Читать книгу Lo que hicimos - Tedi López Mills - Страница 13

7.

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Hora de irse, diluirse, menguarse, esfumarse. Cierra la puerta, abre la puerta, pone el candado, quita el candado, tira el agua, se tira al piso, se embarra, se ofrece, obedece, se somete, no se pertenece. Es un amor múltiple y complejo, me susurras, un amor sin rachas simples. Nunca incluye “Dónde estuviste en la noche, en la mañana, en la tarde” o “Qué haces cuando te metes en tu cuarto” o “Qué hay detrás del silencio cuando examinas la marca de una astilla” o “Qué piensas cuando no hablas: me quieres, ya no me quieres”. Múltiple y complejo, me dices arrinconado, esquinado; no es igual a parvada de pájaros clavados en un cielo de nubes como si fuera literario antes que legendario en esta colonia de hábitos conservadores según se lee en los boletines. El último nos informa: “Señora propina ligera cachetada a sirvienta por pequeño hurto de comida”. Cosa de todos los días y de todas las familias. Múltiple y complejo en mis manos, en tus manos: una dualidad sin números, no hay parvada sin pájaros, no hay cuervos sin el negro donde abren las alas, no se usan las extremidades que so-bran por si hacen falta, luminosamente detengan la caída cuando el orificio se perfore en algún lugar con la Señora mirando cómo vamos tú y yo en la calle sencillamente: “Oye, dame lo de ayer”. Y ella aplaude, la Señora, pide más, actos menos cortos, pero el circo me tienta de otro modo contigo: un anciano desnudo va arrastrando la pata, el niño enjuto, su muñón en el polvo. Hay fantasmas de más. La Señora con sus lianas y sus serpentinas es el vivo retrato de una patria en desuso, a punto de reconvertirse. No iba a haber diseño. Me hubieras dejado quedarme semanas atrás sin desbaratarlo, ese grabado en la cueva, salto de una figura a la otra. En la fogata se deshizo la anécdota acerca de payasos en una civilización extinta, cómo se los veneraba antes de colgarlos. No pude ya terminar el relato.

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