Читать книгу Sofía tiene novia - Sonja Kastle - Страница 10
ОглавлениеEl paseo al río…
Era un día supremamente movido en el banco de Sofía, claro, como todo primer día laboral, y su secretaria Janeth le anunciaba una visita conocida.
—Licenciada, el señor James Lynch está aquí.
—Hazlo pasar por favor.
—¡Hola Sofía, buen día! ¿Cómo te acaba de ir?
—¡Bien James, buen día! Dime, ¿qué te trae por acá? ¿Puedo ayudarte en algo?
La licenciada Sofía dijo esto porque no era costumbre de su colega ir sin haber informado antes, “de seguro se trata de un nuevo proyecto”, pensó; y no se equivocaba.
—Verás, algunos empresarios de la ciudad se han reunido para desarrollar una campaña que promueva la educación de niños trabajadores en zonas de vulnerabilidad. Para eso contamos con la colaboración de algunos deportistas conocidos, y quisiéramos que tu banco sea uno de nuestros patrocinadores, ya sabes que al ayudar a otros también nos ayudamos nosotros.
—Estoy de acuerdo contigo James, discutiremos esto con la junta directiva y en los próximos días te enviaré una respuesta, solo déjanos los documentos de tu propuesta por favor; para analizarlos.
—Ok licenciada, aquí tienes, de antemano agradezco que me hayas concedido este tiempo, ¡hasta pronto!
—¡Hasta pronto James!
Casi al finalizar el día, una llamada de un número desconocido aparece en el teléfono de Sofía.
—¿Hola?
—¡Hola mi reina! ¿Cómo estás? ¡Dime que sí me has pensado por favor! ¿Mira bonita, sé que mañana es el cumpleaños de tu sobrina, podrías darme la dirección de tu casa bebé?
—¡Oh, eres tú princesa! De acuerdo, anota pues… —¡Bien, anotado! ¿Y cómo se llama la homenajeada?
—Valeria, pero mira, será una pequeña reunión e irán solo chicos de su colegio, por lo que tú y yo seremos las adultas, quizás no te diviertas mucho, así que piénsalo.
—Si estás tú mami linda, no necesito nada más para divertirme, ¿o acaso te arrepentiste de invitarme?
—¡No! Nada de eso, solo te informo para que te hagas una idea y no vayas a aburrirte.
—No lo haré, nos vemos mañana, ¡que tengas buena noche!
—¡Ok hermosa, hasta mañana!!
—¿De veras te parezco hermosa?
—¡Tú sabes que lo eres nena!
—¡Oh gracias! ¡Escucharlo de tu boca es todo un poema! ¡Qué digo poema, es casi una declaración de amor!
—¡Vaya muchacha, qué pícara eres! ¡Qué descanses!
—Igual tú, novia mía.
Una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro de Sofía mientras levantaba la ceja un poco extrañada.
Valeria, una encantadora joven de grandes ojos color miel y piel canela, inteligente y muy sociable estaba a punto de cumplir dieciséis años, se sentía feliz de que su querida tía le hiciera una pequeña fiesta, además, el chico que le atraía vendría con algunos compañeros de la preparatoria. Vivía con su tía desde que sus padres viajaron al exterior por cuestiones de trabajo, no quisieron llevarla para no atrasar sus estudios, ni traumatizarla con cambios de colegio, amigos y horarios, además su tía estaba encantada de ser su tutora por el tiempo que fuese necesario, cosa que su hermano agradeció prometiendo regresar por ella tan pronto esta terminase la preparatoria. Valeria y su tía compartían los quehaceres de la casa y se llevaban muy bien, desde el principio de su convivencia ambas se respetaban mostrando así un aprecio genuino y único que solo se ve en las personas que usan la inteligencia. Ellas se parecían mucho, no solo en lo físico, sino también en el carácter y temperamento.
Llegó el sábado y las chicas de La Torre se fundían en un cálido abrazo de cumpleaños, aquel sería un gran día con grandes sorpresas para ambas.
—¡Mi niña te me creciste, te estás haciendo vieja! —dijo Sofía a su hermosa sobrina mientras reían de tal ocurrencia—. ¿Sabes que te quiero mucho verdad Vale? Y que estoy orgullosísima de ti, has sido para mí una sobrina obediente, respetuosa y sobre todo comprometida con tus estudios. Tus padres también estarán orgullosos de verte así, te quiero mucho hija.
—Gracias tía, yo también te quiero mucho…
—Tengo algo para ti Vale; te compré el vestido que te gustó el otro día en el centro comercial, ¿recuerdas? Además, aquí tienes dinero para que compres los zapatos a tu gusto, y date prisa que el día corre.
Valeria gritó y saltó de alegría abrazando y agradeciendo una vez más a su generosa tía, para luego salir corriendo a la ducha, debía darse prisa, iría a por esos zapatos y algunas cosas más que aún faltaban por comprar.
La joven y exitosa Sofía, tendría un día muy agitado, se había comprometido a cocinar para Valeria y sus amigos de prepa, como ella solía decir, y no sería nada fácil, pues hacía muchos días no tocaba un plato en la cocina, y eso se debía a que su sobrina comía en la escuela y ella en el restaurante frente al banco y en la tarde Valeria por ser la que primero llegaba, preparaba su cena o si no, simplemente pedía algo. No había invitado a ninguno de sus amigos pues, consideraba que era una reunión de menores con cosas de niños y quería respetar la privacidad de Valeria entre sus amigos, solo había invitado a Mary para no sentirse tan sola ya que su amiguísimo Alan, estaba de vacaciones, y es que además esa chica le caía en gracia.
—Qué intensa —dijo en voz alta levantando su ceja y haciendo su característica mueca con los labios.
Dejó sus pensamientos a un lado mientras hacía su enorme cama de comodísimos almohadones y hermoso edredón azul, abrió las persianas y colocó música en su televisor LED. Iba y venía limpiando y acomodando todo. Cuando su ventilada y acogedora casa estuvo reluciente, se bañó para luego meterse a la cocina, quería preparar arroz a la marinera y ensalada de patatas, además haría un hermoso pastel de dos pisos decorado con el nombre de Valeria, “mi chica se lo merece”, dijo para sus adentros.
Después de preparar todo, se metió de nuevo a la ducha y cambió sus ropas con olor a comida por un fresco y cómodo vestido color negro que resaltaba sus curvas, y unas baletas de igual color que le daban descanso a sus pies, pues durante la semana y por su trabajo, todos los días usaba tacón y ella adoraba los zapatos bajos. Se sentó en su sillón con una copa de coñac, su bebida predilecta y disfrutaba de la música de Tracy Chapman, una de sus artistas favoritas.
