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EXORDIO

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Siempre he sentido la curiosidad de saber cómo se conquistó Setenil. Cual pudo ser el posible camino seguido para tomar una fortaleza tan inexpugnable que, originada de la misma roca, consigue otear el horizonte dueña de cada palmada a su alrededor. Surgen muchas dudas en cuestiones históricas, dudas que nunca quedarán resueltas. ¿Estuvieron doña Isabel y don Fernando realmente en Setenil? ¿Y el marqués de Cádiz y el Gran Capitán? ¿Pisaron nuestras calles el cardenal Mendoza y Colón? Las referencias hereditarias nos cuentan que perdió un hijo la reina de Castilla en el Real sitio de San Sebastián, de ahí su nombre, como el del esperado infante. ¿Qué hay de cierto en ello? Relatan las fábulas que han perdurado en el tiempo que en el asedio y acometida murieron muchísimos vecinos durante el ataque cristiano. Llevaron a bloqueo el acceso y cortaron el suministro de comida y agua, ¿verdad? ¿Cómo fue el bombardeo? ¿Se disparó desde San Sebastián o de la ladera a sus pies? ¿Alcanzaron su objetivo las bombardas desde esa distancia? ¿Cuántos soldados sitiaron Setenil? ¿Se defendió Setenil tal como en anteriores enfrentamientos? ¿Se rindió o se batalló? ¿Huyó el alcalde Hamete El Cordi a cambio de caudal, una hacienda y el perdón de los suyos? ¿Qué pasó realmente en Setenil ese septiembre de 1484?

Pues la verdad es que no creo que exista nadie en disposición de aclararlo, no existen escritos al respecto y la casi totalidad de disquisiciones que surgen en torno a la toma de Setenil son suposiciones sobre posibles. Todo lo que se cuenta puede que no sucediese, o tal vez sí. Las realidades vividas, en momentos puntuales, por los reyes durante la conquista de al-Ándalus, confirman situaciones semejantes, todo pudo ser y puede que nada fuese. Nos quedan los posibles, aun existiendo años entre la situación y la realización, como el caso de la sillería de la catedral de Toledo (la correspondiente a Setenil, nº 25, fue labrada por el maestro Rodrigo Alemán entre 1489 y 1495). Sobre todo, y personalmente, quedan los ejemplos de escenarios similares en villas cercanas, ahí residen los contextos. Una cosa es cierta, las verdades que cada uno quiere creer son las que entendemos como reales, sin embargo, ¿qué hay de verdad en esas historias? Más de 500 años atrás, con un ecosistema diferente, con costumbres y dioses distintos para cada cultura que ocupaba el territorio deseado. Un choque entre dos mundos que abrieron el camino a dos destinos distintos, el comienzo de un Imperio inigualable para unos y el destierro inhumano para otros. Un enfrentamiento que encumbró a los Reyes Católicos, en Setenil aún no ostentaban ese título, a lo más alto de la historia. Unos hombres que solo entendían la ley del acero, personajes auténticos que batallaron por la tierra conocida y por conocer. Una historia increíble que nace y parte desde Setenil, con la fortaleza de la villa como centro principal de un mundo en guerra.

Continúo fiel a mi estilo de escritura, creando un realismo fabulado sobre una época determinada en la historia. Ahí es donde más cómodo me siento, considerando la ficción un estado mucho más placentero que la realidad. He investigado sobre el armamento utilizado y su cadencia, las distancias establecidas, las posibles situaciones que se pudieron dar logísticamente, las costumbres de la época y las necesidades de cada bando. He creado una historia cercana a mi realidad, con personajes que estuvieron aquí y personajes que no se sabe. Intento mostrar un escenario fabulado dentro de la realidad que fue y aún sigue ofreciendo Setenil. Repleto de episodios donde se entrelazan el amor, el odio, la fe y la avaricia por los intereses que cada Reino pretendía. Una historia a través de los ojos de Pedro Ramallo, pariente de los reyes de Portugal y amigo de don Fernando, encargado de llevar a cabo las negociaciones de rendición que los reyes presentaban a las plazas que pensaban ocupar antes de llegar a las armas.

