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Seis consejos para repartir «con cabeza» las parcelas correspondientes a la educación de los hijos, complementándose y actuando a la vez como un equipo:

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1. Lo primero que es necesario tener en cuenta es la idea de equipo –«Somos un equipo»–, y eso implica trabajar en equipo; es decir, aunque las tareas estén repartidas, eso no significa que siempre las tenga que hacer la misma per­sona.

2. La flexibilidad será fundamental para que el equipo funcione. Se trata de conseguir entre los dos el objetivo marcado, no tanto de ver quién lo ha hecho (de apuntarse un tanto individual). Por eso, si en una determinada situación uno de los dos no puede hacerse cargo de la tarea o está en peores condiciones para ello, el otro puede realizarla sin que suponga una pelea ni lo anote como un favor personal hacia su pareja.

3. Asignemos las tareas en función de los horarios. Por ejemplo, si el padre o la madre llega a casa del trabajo a las 20:30 h, lo más razonable será que el que esté en casa sea el que vaya bañando a los niños.

4. Las tareas también se pueden repartir en función de los gustos. No obstante, todo esto será negociable y es importante dejar establecido que en cualquier momento se pueden reasignar y volver a repartir.

5. No olvidemos que una parte fundamental será trabajar la autonomía del niño, por lo que hay que ir asignándole progresivamente una mayor responsabilidad en el seno del hogar. Por ejemplo, llevar el pañal a la basura cuando son pequeños; meter la ropa sucia en la lavadora o en el cesto según vayan creciendo; ayudar a poner la mesa, etc.

6. Los adultos no deben asumir las responsabilidades que les corresponden a los niños, como es el caso de los deberes. Una cosa es que los padres les ayuden y otra muy diferente es que se hagan los responsables de ellos.

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