Los amigos de Valeria iban llegando en grupos de a dos hasta completar los dieciséis invitados, ¿coincidencia o cábala? Fue mera coincidencia pues, era el grupo completo del último curso de la preparatoria, quienes felicitaban y saludaban a Valeria con cariño, se notaba el cambio de nivel, pues en otros tiempos eran adolescentes rebeldes y un poco alocados, la cercanía de la universidad y los conocimientos adquiridos se hacían ver en la mayoría de ellos aunque no dejaba de haber algunos que aún conservaban un poco de rebeldía, pero para eso estaba ahí Sofía, para vigilarlos de cerca, sabía que no podía confiarse, después de todo, “yo también fui adolescente”, pensaba, mientras los escuchaba hablar de artistas, de marcas de carros, sueños y deseos que tenían cada uno, algunos habían llevado bebida y cigarrillos camuflados que consumían en el antejardín de la casa. Pero Sofía sabía que era algo inevitable a esa edad, lo ideal sería no prolongar demasiado la reunión y así no irían más lejos.
Los jóvenes se divertían cantando y bailando, y en eso un lujoso carro se detenía frente a la casa de Sofía.
—¡Buena noche! ¿Es la casa de la licenciada Sofía verdad?
—Sí nena, aquí es; ¡Valeria! Valeria! ¡Ven que esta preciosura busca a tu tía!
—¡Vamos Jimmy cálmate!
—¿Buenas, puedo ayudarle?
—¡Sí! ¿Tú eres Valeria verdad? Permíteme presentarme, soy Mary Ann La Port, amiga de tu tía, ¡feliz cumpleaños!
Mary dijo esto entregando un regalo acompañado de unas hermosas flores a la joven Valeria, que feliz y emocionada daba las gracias a la desconocida y al mismo tiempo llamaba a su tía con insistencia.
La licenciada salió a recibir a su joven amiga y se percató de la mirada curiosa y morbosa de algunos de los chicos que estaban impresionados con la belleza y comodidad que mostraba Mary, hablaban de ella elogiando su hermoso trasero y su fabuloso automóvil.
—¿Quién es esa chica tan linda eh? —Preguntaba uno de los muchachos.
—Es amiga de la tía de Vale —contestaba Jimmy a su amigo Daniel.
—Vaya… vaya… ¡qué buena está la pelirroja! ¡Divina!
Mary dejó los murmullos de los adolescentes detrás y se adentró a la casa.
—¡Hola Mary! ¡Pasa por favor, no sabes lo feliz que me hace que estés aquí!
—¿Y eso mi reina? ¡Porque en todo caso, feliz estoy yo de que me hayas rescatado de los pequeños lobos que tienes allá afuera!
—Dices eso porque no tienes ni idea de lo tonta que me siento al escucharlos hablar y no entender el léxico que usan, por eso esta noche te necesito, ya que tú estás más cerca de ellos que yo, seguro entenderás si planean cosas raras y me dirás, ¿cuento contigo?
—¡Vamos! No exageres mi reina, yo estoy más cerca de ti —dijo esto con una irónica picardía que fue captada por Sofía—, además, tú no sabes lo cohibida que me sentí al oírlos susurrar sobre mi trasero, ¡oye! ¡Que casi me sentí violada!
—Anda, ¡tanto así!
—Tanto así reina mía, pero en medio de todo me hicieron recordar los años maravillosos del cole, ¡éramos impetuosos, atrevidos y muy divertidos!
—Sí… también recuerdo los míos…
Mary advirtió un poco de dolor en sus palabras y quería saber más sobre aquella enigmática mujer, pero fue prudente y prefirió no indagar más, ya habría tiempo de saber, pensó.
Se sentaron en el amplio sillón de aquella sala donde escuchaban la música predilecta de los estudiantes.
—¿Qué deseas tomar Mary?
—Lo que tú estés tomando estará bien para mí, aunque si te dijera la verdad quizás me tomarías por grosera.
Sofía la miró un tanto asombrada, preguntándose un millón de cosas que pasaban por su cabeza, y para no pecar fue directa y preguntó.
—Mira pequeña, después que no pidas alucinógenos o algo así, puedo conseguirte cualquier cosa.
—¡No! Bueno, aunque pensándolo bien, tu boca sería un buen narcótico para mí.
—Ah… sí que eres lanzada, me halagas, te daré coñac que es lo que estoy tomando, ¿de acuerdo?
—Sí, está bien, gracias.
La reunión transcurría amena alegre y divertida para todos, Valeria y sus amigos reían, cantaban, comían, bailaban y participaban de viejos juegos que para sorpresa de Sofía aún no habían pasado de moda como era el caso de “la botella” y “verdad o mentira”, juegos en los que participaban todos, incluyendo a las dos únicas adultas.
Los jóvenes embriagados de romanticismo colocaron una canción suave; Lady in red, por Chris De Burgh, algunos de ellos estaban enamorados y aprovecharon la melodía para bailar muy juntos y besarse, entre ellos estaban Daniel y Valeria.
Mary también aprovechó la ocasión para sacar a bailar a Sofía, quien se extrañó de la situación pues ella siempre era quien tomaba la iniciativa en sus relaciones dejando claro que los compromisos y el amor no eran parte de su vida sentimental porque sencillamente había perdido la confianza, pero decidió seguir el juego de Mary, de alguna manera le gustaba su osadía y sus picantes piropos.
Mary la apretó contra su cuerpo intentando absorber todo el delicioso aroma que emanaba de su piel, estaba feliz de tenerla entre sus brazos, su corazón latía cada vez más fuerte y las ganas de besar a aquella mujer la tenían al borde de un colapso, por eso decidió dar el siguiente paso.
—Sofía… esta noche quiero ser atrevida y me gustaría obtener un sí.
—¿De qué hablas princesa?
—Sé mi novia.
—Ah…
Sofía se había quedado sin palabras, aunque no era la primera vez que una chica quería tenerla como su novia, sí que era la primera vez que la acosaban tan rápida y descaradamente.
—¿Hablas en serio Mary?
—Sí, muy en serio, tú has estado en mi cabeza desde el primer día que te vi, y quisiera quedarme esta noche en tu cama como tu novia.
—¡Pero niña! Tú apenas me conoces y yo no sé casi nada de ti, además eres muy joven para mí, y es que perdón, pero no siento igual que tú.
—Te equivocas mi reina, yo sé mucho de ti, sé que eres una gran profesional, independiente, gerente del Banco Central Americano, una mujer súper inteligente, guapísima, de escasos treinta años, y que además se hizo cargo de su sobrina desde que esta tenía doce años, apropósito, has hecho un buen trabajo con ella, es una niña muy educada. Y yo no soy tan niña, tengo veintitrés años y ya casi me gradúo de la universidad, ¿entonces cuál es el problema? Porque también sé que no tienes novia oficial.
—Veo que has estado investigándome, ¿y eso es acoso no?
—No Sofía, es solo que mi padre es accionista de tu banco y lo indagué un poco.
—¿Y cómo se llama tu padre?
—Henry La Port.
—¡Oh claro! Ya me sonaba tu apellido, siendo así niña, no me conviene tener un noviazgo contigo, estoy muy a gusto en mi trabajo, ¿entiendes verdad?
