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¿DÓNDE EMPEZÓ TODO ESTO?

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Antes de abordar el meollo de este asunto, puede que nos ayude entender de dónde ha salido este paradigma. A primera vista, la creencia de que el cerebro lo explica todo parece nueva, como si su origen se debiera forzosamente al progreso de la neurociencia. Sin embargo, esa creencia se puede rastrear hasta la antigua Grecia, y en concreto hasta el siglo V a. C. El médico Hipócrates (460-377 a. C.) es muy conocido por el Juramento Hipocrático, que se puede resumir como no hacer daño, pero también estudió la epilepsia y escribió sobre ella. En su obra Sobre la enfermedad sagrada comentó (la negrita es mía):

Los hombres deberían saber que del cerebro, y solamente del cerebro, nacen nuestros placeres, alegrías, la risa y las chanzas, así como nuestras penas, dolores, tristezas y lágrimas.4

Hipócrates estaba diciendo que la epilepsia no es el resultado de la posesión demoníaca, como se pensaba habitualmente en aquella época, sino que es una enfermedad del cerebro. Sin embargo, esta frase que dice del cerebro, y solamente del cerebro, ha dado forma al paradigma moderno cada vez más extendido de que “la mente es igual al cerebro” en todos los sentidos.

Esta conclusión es la que han expresado en el mundo académico de nuestra época figuras como sir Colin Blakemore, profesor de neurociencia en la Universidad de Oxford, quien en 1976 afirmó:

El cerebro humano es una máquina que, por sí sola, explica todos nuestros actos, nuestros pensamientos más íntimos, nuestras creencias. Todos nuestros actos son producto de nuestra actividad cerebral.5

Y al final, las opiniones que se tienen en el mundo académico se filtran en la cultura popular. La película de animación de Disney Del revés es un ejemplo de esto. La película describe creativamente la complejidad del cerebro humano y la importancia que tienen las distintas emociones (Alegría, Tristeza, Ira, Miedo y Asco son algunos de los personajes del film). La plasticidad del cerebro se plasma mediante la ruptura y la reformación de diversas “islas”. No obstante, el hilo narrativo que discurre por esta película es que todo lo que hace que la protagonista Riley sea lo que es, procede de los mecanismos físicos dentro de su cabeza. Cuando los recuerdos esenciales y las “islas” de Riley están intactos, su conducta exterior está equilibrada. Cuando no lo están, el mundo exterior se desmorona. Tal como sugiere el título, todo está del revés; no hay nada del derecho.

¿Soy solo un cerebro?

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