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Sola, otra vez…

Sofía es poseedora de una singular belleza, su origen hispano, se notaba en la voluptuosidad de su cuerpo, su mirada romántica y boca sensual. A sus escasos treinta años dirigía uno de los bancos más prestigiosos de la ciudad, el Banco Central Americano. Sofía compartía su pequeña y confortable casa con su hermosísima sobrina Valeria, quien era hija de Enrique (su único hermano), debido a que este y su esposa viajaron al exterior aprovechando una gran oferta de trabajo. A Valeria no la habían llevado con ellos para no atrasar sus estudios ni desestabilizarla con los cambios de colegio y horarios, fue así como acordaron dejarla con su tía hasta terminar la preparatoria y al término de esta, ellos regresarían por ella.

Los padres de Sofía vivían en otra ciudad, sitio de donde salió con su mejor amiga para ingresar a la universidad siendo aún una adolescente de apenas dieciséis años, en aquella ciudad Sofía se quedó después de su graduación, aceptando además un excelente empleo que le ayudaría a ser totalmente independiente.

Sus familiares y amigos cercanos conocían sus preferencias sexuales, ya que siendo una persona de carácter, decidió enfrentarlos y presentarles a su novia en aquel entonces, de manera oficial. Por supuesto que hubo rabietas de su madre y cuestionamientos de su padre (más que nada porque no querían verla sufrir los posibles juicios sociales), pero conociendo las hermosas cualidades de su hija entendieron que todo lo que la movía conllevaba amor y responsabilidad, decidiendo así, respetar y apoyar sus decisiones; además su novia siendo la hija de sus vecinos y amigos a los que apreciaban tanto, sería como una hija también para ellos.

En su trabajo, la joven Sofía se había ganado el respeto y admiración de todos, quienes destacaban su gran inteligencia, genialidad y capacidad de administrar y manejar personal. No cabía duda, estaba en una posición soñada y envidiada por muchos y eso la hacía sentirse orgullosa de sí misma.

Después de haber sufrido una gran decepción amorosa, y antes de conocer a Sandra (su actual mejor amiga), decidió no entregar más el corazón y vivir el día a día con la chica de turno; así, entregaba el cuerpo a cuanta mujer le gustase en un intento desesperado por olvidar y relajar la mente para no pensar y así seguir siendo productiva en su labor y su vida. No obstante, Sofía se dejó seducir por una joven universitaria Mary Ann, quien estaba llegando más adentro de lo que hasta entonces se había permitido y tenía un miedo escondido y unas ganas de llorar que no le decía a nadie… Ella después de todo, también se fue…

Han pasado seis meses desde que Mary Ann se marchó a Europa, el estrés por causa del arduo trabajo y la soledad en la que se encontraba Sofía, hacían que sus días fueran muy monótonos y carentes de sentido, “necesito distracción y sexo”, se decía para sus adentros, en tanto que el agua de la fría ducha que tomaba en ese momento relajaba su hermosa piel morena.

Luego de una reunión empresarial con su colega y viejo amigo Alan Mann quien dirigía el Banco Internacional del Comercio, y sus otros colegas James Lynch y Albert Walker, con quienes no tenía mucho contacto amistoso, pero sí laboral, decidió junto con ellos ir a la casa de una buena amiga de Alan, Andrea Smith, quien se encontraba de cumpleaños, y como era de pocos amigos, “seguro estará sola”, dijo Alan un tanto entusiasmado.

Juntos todos se pusieron de acuerdo para comprar comida, bebidas y un detalle para Andrea, cosa que hicieron y seguidamente marcharon alegres en sus lujosos carros, estaban ansiosos por pasar un buen rato lejos de la cotidianidad y las cargas propias que conlleva dirigir una empresa, estaban dispuestos a “pasarla bueno”, esa noche, después de todo, era fin de semana y a dos de ellos nadie los esperaba en casa.

Atravesaron la ciudad formando una pequeña caravana, aún la tarde estaba clara y cuatro coches de distintos colores subían la pendiente de una pequeña colina, adornada a lado y lado por enormes pinos que hacían del paisaje un viaje relajante. Sofía se sentía contenta de estar con ellos, pretendía relajar su mente y su cuerpo para no pensar.

El carro gris de Alan (guía durante todo el trayecto), se detenía en una casa color verde y naranja, rodeada de plantas y florecitas de diferentes tonos, el clima era fresco, romántico y daba una sensación de eterna alegría, lo que llenó de una gran paz interior a nuestra bella Sofía, quien pensaba para sus adentros que ese era un lugar perfecto para vivir.

Una sorprendida Andrea abría la puerta de su hermosa casa atraída por el ruido de los carros y las voces, entre las cuales había una conocida que se abalanzó sobre ella para felicitarla.

—¡Hola Andrea! ¡Feliz cumpleaños! Mira, traje unos colegas y amigos para acompañarte un rato, ellos son: Sofía, James y Albert. ¿No te molesta verdad?

—No, claro que no Alan, tus amigos también pueden ser los míos, es grato que estés aquí, gracias por venir.

Andrea hizo pasar a los recién llegados, quienes admiraron el amplio salón que poseía dos grandes muebles color marrón separados por una mesa de vidrio en forma de corazón, las paredes de aquella sala pintada de naranja y blanco estaban adornadas por un cuadro gigante que recreaba dos caballos corriendo briosos en una playa soleada en un verde y apacible mar. Bajo aquel cuadro, una pequeña chimenea encendida, dejaba claro que era un lugar especial para contemplar, podías transportar tus pensamientos a un día claro y sofocante en una isla, o solo mirar las estrellas al lado de una fogata. La otra pared solo tenía una enorme pantalla de televisión que hablaba mucho de Andrea, sin duda su gran compañero era aquel lugar tan acogedor de su casa, cada cosa mostraba algo de ella.