—A ver mi reina, soy mayor de edad y mis padres conocen y entienden mi preferencia sexual, te aseguro que estarán encantados de que seas tú mi novia, de hecho, hablan de ti todo el tiempo, te admiran Sofía, y esa admiración me llevó a ti, pero veo que no te gusto… y ese es el problema, ¿cierto?
—La verdad me tomas desprevenida, yo tengo una relación que no va más allá del sexo, y aunque confieso que me gustaría algo más estable, aún hay cosas con las que lidio y no quiero que alguien esté molesta con dichas cosas de mi pasado, no estoy preparada para dejarlo ir…
—Dame una oportunidad Sofía, porque tú me gustas mucho y será difícil para mí sacarte de mi cabeza, siempre quise sentir esto que estoy sintiendo por ti, confieso que he tenido algunas amigas y la he pasado bueno, pero mi corazón jamás latió tan fuerte al sentir el calor de una piel, si pudieras estar en mí un minuto, sabrías que no miento.
Terminó la canción justo en el momento en que Mary acercaba su boca para besar a Sofía, y no le quedó otro remedio que alejarse de ella algo abrumada por el silencio de esta.
Era la media noche y la reunión había llegado a su fin, los jóvenes empezaron a despedirse uno a uno de Valeria, Sofía y Mary, con quien todos empatizaron. Minutos después las tres chicas recogían y organizaban todo de nuevo.
—¡Oye Mary! ¿Qué haces? Tú eres nuestra invitada, siéntate.
—Nada de eso, quiero ayudar, ¡déjame!
—¿Y es que tú sí sabes hacer oficios? —bromeó Sofía con una pequeña sonrisa.
—Claro, debes saber que mi madre nos ha enseñado a mi hermano y a mí el valor de las cosas y a ser solidarios, y yo pues lo recuerdo siempre que puedo y quiero.
—Eso me parece bien pero, hoy no recuerdes mucho, me apenaría que te ensucies la ropa —rieron mientras terminaban con los deberes.
La joven Valeria cansada de recoger y organizar los regalos que habían traído para ella sus amigos, se despedía de su tía y Mary, además porque había notado el interés de aquella chica por su tía, y esta le caía bien, “Ojalá mi tía le “dé bolas”, parece una buena chica”, le había comentado a su novio Daniel. Por su parte Mary al ver la incomodidad de Sofía, decidió despedirse también de aquella velada que no olvidaría jamás.
—Ha sido grato conocer un poco más de ti, y como veo que ya vais a dormir, también yo me despido.
Sofía se acercó a Mary y tomó su hermoso rostro entre sus manos, susurrando en su oído algo que casi infarta a la muy ilusionada Mary Ann.
—Seré tu novia si te quedas esta noche.
Seguido, la besó largamente, apretando su delgado cuerpo contra el suyo, no la dejó responder, tampoco podía, ya que su corazón era un tambor constante que golpeaba con fuerza el pecho de Sofía quien con rápidos movimientos la sacaba de la cocina para introducirla en su habitación y tras cerrar la puerta la tumbó con suavidad sobre la cama sin soltar su boca. Mary gemía tan fuerte que por un momento pensó que su cabeza estallaría. Sofía aceptó la propuesta de Mary y como buena escorpiana le dejaría claro quién mandaría en la relación. La desnudó con sutileza besando cada parte expuesta de aquella blanca y suave piel, a la vez que se dejaba desnudar de una Mary casi sin sentido, embriagada de deseo. La licenciada susurraba en su oído palabras de ternura que aumentaban el calor de aquella llama que las quemaba cada vez más en un grado superior.
—Qué rica estás princesa…
Decía Sofía mientras besaba sus senos, haciendo que la joven Mary subiera y bajara sus glúteos con ritmo desesperado, mientras la otra empujaba su pubis contra su centro, provocando espasmos entre ambas, al ver la agonía de su novia por llegar, Sofía decidió bajar hasta sus entrañas para saborear el líquido que emanaba de aquella niña que ya desesperada le agarraba los cabellos, en tanto que esta la penetraba una y otra vez con su cálida lengua, la misma que introdujo hasta el fondo dejándola ahí apoyada por sus dos manos que tenían asidas sus nalgas apretándolas contra sí misma, a lo que Mary no aguantó más gritando un gemido que la dejó temblando entre sus manos.
Luego de unos minutos una casi desmayada, Mary sintió cómo unas manos la tomaban para sentarla sobre sí. Una Sofía poseída por el deseo, la tenía justo en donde se encontraban las dos muñecas cara a cara obligándola a moverse cada vez con más fuerza permitiendo que esta la sujetase por los hombros en una postura que le permitía a Sofía besar sus tiernos y delicados senos, que al contacto con su boca dejaba ver unos endurecidos pezones que gritaban sin hablar lo que Mary estaba sintiendo.
—Sofía mi reina… me vengo mi amor… ya no aguanto…
—Un poco más princesa… un poco más, oh sí…
El grito desesperado de Sofía las llevó a un orgasmo soñado, se vinieron al mismo tiempo, Mary se dejó caer sobre su novia, en tanto que esta la abrazaba agradecida de que permitiera tenerla a su merced. No la dejó bajarse de sobre su cuerpo y minutos después de nuevo empezó a besarla, no se lo decía, pero desde el momento que sintió sus tiernos y cálidos labios le habían gustado, y Mary pensaba que aquella boca era única, ella le mordía los labios, la lengua y el alma, estaba fascinada por la fuerza y vitalidad de aquella mujer que no paraba de inventar maneras de hacer el amor.
Las nuevas novias cansadas de tanto trajín amoroso sucumbieron al sueño que las sorprendió abrazadas, aún se apretaban contra sí como si quisieran más, pero sus fuerzas un tanto debilitadas no les permitieran lo que aún querían. La madrugada las sorprendió besándose, ambas habían despertado un monstruo sexual que no sabían que estaba ahí dormido, se sentían poseídas por un deseo interminable, sus bocas no paraban de besar y sus manos acariciaban en ambas direcciones guiadas por el instinto sublime de una pasión que enloquecía sus sentidos.
Y una vez más se entregaron sin reservas, dejando todo en aquella hermosa y espaciosa cama, esta vez el orgasmo había sido prolongado y fuerte, por lo que abrazadas aún no dejaban de temblar. El sueño volvió con la luz del día, y una blanca sábana cubría sus hermosos cuerpos.
Eran las once de la mañana y Valeria estaba despierta desde hacía un buen rato, tenía café y arepas con queso que compró en la panadería cerca de su casa, estaba lista para el paseo que había planeado con sus amigos desde la noche anterior, incluso su tía iría. “¿Será que lo habrá olvidado?”, se preguntaba un tanto indecisa, “de todas maneras, debía llamarla”, pensó.
—¿Tía ya te despertaste? Es casi medio día y tenemos un paseo, ¿recuerdas? ¿Vienes con nosotros o prefieres quedarte?
Sofía aún casi dormida escuchó la voz de su sobrina y levantándose con prisa atinó a contestar:
—Ah… hija lo olvidé, será mejor que se vayan sin mí. ¡No! ¡No! ¡Espera, dame unos minutos! Me baño, ¿bueno?
