a la mesa donde le espera una comida preparada para la ocasión. Primero, están los entrantes variados, después hay platos exquisitos, las bebidas y, finalmente, los postres. Todo ello preparado con incuestionable maestría. El invitado disfruta del ambiente y de la deliciosa comida. Pero en el transcurso de todo eso, no deja de admirar tanto los alimentos que tiene delante como la destreza de quien los ha preparado.

El lector del presente Comentario de Josué, escrito por D. Samuel Pérez Millos, sin duda, se sentirá como aquel que es invitado a participar de una cena espiritual de gran lujo. El autor de esta obra es un serio y dedicado estudiante de las Escrituras que ha aprendido la ciencia y el arte de la exégesis bíblica a lo largo de más de dos décadas como maestro, evangelista, predicador y pastor en la ciudad gallega de Vigo, en otras partes de España y en otros países del mundo. Pérez Millos es un eficaz comunicador del mensaje de la Biblia y respetuoso de su contenido.

Hoy en día, cuando el liberalismo y la superficialidad continúan causando estragos en un número importante de púlpitos y en las aulas de numerosos seminarios teológicos, es reconfortante leer obras como la que aquí se prologa, en la que su autor se acerca al texto bíblico con reverencia y respeto, reconociendo que no se trata de un libro cualquiera, sino del más importante de todos, es decir, de la Palabra de Dios.

El autor de este comentario está familiarizado con la actitud de la crítica liberal. Dicha escuela soslaya la historicidad del libro de Josué tal como lo hace con los libros conocidos como “el Pentateuco”. Lo relegan a un período de tiempo posterior al que en realidad pertenece. La crítica pasa por alto el hecho de que los relatos registrados en el libro de Josué evidencian haber sido escritos por un testigo de los acontecimientos allí narrados (Jos. 5:1, 6; 15:4). Pretenden colocar el libro de Josué como parte de los cinco libros de Moisés, formando así un Hextateuco. El término Hexateuco y lo que este implica es una pura invención de la crítica racionalista encabezada por el teólogo alemán Julius Wellhausen. La intención de la crítica es hacer del libro de Josué una víctima más de las especulaciones de las teorías documentarias que subjetivamente sustentan. Pérez Millos, sabia y enérgicamente, rechaza esa postura de la crítica liberal por ser arbitraria y manipulada.

Regresando a la metáfora del comedor, Samuel Pérez Millos, como un diligente anfitrión, ofrece al invitado lector “entrantes apetitosos y variados”. En este libro, el lector puede deleitarse con la historia, antropología, arqueología, sociología, lingüística, usos y costumbres, geografía, filosofía de la religión y otras áreas de conocimiento que ayudan a enriquecer la comprensión del mundo bíblico a todo aquel que se atreva a adentrarse en las profundidades de la Sagrada Escritura.

Seguidamente, el autor de este comentario conduce al lector a participar de lo que podría llamarse “el plato principal”. Este consiste en una exposición seria del texto del libro de Josué. Pérez Millos comienza cada capítulo con un resumen del trasfondo histórico del pasaje a considerar para ayudar al lector a situarse dentro del marco histórico del tema. Sigue con una exégesis del texto, muchas veces versículo por versículo, otras veces enfatizando el significado concreto de ciertos vocablos. Pero no se contenta con eso. Samuel investiga la raíz y el uso de las palabras más importantes en el pasaje.

Usando un tono pastoral, el autor aplica de manera puntual las enseñanzas de la Biblia a la vida diaria del creyente. Con palabras persuasivas, Pérez Millos desafía a sus lectores a permitir que el Espíritu Santo, a través de la Palabra de Dios, efectúe los cambios necesarios en la vida del cristiano. Podría decirse que uno de los méritos significativos de este comentario es la manera ordenada en que su autor entreteje los textos bíblicos para que el lector se beneficie de la enseñanza armoniosa de la Palabra de Dios. Pérez Millos pone al descubierto la maravillosa congruencia del Antiguo y del Nuevo Testamento.

Otro área destacable de esta obra es el hecho que su autor reconoce que el único método de interpretación bíblica que hace justicia al texto es la hermenéutica normal, natural, también llamada literal. Samuel Pérez Millos está convencido que ni la alegorización ni la espiritualización proporcionan una interpretación objetiva de las Escrituras. A través de su comentario, el autor enfoca cada versículo dentro del marco histórico-gramatical que proporciona objetividad a la interpretación. El autor no deja de reconocer la presencia de símbolos y figuras en el texto, pero no los interpreta ni alegórica ni figuradamente, sino que sigue las reglas normales de la gramática.

De gran provecho para el lector diligente son los veintitrés excursus o apéndices que aparecen a través de todo el libro. Todos ellos tienen el objeto de ayudar al estudiante a ampliar sus conocimientos de todo el entorno del libro de Josué. Por supuesto, ninguna obra ganaría el respeto de la crítica literaria si careciera de una documentación adecuada. Samuel Pérez Millos ha hecho uso de una extensa bibliografía. Ha utilizado no solo las herramientas disponibles en castellano, sino que también ha apelado a otros idiomas. Ese es un esfuerzo meritorio digno de respeto.

Finalmente, debe añadirse que el autor de este comentario no ha pasado por alto el ministerio pastoral. Esta obra está repleta de ayudas y exhortaciones a pastores y maestros de iglesias locales. Los predicadores avisados deben tomar nota tocante a la ejecución y la entrega de sus sermones. Samuel establece una pauta al respecto que no debe ser ignorada. Sin duda, es consciente del déficit existente hoy en día de expositores eficaces de la Palabra de Dios. Hombres de fe que proclaman sin ambigüedades el mensaje infalible de las Escrituras. Podría haber quienes no estén de acuerdo con todas las conclusiones expuestas por el autor de esta obra. Pero nadie podría impugnar a su autor el uso constante del texto sagrado ni la fidelidad de su exposición.

Recomiendo, pues, con mucho entusiasmo la lectura de este excelente comentario. Estoy seguro de que será de incalculable beneficio a pastores, maestros, estudiantes y cristianos en general. La comunidad cristiana de habla castellana contrae por este medio una deuda de gratitud con Samuel Pérez Millos por su esfuerzo, dedicación, equilibrio teológico-exegético y su capacidad de comunicación.

Gracias, Samuel, por escoltarnos hasta el gran comedor y hacernos partícipe del gran banquete espiritual del libro de Josué. Hemos participado con satisfacción de los “entrantes”, los “manjares suculentos” y los “deliciosos postres” espirituales que has provisto para tus lectores. Por un lado, has alimentado nuestras vidas y, por otro lado, has generado en nosotros, los lectores, una mayor hambre y sed de la Palabra infalible.

E. L. Carballosa,

Marzo 2002.

Can Miret, Sant Antoni de Vilamajor,

Barcelona

Comentario al libro de Josué

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