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Mary Ann La Port

Estudiante de filosofía y letras, chica de veintitrés años de edad, hija de un prestigioso y acaudalado abogado, su madre había sido Miss América y ahora diseñaba ropa íntima y deportiva. Como a la mayoría de los jóvenes de su edad a Mary le gustaba salir con sus amigos de rumba y paseos, pero eso no le impedía ser la mejor estudiante de la universidad, quería ser Profesora universitaria y siempre estaba ávida por conocimientos.

Mary conoció a Sofía en unas charlas que dieron un grupo de profesionales en su universidad, mismas que iban dirigidas a los estudiantes de último año, después de todo, ellos también serían profesionales en corto tiempo. Cuando le tocó el turno a Sofía, todos quedaron asombrados por su hermosa apariencia y la elocuencia con la que hablaba, “no parece ser mayor de veinticinco años, ¿cómo es que dirige un banco?”, Mary se decía para sí misma, quien no dejaba de mirarla y admirar su hispana belleza, cosa que no pasó inadvertida para Sofía, pero intentaba ignorar la insistente mirada de aquella niña que observaba todos sus movimientos con picardía y malicia.

Una vez terminada la reunión con los profesores, Mary buscó a la licenciada Sofía de La Torre, y después de presentarse la invitó a salir con ella.

—Licenciada, sería para mí un gran honor si acepta salir conmigo un día de estos, ¿qué dice?

º—¡Hey licenciada! ¡Qué grata sorpresa! ¿Cómo estás?

—¿Hola Mary qué tal?

—¿De verdad recuerdas mi nombre? Yo creí que me habías olvidado, porque debes saber que no hago otra cosa que pensar en ti. ¿No cumpliste tu promesa recuerdas? Quedaste en llamar, te di mi número…

—Bueno niña, he estado muy ocupada últimamente, pero ven, te invito un refresco así conversamos un poquito y de paso descanso mis piernas, ¿tienes tiempo verdad?

“¿Tiempo dices? ¡Pero si para ti tengo mi vida entera mujer!”, pensó la bella Mary.

—¡Claro mi reina! Los refrescos que quieras, y… ¿no te enojas si te llamo mi reina verdad?

—No, de hecho, tú serás la princesa, así puedo ser quien ponga orden, me encanta mandar —dijo Sofía con una franca sonrisa y mirada penetrante que taladró el corazón de la coqueta Mary.

—Ok mi reina, por ti me dejo mandar.

La licenciada la miró y observó que tenía unos ojos tiernos, la boca rosa, la piel bien blanca y el cabello rojo. “Es una linda chica, pero demasiado joven, y las jóvenes solo dan problemas”, esto pensaba antes de hacerle una pregunta:

—¿Mary, qué quieres de mí? O mejor, debo preguntarte, ¿qué quieres conmigo?

—De ti reina mía, quiero besarte en la ducha y saber si es cierto que la piel morena quema a la piel blanca aun después de estar un buen rato bajo el agua fría.

—¡Vaya! ¿Quieres experimentar conmigo?

—Digamos que sí, ¿entonces qué dices? ¿Probamos?

—¿Te lanzas así a conquistar chicas sin miedo o pena a un posible rechazo?

—Mi reina, en esta corta vida humana; estoy aprendiendo que a veces debemos tomar lo que nos gusta como sea, usando todas las armas que tengamos.

—Como sea princesa. ¿Entonces me tomarás, aunque no quiera?

—No mi reina, es que tú sí quieres, ¿o no?

Sofía levantó su ceja izquierda a la vez que una mueca de deseo se dibujaba en su boca, cosa que solía hacer mientras estaba pensando, la miraba atentamente diciendo para sí: “sí qué quiero morderte esa boca y hacer que gimas en mi oído para que respetes la jerarquía niña”, pero solo se limitó a decir:

—Bueno princesa ha sido grato hablar contigo, debo regresar a casa, mi sobrina me espera, así es que nos vemos otro día, a propósito el próximo sábado mi sobrina está de cumpleaños, y le haré una pequeña reunión con sus amigos, estás invitada, solo llama a este número y te daré la dirección.

Mary cerró los puños en un ademan de victoria mientras se despedía agradeciendo por todo a Sofía.

Sofía tiene novia

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