—¡Ok tía! ¡Llamaré a los muchachos y les diré que tú me llevas!
—Bien nena, así será.
Después apresurada fue con Mary.
—¡Mary, Mary, Mary, despierta princesa!
—Oh mi reina, déjame dormir otro rato, ¿sí?
—Es que Valeria tiene un paseo y prometí llevarla, tú sabrás si te quedas, o si prefieres, vienes con nosotras; tú dirás.
—Ah bueno, ¡voy contigo mi reina!
—Entonces date prisa, anda bañémonos que nos esperan.
—Ok… voy.
Después de bañarse Sofía le prestó algo de ropa a Mary, y salieron del cuarto a la cocina para tomar algo de café con arepas, la pequeña Valeria nada sorprendida las miraba desde la sala con maliciosa aprobación.
—¡Buen día mi niña! —balbuceó Sofía abrazando a su sobrina—. Te presento a mi novia, Mary Ann La Port, espero se lleven bien.
—Claro tía, cómo no llevarme bien con alguien que pone esa hermosa sonrisa en tu cara. Es un gusto para mí que estés aquí Mary, ¿vendrás con nosotras verdad?
—Gracias Valeria, y claro que iré con ustedes, ¡llamaré a mis padres para avisar y ya está!
Sofía y Mary se miraron en un gesto de aprobación que las hizo sonreír, tomaron sus cosas y después de cerrar bien las puertas de la casa, partieron en el coche de Sofía, ya que este era más amplio y cómodo.
—¿Y a dónde vamos? —preguntó la feliz Mary.
—Vamos a un hermoso río cerca de la montaña, creo que los muchachos ya están allá, ¡nos cogió el día!, y aún debemos comprar algo de comida y refrescos, pero bueno, creo que en una hora llegaremos, nadaremos unas cuantas horas más, y regresamos, ¿ok?
—Ok Sofía, entonces lleguemos al “súper” por agua, tengo mucha sed.
—Así será princesa —le decía Sofía a su novia tocando sus piernas con una mano mientras con la otra sostenía el volante.
Luego de comprar las provisiones para el viaje y la estancia en el río, las chicas se dirigieron hacia la montaña apreciando el paisaje mientras entonaban alegres canciones que hacían más ameno el trayecto, tenían demasiada alegría en sus corazones, sus rostros brillaban en cada una de manera diferente pero, motivado por el mismo sentimiento, el amor, sí, el amor que Mary, Valeria e incluso la misma Sofía estaban sintiendo (Sofía sin saberlo aún).
Llegaron a su destino y desde la parte alta de aquel río podían ver a los muchachos divertirse bajo el agua. Bajaron del auto y descendieron por un corto camino que las puso frente a frente con los amigos de Valeria, a quienes saludaron con cariño.
Todo era alegría y juegos entre los chicos, y Mary embobada con la esbelta figura de su novia la abrazaba como si tuviera miedo de perderla.
—¿Sabes una cosa Sofía?
—No, dime tú para saber.
—Eres la mejor amante que existe, fue una noche y día espectacular, ¡gracias!
Sofía la miró con ternura y besándola pensó que tenía mucha razón, había sido una tremenda noche, las aventuras que tenía esporádicamente y el sexo con Sandra no eran malos, pero con Mary era exquisito, “esta niña es adictiva”, se decía para sus adentros.
—Eres terriblemente deliciosa princesa —decía Sofía mientras besaba a Mary.
Todo era risas, besos y abrazos en aquel río tan cristalino y fresco como el amor que nacía entre aquellos jóvenes llenos de grandes sueños, y nuestra hermosa pareja adulta no estaba ajena a los acontecimientos.
Valeria presentó a Daniel con su tía Sofía como su novio, y esta observó a un joven cariñoso y atento que se veía muy enamorado.
—Mucho gusto Daniel, ¿no está de más que te recomiende a mi sobrina verdad?
—Por supuesto Sofía, ella es mi tesoro también, y la cuidaré.
—Eso me agrada, y por favor no se alejen mucho de la orilla, ¿estamos?
—Ok tía —contestó Valeria sonriente, le gustó mucho que a su tía le hubiese agradado Daniel, su mirada y gestos de aprobación le confirmaron lo que hacía rato le decía a su novio.
—¿Vistes Daniel? Ella no es ningún ogro, le caes bien, además anoche nos observaba, y si no dijo nada es porque me conoce, sabe que no andaría con un patán.
—Bueno, ya sabes que tú eres mi primera novia.
Daniel estaba nervioso y feliz de ser aceptado por la tía de Valeria, su mirada tenía el brillo de un amor adolescente que crecía a pasos agigantados.
—¿La primera Daniel?
—Osita hermosa, la primera, la única y la última…
—Así está mejor mi Dani…
Los chicos correteaban entre ellos tirándose al río como escapatoria de sus alegres y divertidos juegos, mismo río que usaban para besarse sumergiendo en él las incipientes pasiones.
Estaban tan entregados al relax que produce estar bajo el agua, que no se percataron de la lluvia que ya caía sobre ellos y de la gente que empezaba a recoger sus cosas para marcharse, y que lo hacían porque seguramente conocían que cuando llueve muy duro, es peligroso permanecer en un río.
Sofía y Mary fueron las primeras en advertir a los chicos que era hora de partir y ellas mismas se disponían a salir del agua, pero en segundos un torrencial aguacero desató la furia natural de aquel río que arrastró todo a su paso y no les dio tiempo de nada.
Se escuchaban gritos de auxilio de hombres y mujeres, chicos y chicas, que desesperados luchaban por emerger y encontrar alguna tabla de salvación.
Sofía logró asirse de unas ramas al otro extremo del río y con angustiosos gritos llamaba a su sobrina y a su novia sin obtener ninguna respuesta:
—¡Valeria! ¡Mary!
Su angustia crecía con los segundos conforme arreciaba la lluvia, no podía ver a casi nadie al otro lado, quería soltarse y nadar pues era buena en ello, pero era tan fuerte la corriente que no se atrevió a hacerlo, de repente el cuerpo golpeado de un joven se enredó en una de sus manos y al sentirlo aún con vida lo atrajo hacia su cuerpo como pudo percatándose de que se trataba de Daniel, sentía que su brazo se desprendía por el esfuerzo “pero no lo soltaré”, se decía mientras las lágrimas de impotencia rodaban por sus mejillas, de pronto la lluvia así como empezó, terminó, y pudo ver socorristas que ayudaban a los bañistas. Fue entonces que volvió a gritar a todo pulmón por ayuda, hasta que la vieron.
—¡Aguante señora que vamos por usted!
—¡Oigan! ¡Somos dos! ¡Hay un joven conmigo que está muy golpeado!
Sofía luchaba con todas sus fuerzas para que el ímpetu de aquel bravío río no la soltara de su única opción de sobrevivir con aquel joven, sus brazos le dolían a más no poder, pero estaba dispuesta a dejar hasta su último aliento ahí, era una guerrera pura, siempre lo había sido, su fuerte mentalidad le daba el valor de aguantar un poco más.
