Читать книгу Lo que hicimos - Tedi López Mills - Страница 10

4.

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La tía de la comarca aledaña, la tía de las bolsas amarradas con bolsas en una bolsa, la tía que nos ofrece galletas o chocolates o paquetes pequeños de papel aluminio con pollo crudo adentro; la tía gorda con su delantal sucio o mojado, la tía de viernes a lunes, la hermana del papá, la cuñada de la Señora, astuta según el tamaño del propósito, tonta cuando no hay ardid que la provoque; la tía herida por el tío que huyó a una guerra, cualquier guerra, la reciente o la anterior, la tía de mí y de ti, la tía que extiende pedazos enormes de plástico en su patio y los cubre de agua y los rodea de polvo y le grita a su hijo, el primero: “Ven al mar”, y sale el hijo, nuestro primo, y se mete de nuevo a la casa y vuelve a salir con su carreta y se para en el polvo, y te digo: “La carreta del primo rechina en la arena”. Y me reclamas lo fácil de la burla: nada hago yo para contribuir a la distribución de las aguas, pero no me asusta más el reclamo que ese mar de plástico ni que esa arena de polvo. La comarca aledaña suele disolverse por las tardes. Me preguntas por la niña muerta, por los rosales, por el final de un acertijo que ya no recuerdas: “Hay que llegar a tiempo a la casa del teniente, a tiempo, si no la tuerca del reloj se cae y aparece un soldado y repite un refrán...” ¿Cuál es? Ninguno es uno. Sin el mar de plástico no habríamos visto el fondo.


















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