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¿QUÉ OPCIONES HAY?

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Una creencia popular moderna, que es la opinión que estamos analizando en este libro, dice que la mente es el cerebro. La mente y el cerebro son idénticos. Los pensamientos, los recuerdos y las emociones son la activación de las neuronas. Ni más, ni menos. A veces a este paradigma se le llama “fisicalismo reduccionista”. La mente es reducible (de aquí el “reduccionista”) al funcionamiento físico del cerebro (por eso “fisicalismo”). En otras palabras, en realidad no existe la mente, tan solo la actividad cerebral.

Las voces que defienden esta postura son potentes, pero no son ni mucho menos las únicas del coro. Hoy en día circulan varias descripciones alternativas de la relación entre la mente y el cerebro que, según las personas reflexivas, son viables y convincentes. Estas posturas defienden un concepto distinto de la mente que puede interactuar con el cerebro, pero que sin duda alguna no está a merced de él. En este libro quiero demostrar que “tú eres tu cerebro” dista mucho de ser la única opción disponible.

Una suposición alternativa dice que el cerebro genera la mente. Cuando los componentes del cerebro se combinan y alcanzan un grado determinado de complejidad, dan pie a que surja algo nuevo y distinguible: la mente. A esta postura se la llama fisicalismo no reduccionista (FNR). La mente nace del cerebro físico (de aquí “fisicalismo”). Pero, una vez formada, esta nueva entidad no se puede reducir de vuelta a sus componentes originarios (por eso el “no reduccionista”). Pero si esos componentes se disgregan, la nueva entidad desaparece.

Podríamos resumir esta concepción como: “El todo es mayor que la suma de sus partes”*.7 Según este punto de vista, la mente es más que el cerebro, pero está indisolublemente unida a él. Una pregunta evidente que plantea esta postura es la siguiente: Cuando el cerebro muere, ¿qué le sucede a la mente?

Una segunda alternativa propone que la mente trasciende el cerebro. La mente y el cerebro son dos sustancias diferentes que interactúan pero que también pueden funcionar con independencia una de otra. Esta visión se conoce como “dualismo sustancial” porque son dos las sustancias que participan en esta relación entre mente y cerebro: un cerebro físico y una mente no física.

Una pregunta que suscita este paradigma es: ¿Cómo interactúa exactamente una mente no física con un cerebro físico?, sobre todo porque la neurociencia manifiesta una poderosa conexión entre ambos elementos.

En los capítulos 3 y 4 examinaremos y criticaremos estas descripciones de la relación mente-cerebro y otras más, usando la lente de la consciencia. Sin embargo, el método científico por sí solo no será suficiente para ayudarnos en nuestra investigación; tenemos que observar las distintas creencias que los individuos aportan a su ciencia y, de hecho, a la totalidad de la vida. Todas las personas tienen creencias, incluyendo los científicos, pero es necesario que comprendamos la naturaleza de esas creencias si queremos entender cómo sintetizar una visión del mundo que tenga integridad.8 Una manera de someter a prueba una creencia es formular las tres preguntas siguientes.9

EL PROBLEMA MENTE-CEREBRO: TRES OPCIONES


¿Soy solo un cerebro?

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