—¡Está bien señora, aguante un poco más que ya estamos llegando!
Muchos ayudaban a los socorristas y las ambulancias no dejaban de sonar, como era domingo algunas personas optaron por ir de paseo a ese río, por lo que había mucha gente aparte de los amigos de Valeria, su tía y la novia de esta.
Por fin el joven Daniel y Sofía fueron rescatados por los socorristas quienes se llevaron a Daniel de urgencias ya que aún no recuperaba el conocimiento. Inmediatamente la licenciada olvidó el dolor de sus brazos para ir en busca de sus dos “niñas”, sus lágrimas no paraban de salir y nadie le daba extensivas, muchos buscaban a sus parientes o amigos. Un oficial a cargo le tomó sus datos y le recomendó que fuera a buscar a los hospitales pues muchos heridos habían sido llevados, y algunos no tenían identificación.
Sofía advirtió que la noche caía y la gente se alejaba poco a poco, el sitio estaba quedando con unos cuantos socorristas, por lo que decidió alejarse de ahí e ir en busca de más datos, quizá el agente tenía razón y debía ir a los hospitales; averiguaría a cuáles llevaron heridos, e iría, “sí debo ir, debo ir”, se decía una y otra vez con la cabeza totalmente caliente de tanto pensar e imaginar lo peor, no podía detener las lágrimas que rodaban una tras otra por su bello rostro y el frío empezaba a calar en sus huesos.
La policía había identificado a algunos muertos y heridos por sus huellas digitales, y estaban dando parte a sus familiares o conocidos a través de las estaciones de radio.
La licenciada había tomado su carro que se encontraba en la parte alta del río y con el corazón en la mano y los pensamientos acumulados en su cabeza se dirigió a toda prisa en busca de su sobrina y de Mary. Encendió la radio para oír las noticias, pensaba lo peor y se culpaba por ello, ¿qué le diría a su hermano y a su cuñada? ”¡Dios por favor que estén vivas!”, ¿Y los La Port? ¿Acaso Mary les dijo que estaría con ella? “¿Por qué Dios? ¿Por qué?”, se preguntaba mientras su carro avanzaba raudo tragándose kilómetros y kilómetros de carretera.
La voz de una locutora interrumpió la música que sonaba en la radio, para dar noticias de última hora.
«Informamos a nuestros fieles oyentes que, en la tarde de hoy, el Río Kappa que se encuentra al pie de la hermosa montaña Pico de Águila, se desbordó a raíz de un fuerte aguacero que hizo colapsar las compuertas de la represa que se encuentra a un kilómetro de dicho lugar, causando la muerte de varias personas y algunos heridos que fueron trasladados al Hospital Center. A todos aquellos interesados les rogamos estén pendientes pues, en los próximos minutos estaremos dando los nombres de los heridos y de aquellos que infortunadamente ya no están con nosotros».
Aquellas noticias llenaban de pánico a la banquera que rogaba por sus dos niñas, iba en su coche con la angustia natural de alguien que no sabe nada de lo que quisiera saber.
—¡Dios! ¡Que todos estén vivos por favor!
Era una súplica desde el fondo de su corazón, se limpiaba los ojos constantemente para ver mejor la carretera, deseaba poder estar más tranquila. Pero, Sofía no podía estar más nerviosa, había aumentado el volumen de la radio, necesitaba escuchar con claridad y esperaba ansiosa los nombres, aún tenía esperanzas, Dios estaba en su boca constantemente, rezaba por un doble milagro.
La música fue interrumpida y Sofía orilló su carro para escuchar mejor, además los nervios no le permitían manejar con normalidad.
«A continuación, damos una lista detallada de las personas que perdieron la vida por inmersión en la tragedia ocurrida esta tarde en el Rio Kappa».
Uno a uno fueron dando los nombres y Sofía solo reconoció el nombre de uno de los amigos de Valeria, un joven moreno, simpático y divertido de nombre Jimmy Jones, se trataba de uno de los mejores amigos de Daniel. Su corazón dio un vuelco, le dolió saber que uno de los amigos de su sobrina había fallecido, lo vio en su casa la noche anterior. Pero tristemente descansó un poco, aún había esperanzas para sus dos muchachas, ahora esperaría los nombres de los heridos.
«Mucha atención a los familiares de las personas cuyo nombre leeremos a continuación, pues estas se encuentran en el Hospital Center, siendo atendidas por las diversas heridas que fueron causadas al ser arrastrados por la corriente del Río Kappa: Daniel Becker, Callie Adams, Mary Ann La Port, Meredith Hamilton, Eloise Mayer, Lauren Bolton, Robert Lamber, Karla Castillo, Lucas Smith».
Después de anunciar muchos nombres entre los cuales estaba el de Mary Ann, la locutora pronunció uno que hizo llorar de alegría a la licenciada Sofía.
«Y Valeria de La Torre, otra de los más de veinte menores de edad que se encontraban en dicho sitio turístico. En unos minutos estaremos repitiendo esta información, gracias por acompañarnos en esta fría noche».
Le dolía todo el cuerpo, manejar era un sacrificio inmenso, sin embargo, después de escuchar aquellos nombres tan conocidos, su coraje aumentó, debía ser fuerte para ellas, en especial para su sobrina que solo la tenía a ella en aquella ciudad.
Una Sofía más calmada tomaba con mayor seguridad el volante de su carro, y se encaminaba directo al hospital, después de varios minutos de ir por el carril de velocidad, aparcó su auto frente al centro de salud y sin pérdida de tiempo se dirigió a la recepción.
—Buenas noches, mi nombre es Sofía de La Torre y busco a mi sobrina de dieciséis años Valeria de La Torre y a mi novia Mary Ann La Port.
—Denos un momento por favor. Sí, efectivamente aquí se encuentran dichas jóvenes, pero una de ellas está en cirugía, se trata de la niña Valeria, en dos horas los cirujanos saldrán a informarle, la señorita La Port está fuera de peligro y puede verla si así desea, su habitación es la 121.
—Muchas gracias. Señorita disculpe, ¿podrá decirme si la operación de Valeria es de gravedad? Solo… ¿qué tan grave es?
—Tranquila señora, dentro de un par de horas sabremos cómo está, los médicos que la operan le darán toda la información que requiere, tenga un poco más de paciencia.
—Muchas gracias…
Sofía se encaminaba a la habitación de Mary cuando una voz conocida llamó su atención, era el padre de Mary, Henry La Port, que venía de la habitación 121 y hablaba con los médicos acerca del estado de su hija, según palabras del galeno, esta se encontraba fuera de peligro, había tenido suerte decía, salvo algunas magulladuras en su estómago, brazos y piernas, que ya habían sido atendidas por el personal médico, pero se quedaría en observación hasta el día siguiente para descartar cualquier eventualidad.
