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II 1 como dispositio
ОглавлениеLa respuesta a esta pregunta durante mucho tiempo se ha querido ver en II 1, donde Séneca establece el programa de una obra completa sobre el universo, articulada en tres secciones diferentes: caelestia («astronomía»), sublimia («meteorología») y terrena («geografía»), correspondientes a las tres zonas en que se dividía el universo: cielo, aire y tierra, respectivamente.
Considerando que el pasaje tenía valor programático, pese a no encontrarse al comienzo de la obra en ninguno de los órdenes transmitidos de la misma 84 , numerosos estudiosos han querido ver en la alternancia caelestia, sublimia, terrena el principio estructural de las NQ . Y, como no resulta fácil adaptar a este esquema la sucesión de libros en cualquiera de dichos órdenes, muchos críticos se vieron obligados a postular una diferencia entre el orden del arquetipo y el orden de composición.
El propio Koeler, que abría este campo de investigación 85 , no sólo situaba al libro II al comienzo de la obra, sino que, para adaptar a dicho esquema la estructura de la misma, presuponía el siguiente orden original: II, I, VII, IVb (sublimia) , V, III, IVa, VI (terrena) 86 .
También Gercke, quien, ateniéndose al contenido de su prefacio, considera que el libro III ha de ser el primero de la obra 87 , para adaptar el orden de los libros al programa de II 1, se ve obligado desplazar de su posición el libro II, reconstruyendo el siguiente orden original: III-IVa (terrena) , IVb, II, V, VI (sublimia) , VII-I (caelestia) 88 .
Igualmente, A. Rehm, pese a rechazar el carácter programático de II 1, ve en dicha alternancia el criterio básico de ordenación de la obra, proponiendo, sobre la base del orden Grandinem , la estructura IVb, V, VI VII, I-II (sublimia) , III-IVa (terrena) y considerando que Séneca no llegó a escribir ningún libro de tema astronómico.
Y a estos mismos criterios permanece atada G. Stahl, quien, de acuerdo con el orden tradicional (Quantum) , considera la ordenación presidida por la sucesión alternativa de sublimia (I, II), terrena (III, IVa), sublimia (IVb, V), terrena (VI), caelestia (VII), queriendo ver en ella una «secuencia lógica» de derivación de unos temas en otros 89 .
Más recientemente, N. Gross 90 ha vuelto a reivindicar el valor programático de II 1 y, suponiendo la pérdida de dos libros iniciales sobre caelestia («astronomía») 91 , propone, sobre la base del orden Grandinem que defiende como originario, una estructura basada en la alternancia caelestia (dos primeros libros perdidos), sublimia (IVb-II), terrena (III-IVa).
Sin embargo, resulta difícil aceptar que Séneca en la clasifición de II 1 esté ofreciendo el programa de su obra, pues ni se tratan en ella todos los temas citados, ni se citan todos los tratados, ni los distintos grupos reciben un tratamiento de proporciones similares. Séneca, en efecto, en II 1 menciona numerosos tópicos que no son estudiados en las NQ , al menos en los libros conservados. Del apartado terrena sólo se trata, y parcialmente, el tema de las aguas (que, además, era incluido por Aristóteles y sucesores en la meteorología y, en consecuencia, pertenecería al apartado sublimia) pero no se dice una sola palabra sobre el tema de las «tierras», los «árboles» y las «plantas»; y del apartado caelestia , tal y como se enuncia, no se trata algún tema más que de pasada, especialmente en relación con la problemática de los cometas. Y, a la inversa, algunos de los temas estudiados en las NQ , como es el caso de los cometas o de los meteoros estudiados en el libro I, no son mencionados en II 1, como tampoco los son otros temas sí estudiados, como los vientos (V), los rayos (II) y los terremotos (VI), salvo si aceptamos una laguna en II 1,2, en la que, si bien la inclusión del terremoto parece plenamente justificada, la inclusión de los vientos y los rayos ya es más discutible. En conclusión, no hay ninguna razón para pensar que Séneca en II 1 esté ofreciendo el programa de su obra. Lo que Séneca hace, como señala Hine 92 , no es más que una clasificación lógica (una diuisio) de los distintos temas de la física, que tiene fin en sí misma y carece completamente de valor programático.