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~EPICRISIS~
ОглавлениеNo tendría nada que objetar a aquellos que en este historial patológico viesen, más que el análisis de un caso de histeria, la solución del mismo por una afortunada adivinación. La enferma aceptó como verosímil todo lo que yo interpolé en su relato, pero no se hallaba en estado de reconocer haberlo vivido realmente. Para ello hubiera sido necesaria, a mi juicio, la hipnosis. Si aceptamos la exactitud de mi interpretación e intentamos reducir este caso al esquema de una histeria adquirida tal y como se nos ha presentado en el de miss Lucy R., podremos considerar las dos series de sucesos eróticos como factores traumáticos, y la escena del descubrimiento de la pareja, como un factor auxiliar. Base de esta equiparación serían las circunstancias de que en dichas series quedó creado un contenido de consciencia, el cual, hallándose excluido de la actividad mental del yo, permaneció conservado sin modificación alguna, mientras que en la escena del descubrimiento hubo una nueva impresión, que impuso la conexión asociativa de dicho grupo aislado con el yo. Al lado de esta analogía existen variantes que han de tenerse asimismo en cuenta. La causa del aislamiento no es, como en el caso de miss Lucy, la voluntad del yo, sino su ignorancia, que le impide toda elaboración de las experiencias sexuales. Desde este punto de vista puede considerarse típico el caso de Catalina. En elanálisis de toda histeria basada en traumas histéricos comprobamos que impresiones de la época presexual, cuyo efecto sobre la niña ha sido nulo, adquieren más tarde, como recuerdos, poder traumático, cuando la sujeto, adolescente o ya mujer, llega a la comprensión de la vida sexual. La disociación de grupos psíquicos es, por decirlo así, un proceso normal en el desarrollo de los adolescentes, y no puede parecer extraño que su ulterior incorporación al yo constituya una ocasión, frecuentemente aprovechada, de perturbaciones psíquicas. Quiero, además, expresar aquí mis dudas de que la disociación de la consciencia, por ignorancia, sea realmente distinta de la producida por repulsa consciente, pues es muy probable que los adolescentes posean conocimientos sexuales muchos más precisos de lo que en general se cree, e incluso de lo que ellos mismos suponen.
Otras de las variantes que presenta el mecanismo psíquico de este caso consiste en que la escena del descubrimiento, que hemos calificado de «auxiliar», puede serlo también de «traumática», pues actúa por su propio contenido y no tan sólo por despertar el recuerdo de sucesos traumáticos anteriores. Reúne, de este modo, los caracteres del factor «auxiliar» y los del «traumático». Pero en esta coincidencia no veo motivo ninguno para abandonar una diferenciación de concepto, a la que en otros casos corresponde también una separación temporal. Otra peculiaridad del caso de Catalina, peculiaridad que, por otra parte, ya nos era conocida, es que la conversión, o sea, la creación de los fenómenos histéricos, no se desarrolla inmediatamente después del trauma, sino después de un intervalo de incubación. Charcot daba a este intervalo el nombre de «época de elaboración psíquica». La angustia que Catalina padecía en sus ataques era de orden histérico; esto es, constituía una reproducción de aquella que la oprimía con ocasión de cada uno de los traumas sexuales. Omito explicar también aquí el proceso, regularmente comprobado por mí en un gran número de casos, de que la sospecha de relaciones sexuales hace surgir en sujetos virginales un afecto angustioso.