Después de dar las gracias por la información, el padre de Mary se dirigió hacia la recepción para firmar algunos papeles, por lo que se encontró de frente con Sofía que se había detenido un tanto nerviosa.
—Buenas noches, señor La Port.
—Buenas noches licenciada, tengo entendido que mi hija andaba con usted, su sobrina y otros chicos, ¿verdad?
—Así es señor, ella estaba desde anoche en mi casa, mi sobrina estuvo de cumpleaños y planeamos ir al río con sus amigos hoy, con tan mala fortuna… bueno, gracias a Dios no pasó a mayores.
—Cierto, es un alivio que Mary esté bien, ¿y su sobrina ya salió de cirugía? ¿Y usted no se golpeó? Mi hija quiere saber de ustedes, ella está realmente desesperada, bueno ya supo lo de Valeria, nosotros indagamos, pero de usted no sabíamos nada.
—Yo estoy bien señor, bueno un poco adolorida en los brazos, pero nada más.
—Me alegro mucho, deje que firme unas órdenes y me acompaña de vuelta a la habitación de Mary, ¿le parece? Bueno, de seguro la cirugía de su sobrina demora un poco, así le da unos minutos para ver a mi hija.
—Sí, de hecho, me dirigía hacia allá cuando lo vi venir.
—Ah qué bien.
Mary se encontraba con su madre cuando vio a su novia entrar a aquella habitación del hospital acompañada de su padre, por poco se levanta a abrazarla, si no hubiera sido por la mirada suplicante de Sofía que le gritaba, ¡no lo hagas! Ambas se saludaron con cariño y una gran emoción que les fue difícil ocultar, los padres de Mary indagaban con las miradas cómplices por lo que, está utilizando el carácter directo que tenía la presentó a ellos sin vacilar.
—Padres, les presento a mi novia, Sofía de La Torre.
La licenciada Sofía también era una mujer de temperamento y directa, pero se trataba de la hija de un accionista del banco para el cual laboraba, y no dejó de sentirse incómoda, aunque reconoció el valor de Mary, y para sus adentros le agradeció el gesto.
Los esposos La Port reconocían en Sofía a una mujer de éxito, inteligente y muy culta, además, conocían de sus preferencias, por lo que no fue de gran sorpresa, no obstante, dejaron ver cierta incomodidad que no pasó desapercibida por las chicas.
—Esperamos que sean felices en su relación, ustedes son adultas y autónomas, solo deseamos lo mejor para ti hija —decía la madre, mientras el señor La Port asentía con la cabeza.
—Gracias mami, soy feliz con ella, ¡muy feliz!
—Me alegro mi niña…
Sofía no decía nada, manejó todo con discreción, conocía a los La Port, que todo lo manejaban con un bajo perfil, incluso su dinero, sabía que eran riquísimos por herencia, pero aparentaban lo menos posible.
Después de aquella incómoda conversación, Sofía se despidió de los La Port para estar atenta a los resultados de la operación de Valeria, aún no se decidía a llamar a su hermano, pues no tenía nada qué decir en concreto, esperaría hasta tener noticias claras.
Sentada en la sala de espera de aquel hospital, Sofía se hallaba impaciente por conocer el parte médico, oraba para que su sobrina saliera bien de la operación, era tan joven y buena niña que no merecía dicha suerte, aún no sabía nada de Daniel y rogaba que estuviera bien, solo esperaba conocer los resultados de su niña e iría a averiguar por él.
—¿Los familiares de Valeria de La Torre por favor?
—Soy su tía y tutora doctor, Sofía de La Torre.
—Bien doña Sofía, su sobrina sufrió fractura en la extremidad inferior izquierda, a la altura del peroné. Debido a la urgencia de sus lesiones decidimos operar sin la firma de un familiar, por lo que asumimos toda la responsabilidad. Hemos salvado su pierna instalando unos clavos de última tecnología. Para fortuna de la joven todo salió muy bien, por lo que creemos que en tres meses estará caminando normalmente. Por lo pronto, quedará en observación tres días y después de esto podrá ir a su casa y terminar allá su recuperación, para esto debe conseguir una silla de ruedas y unas muletas que le ayudarán en la movilidad durante este periodo. En estos momentos está en cuidados intensivos y ya puede verla.
—Gracias doctor, ¡no saben el alivio que siento!
Sofía aún estaba con la ropa interior húmeda, sus brazos adoloridos y el hambre empezaba a acosarla, pero caminó firme por los pasillos de aquel hospital en busca de su sobrina, y allí estaba con su pierna enyesada y somnolienta por los efectos de la anestesia que todavía adormecían su cuerpo, apenas si podía hablar por lo que esbozó una sonrisa al ver a su tía, a lo que esta, agachándose hacia su cabeza la besó en la frente.
—Mi pequeña Vale, no sabes el susto que pasé por ti y por los chicos… fue tan triste, pero gracias a Dios estamos bien.
—¿Y Daniel está bien? ¿Lo viste? ¿Todos nos salvamos tía? Dime…
—Aún no tengo un reporte final, pero la mayoría de nuestro grupo se salvó, tristemente solo Jimmy Jones no lo logró. Daniel y Mary están siendo atendidos por golpes en sus cuerpos, tan pronto sepa algo más te informo, por ahora no hables mucho hija.
—¡Oh! ¡Cuánto siento que Jimmy esté muerto!
La joven Valeria dejó escapar una lágrima, era su amigo y compañero de trabajos con quien pasó muchos ratos de alegría, junto a sus otros amigos solían hacer tareas en cualquiera de las casas de estos, realmente había perdido a un amigo que contagiaba con sus alegres ocurrencias.
—Tranquila mi niña, no te alteres, ahora debemos ser fuertes, cariño.
La hermosa morena después de dejar a su sobrina con una enfermera que la cuidaría cuando ella no estuviera (a quien incluso contrató para que la cuidase también en casa medio tiempo cuando le diesen el alta), se encaminó hacia el cuarto de Mary, aún estaban los La Port quienes daban instrucciones a la enfermera que la cuidaría toda la noche. Sofía aprovechó para preguntarles si tenían algún reporte del resto de los chicos.
—¿Señor La Port, tiene usted conocimiento de la suerte de los otros chicos? Es que mi sobrina está intranquila y quiere saber qué pasó con sus amigos.
—Claro licenciada, hace poco estuvo aquí Frank Becker, un gran amigo nuestro, padre de uno de los chicos, Daniel Becker, quien sufrió golpes en la cabeza y al parecer aún no despierta del coma, uno de ellos murió y el resto salió ileso, la mayoría son excelentes nadadores, su agilidad les salvaron la vida. Incluso usted es tendencia en las redes.
—¿Yo? ¿Y eso?…
—Dicen que usted es la responsable de que el joven Daniel aún esté con vida.
—Oh… bueno, espero salga del coma pronto.
—Sí, eso esperamos todos, de hecho, sus padres lo llevaron a una clínica especializada, donde tendrá los mejores recursos médicos.