Dos culturas diferentes y muy a su pesar iguales, cada una bajo la tutela de su propio Dios. Una tierra por la que luchar, unos en reclamo y otros en defensa. Dos formas de vivir divididas por la frontera, esa línea imaginaria que separó a moros y rumís en años de turbulencias religiosas y deseos de expansión. Un lugar que conquistar, una mujer dotada de las condiciones necesarias para ser la reina del mundo, un hombre llevado por el carácter triunfador de su esposa. Un matrimonio para la historia, una corte excepcional, rodeados de lo justo y necesario con el gran colchón que suponía el respaldo de la Iglesia. Ante ellos, una idea y su cumplimiento.

Pedro Ramallo nos traslada al Setenil de 1484, a sus calles, a su conquista, nos sitúa al pie de bombardas, de las catapultas y el ariete. Nos enseña la villa de entonces, la mezquita, las cuevas. Conoceremos el enclave fundamental del pequeño cerro (cerrillo) donde se instaló el grueso de la artillería. Nos narra una historia de amor a una tierra propia por parte de unos y el deseo de conquistarla por parte de otros, mostrando lo mejor y lo peor de aquellos hombres. Viviremos las dichas y desdichas de distintos personajes, conoceremos pormenores fabulados del momento vivido, de la masacre, la tensión y la angustia. La desigualdad entre una civilización que llegaba en armas y otra que sería expulsada sin redención. Todo sucedía bajo el reflejo de un mundo cruel, sin escrúpulos, donde el amor quedaba como algo poetizado y sublimado.

Una historia donde Zoraima nos mostrará su pasión por la poesía y su fuerza incontenible, ese legado eterno que es la escritura en forma de poemas de la época. Ella es parte de ese Setenil ávido de saber, representando al amor en sí misma. La poesía como reflejo de nuestra historia, una forma de entendernos a través de las palabras, un legado escrito para el futuro. Salomón, el almotacén del pequeño mercado que buscaba un espacio mayor para crecer. Enrique, el maestro, nos enseñará los valores de las pequeñas cosas y las buenas acciones. El capitán Ahmad, hombre de voluntad inquebrantable, afín a su pueblo, a su gente, cabal y realista.

Una Castilla que llegaba de la mano del marqués don Rodrigo y del Gran Capitán don Gonzalo, repletos de ideas bélicas para un mundo en paz. Con la Iglesia Católica representada por un cardenal guerrero como fue don Pedro González de Mendoza. La paciencia del marino que quería cruzar los mares para dar la vuelta a un mundo plano. Unos reyes dispuestos a crear la mayor herencia monárquica de todos los tiempos, un legado que perdura en la historia.

Setenil, un pueblo abandonado por el Reino Nazarí de Granada. La línea de frontera defendida, con honor, por hombres y mujeres levantados en armas para salvaguardar su tierra y sus hogares. Un lugar, la rocosa fortaleza, que sufrió los disparos de las bombardas que atravesaron sus murallas, derrumbando viviendas y llevándose por delante a muchos inocentes. Una mezquita y una oración perdida, un destino sin ida ni regreso, el final de una vida en el surco de tierra que separa los dos mundos enfrentados. Setenil, o como a bien quieran llamarlo, un lugar donde la guerra resquebrajó con truenos la paz de sus habitantes para dejarnos los versos sobre su dolor.

Pedro Ramallo nos acompaña a adentrarnos en este fascinante mundo que es la fabulación de la toma de Setenil. Las historias pueden ser o no verdaderas, de cada uno depende creerlas, ¿acaso alguien puede prohibirnos creer, fabular? Toma espada y ballesta, te adentras en territorio de frontera, lugar inhóspito para quien no conoce la imaginación.

Sebastián Bermúdez Zamudio

“Un visitante llega a tu casa:

su cuello es de gacela,

luna creciente sobre la noche;

su mirada tiene el embrujo de Babilonia

y la saliva de su boca es mejor

que la de las hijas de la parra;

sus mejillas afrentan a las rosas

y sus dientes confunden a las perlas,

¿puede pasar, con tu permiso,

o ha de irse, por alguna circunstancia?”.

Poema rakûniyya


Setenil 1484

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