Uno a uno se iban presentando ante Andrea deseándole lo mejor en su día.

—¡Hola Andrea, feliz cumple! ¡Soy James! —diría este con una enorme y franca sonrisa.

—¡Hola feliz día! Soy Albert —así se presentó un tímido chico que siempre fue genio en todo, pero ante una mujer, le sudaban las manos y le temblaba la piel.

Sofía la miraba fijamente mientras Andrea daba las gracias a cada uno.

—¿Y tú eres?

—Sofía… —dijo mecánicamente, mientras admiraba su notable belleza. Apretó fuerte su mano mientras sonreía con la picardía que solía tener cuando una chica le atraía—. Feliz cumpleaños Andrea, toma, nos unimos para comprarte este pequeño detalle, es un gusto conocerte —entonces le entregó un enorme arreglo floral con una cajita de chocolates.

—Gracias Sofía, fue muy amable el que hayan pensado en mí sin conocerme, ¡qué buen gusto el de traer rosas y chocolates!, me ha encantado.

Sofía pudo observar que aquella mujer era realmente fascinante, su ardiente y enigmática mirada atrapaba desprevenido a cualquiera que no tuviera forrado el corazón, sus ojos azules estaban enmarcados por unas largas pestañas y unas pobladas cejas que solo se afeminaban con su armonioso cuerpo cubierto por un pequeño y ajustado vestido azul turquesa que marcaba con claridad sus codiciados glúteos, la mirada de Sofía seguía bajando por sus blanquísimas piernas para luego subir y encontrarse con una mirada escrutadora de Andrea que la hizo sentir apenada.

Andrea tenía treinta y dos años, cinco de los cuales llevaba como administradora de uno de los almacenes de una importante cadena de supermercados, aunque tuvo algunos amoríos, después de su primer matrimonio jamás se había vuelto a casar, tenía una hermana menor que aún vivía con sus padres en otro estado, a ellos los visitaba siempre a fin de año, pero ella vivía sola en New York.

La velada transcurría en medio de risas, música, chistes y preguntas personales para conocer un poco más a Andrea aprovechando los efectos de la bebida que desinhibía a las personas dejándolas vulnerables y expuestas, bailaban todos abrazados unas veces, y otras en pareja, algunas veces turnándose con las chicas que eran solo dos y ellos eran tres; cuando a Andrea le tocó bailar con su amigo Alan, lo acorraló con preguntas sobre Sofía.

—¿Está casada Sofía? ¿Dime quién es? ¿Por qué no ha dejado de mirarme tan inquisidoramente?

—Mmm, ya lo había notado, pero tú también la miras ¿no?

—¡Obvio, de alguna manera me jala con su mirada…pero por fa! ¿Dime algo no?

—Bueno… ella es la hermana de mi mejor amigo Enrique, quien me recomendó cuidarla y ayudarla en lo que pudiera cuando este emigró a Europa, sus padres fueron muy importantes para mí cuando los míos murieron, la verdad ella es como mi hermana pequeña, además de eso, ha sufrido mucho por amor y cosas que la han marcado, ah y le gustan las niñas… de hecho, ha tenido algunas novias.

—¿Novias? Ah ya veo, claro cómo no, si es muy hermosa…

—¿No tendrás ningún problema con eso verdad Andrea?

—Claro que no, de hecho, hace algunos años tuve una pequeña relación con una chica.

—¿Y qué pasó?

—Nada, no había amor.

Rato después, Andrea aún pensando en su muy femenina visita, bailaba con James, quien también la indagó.

—Y dime Andrea, ¿cómo es que una chica tan hermosa como tú aún no se ha casado, y tenido unos hermosos hijos con unos hermosos ojos como los tuyos?

—¡Oh! ¿Me estás coqueteando James?

—¡No preciosa! Aunque, si no estuviera casado de seguro lo haría.

—Ah… bueno digamos que aún no llega el amor a mi vida, y sin amor es difícil sostener una relación que dure, pero debes saber que hace algunos años estuve casada y enviudé.

—¡Ah! Vaya lo siento, debió ser duro para ti.

—Sí… lo fue.

—¡Vamos que eres hermosa! Ya vendrá quien merezca tu amor, solo debes estar atenta, no te encierres.

—Eso espero James, la soledad pesa mucho.

Andrea se quedó un rato en silencio pensando en las palabras de su nuevo amigo.

—Creo que tienes razón James, y sí, el tiempo pasa rápido y la soledad es abrumadora… estaré atenta.

Alan hablaba con su novia, James con su esposa y los otros tres buscaban en YouTube alguna canción interesante para rematar bien la velada, Sofía quiso escuchar a Tom Petty con su Free Fallen, y todos empezaron a cantarla, incluso el más tímido, Albert, también cantaba con excelente oído.

Luego de cantar la hermosa canción de Tom Petty, los visitantes se despidieron de Andrea prometiendo volver algún día y repetir hasta el amanecer dicho evento, todos estaban relajados y contentos de haber pasado una excelente tarde y parte de la noche.

Sofía y sus amigos iban de vuelta a casa despacio, evitando así que los detuviese la policía, sería un problema para ellos pues habían tomado, la lentitud del trayecto fue propicia para Sofía quien no lograba sacar de su cabeza a la bella Andrea, imaginaba cómo sería tener a esa mujer bajo sábanas y sonreía al pensarlo. Y fue ahí, cuando vino a su cabeza Mary, su novia… ¿qué estaría haciendo? ¿Pensaría en ella? O ya tendría a alguien más…

Sofía tiene novia

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