—Es una buena noticia, espero todo salga bien para él, le agradezco mucho su información —Sofía se dirigió a su novia para saludarla con un delicado beso en la frente mientras le susurraba al oído algunas palabras—: Princesa, eres una chica muy valiente, me alegra que estés bien.
La filósofa le respondió con una enamorada sonrisa y Sofía se despidió de ellos prometiendo volver, pero su novia le suplicó que se quedara un poco más.
—Quédate Sofía, nosotros ya nos vamos, necesitamos hacer algunas cosas en casa, y nuestra niña quedará mejor si la acompañas un ratito más —argumentó la señora Ana La Port.
—Con gusto lo haría señora, solo que también debo cambiarme de ropa y traer algunas cosas para Valeria, pero prometo regresar y turnarme entre ambas el resto de la noche, ¿entiendes, verdad Mary?
—Sí, vete tranquila mi reina, te esperaré.
—Vendré… ¿necesitas que traiga algo para ti? Solo dime.
—No, mis padres ya se encargaron de eso, ¡ah! En tu coche debo tener mi celular, ¿me lo traes cuando regreses por favor? También irán por mi auto mañana.
—Ok, hasta pronto.
—Chao mami…
Camino a casa, la licenciada Sofía buscó el celular de Mary y el de su sobrina, y solo encontró el de su novia, ya que el de Valeria posiblemente se le había ido con el río, debido a que jugaban haciendo fotos entre todos los chicos. Sofía se angustió una vez más al pensar que pudo perder a su sobrina, y recordó que debía llamar a su hermano para informarle lo ocurrido pero, lo haría de regreso al hospital, “seguro se sentirán más tranquilos si hablan con su hija”, pensó.
Al llegar a su casa, una figura femenina la esperaba recostada en la puerta abierta de un lujoso automóvil, y al acercarse un poco más, Sofía pudo reconocer a su amiga y amante, Sandra.
—Buena noche Sandra, ¿qué te trae por acá?
La chica le dio un fuerte abrazo a la vez que entre sollozos le decía lo mucho que le alegraba que estuviese bien.
—He visto las noticias Sofí, y el terror se apoderó de mí, deseaba verte y corroborar que estás bien, ¿y Valeria cómo está?
—Mucho mejor, ella tuvo fractura en una de sus piernas, pero ya fue operada y salió bien, de hecho, vine por ropa y algunas cosas, quería llevarle el celular, pero parece que se perdió, por lo que debo comprarle uno ahora, son tantas cosas Sandra… gracias por tu preocupación, es bueno saber que mi vida y la de mi sobrina te importan.
—¡Pero claro Sofí que me importas! Eres mi amiga y te quiero.
—Gracias, eso habla bien de ti. ¿Me disculpas Sandra? Necesito entrar a bañarme y arreglar algunas cosas ya que debo volver con mi sobrina.
—Ok te acompaño, y de paso te puedo llevar al hospital para que no manejes, también necesitas relajarte un poco ¿no crees? Además, quiero ver a Valeria.
—¿Y tu hijo? ¿Y tu esposo?
—Vamos Sofía, mi hijo tiene 12 años y está con la nana, y mi esposo aún no llega, ya sabes que trabaja en el Medio Oriente, y si llegara no me diría nada por visitar a mi amiga que tuvo un accidente.
—Está bien, acompáñame, pero debes saber que me quedaré unas horas, y luego debo regresar a dormir un poco por lo del trabajo, tengo papeles y cuentas importantes para firmar, así que si vas debes traerme de regreso, ¿aceptas?
—Claro linda, esta noche estoy aquí para ti y me amaneceré contigo si es preciso.
Sofía sintió un poco de incomodidad con Sandra, ella era su amiga con derechos y no quería tensiones con su novia, algunas cosas no estaban claras aún, pero las aclararía tan pronto fuera posible.
Luego de bañarse, arreglar ropa para su sobrina y cenar, Sofía y su amiga salieron de casa rumbo al hospital, iban en el lujoso coche de la ojiverde Sandra y conversaban animadamente. Hicieron una parada en el centro comercial donde Sofía compró un celular para su sobrina, y un detalle para Mary; lo que hizo con disimulo para evitar preguntas de su amiga.
—¿Sabes? Hace rato que no estamos, y me haces una falta terrible, tú conoces de sobra que eres mi candela favorita… contigo mi cuerpo arde, ¿cuándo estés mejor llámame sí?
La licenciada escuchó a su amiga y por primera vez en mucho tiempo desde que salía con ella, ya no deseaba más esa situación, además con ella corría peligro, antes era excitante, mas por alguna razón, ya no sentía placer al imaginar tener sexo con una mujer casada, aunque por otro lado apreciaba mucho a Sandra y temía perder su amistad, por eso no sabía qué responder, no cabía duda de que su vida estaba cambiando, los acontecimientos de apenas treinta horas atrás le gritaban que se concientizara y manejara con franqueza todo. “¡Vaya! En casi dos días ya nada es como fue”, pensó.
Llegaron al centro de salud y se dirigieron a la habitación de Valeria, quien se hallaba despierta acompañada de la enfermera que monitoreaba su estado.
Sofía abrazó y besó a su sobrina, y le entregó el nuevo celular explicándole las razones, las cuales entendió con un poco de pesar al recordar los duros y críticos momentos que pasaron todos en aquel río, dejó escapar una lágrima que su tía secó con cariño mientras le presentaba a la visita que había venido con ella.
—Hola Valeria, me alegro mucho de que los momentos más críticos hayan pasado para ti, realmente estoy feliz de que tú y tu tía estén con vida.
—Gracias Sandra, es un milagro que siempre agradeceré al cielo, solo espero que mi novio Daniel esté bien.
—¡Oh! ¿No me digas que el chico que salvó tu tía es tu novio?
—Así es, he visto las noticias y no puedo estar más agradecida con mi tía, ¿ya viste sus brazos? Están amoratados por el esfuerzo.
Sofía escuchaba atenta la conversación entre su amiga y su sobrina, y buscaba la manera de zafarse un rato para ir a la habitación de Mary.
—Bueno, mientras ustedes charlan iré por café, ya regreso. Valeria, debemos llamar a tus padres, configura tu celular y llámalos por favor, que luego hablo con ellos.
—Ok tía.
—Sandra no la dejes hablar mucho, debe descansar.
—¡Está bien, no demores!
Mary tenía los ojos clavados en la puerta, y cuando la vio sintió que el mundo se detenía en ese instante, allí estaba aquella mujer que sin quizás saberlo, le había robado la esencia, el alma, y por supuesto el corazón, se delató frente a ella con una amplia y desnuda sonrisa.
—¡Hola reina de mi corazón, te esperaba!, la enfermera me dice que debo dormir, pero cómo hacerlo si dijiste que vendrías.
—¡Hola princesa! Aquí estoy, y claro que debes dormir para recuperarte de los golpes —contestó Sofía sentándose a un lado de la cama, la besó con toda la ternura de la que era capaz, tenía sus brazos apoyados a lado y lado del cuerpo de su delicada novia y seguía ahí prendida de su boca.
—Ya no sé si podré vivir sin ti Sofía…
—Calla niña, deja que cure un poco tu dolor con mis besos… permite que mi cuerpo caliente tu piel esta noche tan fría y de tanto dolor, ¿sabes que fuimos muy afortunadas?
—Sí mi reina lo sé, como sé también que algunas personas perdieron hoy a alguien a quien amaban… qué triste.
—Cierto, muy triste, Valeria perdió a uno de sus amigos y su novio aún está en coma… eso la tiene muy afligida.
—Te quiero mi reina, ya no pensemos cosas tan dolorosas, estás tan hermosa… ¡oh, mira tus brazos! ¿Te duelen mucho?
—Sí… un poco.
—¿Te han examinado?
—No, creo que no es necesario, con unos masajes tendré.
—Entonces, tan pronto salga de aquí te haré muchos masajes mi amor.
—Espero que así sea nena, por ahora yo te los daré con mi boca, me gusta besarte, tus labios son tan suaves… mi hermosa pelirroja.
Mary estaba feliz, su novia la llenaba totalmente, y le hubiera gustado que su tibio cuerpo se quedara con ella, pero no sería egoísta, su sobrina también la necesitaba.
—¿Sabes nena, que debo irme verdad?
—Lo sé, ¿pero vendrás antes de irte a casa cierto?
—Es posible que así sea, debes dormir.
—Lo haré, si vienes me despiertas ¿ok?
—De acuerdo.
—¿Lo prometes?
—Lo prometo, hasta pronto princesa.
—¡Hasta ahora! ¡Saluda a Valeria por favor! Dile que mañana antes de irme la visito.
—Está bien, le diré, supongo que tus padres vendrán por ti ¿cierto?
—Claro, pero te llamaré en cuanto sepa la hora de salida, ¿a propósito, trajiste mi teléfono verdad?
—¡Oh sí claro! ¡Aquí lo tengo, qué loca! Casi lo vuelvo a llevar, además traje un conejito de peluche para ti, ponle nombre, ¿trae suerte sabes?
—¿Really?
—Sí, bueno, ahora sí hasta más rato ¿de acuerdo niña? —De acuerdo lindura mía, te amo…
Sofía calló su boca con otro beso que casi hace abrir los ojos a la enfermera que fingía dormir, lo que las hizo reír a voz tenue.
Sofía salió de la habitación de su nueva novia con la idea de que su relación con ella iba más rápido y en serio que cualquiera de las relaciones que tuvo después de Karen, su primer amor, la mujer que le dejó totalmente frío la mitad del corazón, creía que de igual manera debía sincerarse con ella, tenía que contarle algunas cosas, no le gustaba mentir, pensaba que no era necesario.
De regreso al cuarto de Valeria, Sofía recordó que debía llevar café para Sandra, y fue a la cafetería para comprar dos.
—¡Hola niñas! ¿Cómo les va?
—¿Bien Sofí, por qué tardaste tanto? Nos preocupamos por ti, casi voy a buscarte.
—La verdad “arrimé” donde una amiga que también está internada, nada serio.
—¿Ella andaba con ustedes?
—Sí.
Su sobrina la miró y pudo comprender la incomodidad de Sofía, sabía que la amiga de su tutora era una de sus “íntimas”, pero prefirió callar pues su tía sabría cómo aclarar las cosas cuando fuera el momento; “además, Sandra tenía pleno conocimiento de que ella no era la única, ahí no habría problema, pero quizás Mary no entienda las cosas, le dolería que la perdiera, es la chica que merece mi tía”. Valeria pensaba esto no porque no quisiera a Sandra, sino porque ella sabía que esta estaba casada y con un hijo.
—Ah ya veo… ¿algo serio?
—Creo que sí… pero luego hablamos de eso, ¿sí?
—Tranquila… no he dicho nada, además mi amor, nuestra relación es abierta.
—Claro…
Sofía se quedó pensando en esa última palabra, “abierta” y por primera vez se sintió incómoda.
Las horas pasaron y Sofía no quería alejarse de su sobrina, pero debía ir a dormir un poco, tenía muchas cosas importantes que hacer en su trabajo en las primeras horas del día, decisiones que dependían exclusivamente de ella, por eso decidió ausentarse una vez más para despedirse de Mary y así poder irse a casa, cosa que hizo a la brevedad.
—¿Hola Mary, no me digas que no has dormido ni si quiera un poco?
—No, he estado escribiéndole a mis compañeros de universidad, todos quieren saber si estoy bien, pero ya terminé.
—Ok, de todas maneras, solo vine a despedirme princesa, es probable que mañana nos veamos después del mediodía.
—Entiendo mi amor, sé que te ha tocado duro, pero todo pasa, y esto es temporal, aguanta.
—Muñeca, cuando estemos más calmadas de este “corre, corre”. es preciso que hablemos, hay cosas que debes saber de mí, antes de que sean un problema.
—No me asustes mi reina, aunque sea lo que sea, ya es tarde, porque desde el primer día que te vi, te dejé entrar a mi corazón.
Sofía la abrazó cálidamente y Mary sintió que ella era su vida, y todo lo que necesitaba para ser feliz.
—Novia mía, debo dejarte, se hace tarde y debo descansar un poco, mañana será un día duro en el banco, pero nos veremos, lo prometo.
—Ok linda, dame otro beso, así dormiré como un lirón.
Sofía la besó dejando en ella el fuego encendido y se despidió. Mary deseaba retenerla, pero no lo haría, su novia tenía grandes ojeras, se notaba cansada por lo que optó por conformarse con ese último beso y decirle adiós.
En la sala de cuidados intensivos se hallaba el medico de turno revisando el estado de Valeria y dejando recomendaciones a la enfermera.
—¿Y cómo sigue mi sobrina favorita? ¿Llamaste a tus padres Valeria?
—¡Tía, si soy la única! Y sí, ya los llamé, se asustaron mucho, pero les dije que estamos bien, que solo fue una pequeña fractura, también hablé con los abuelos, querían saber por qué no contestas el teléfono.
—Oh sí, pasa que no tuve tiempo de ponerlo a cargar y está totalmente muerto, y lo peor, no traje el cargador.
—Está bien, cuando llegues a casa los llamas ¿sí? Están preocupados y aunque les dije que estás bien, ellos quieren escucharte.
—Sí mi valiente niña, los llamaré, y ahora debo irme cariño, quiero descansar un poco para estar en plenas facultades, debo hacer cosas en el trabajo que requieren concentración y buen juicio, pero solo trabajaré medio día, así podré estar contigo después del almuerzo.
—Bueno, no te preocupes, estaré bien, la enfermera es muy atenta.
—Pero si necesitas algo, lo que sea, ¿me llamas bueno?
—Ok.
Las dos amigas abrazaron a Valeria y se despidieron de esta con un poco de nostalgia, lo único que tranquilizó a Sofía de dejar a su sobrina allí, fue la amabilidad de la enfermera, quien prometió cuidarla y estar atenta.