Читать книгу Lo que hicimos - Tedi López Mills - Страница 14
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ОглавлениеQue no digan que no les dije cuando falle todo, que no reclamen después en la ventanilla opaca: “Esto lo iban a pintar, iba a ser de verdad, no pura placa de cobre, estaño sin lustre”, por dar ejemplos, aunque no quiero darlos, copias de copias de un pretexto que no recuerdo. ¿Se comprende o qué se hace con el adorno de las razones, su encaje impecable en algunos argumentos? A falta de causas pueden usarse las consecuencias como disparadores; funcionan porque nadie presta atención o sólo a veces frente a las nuevas molestias que hay que incorporar como si fueran propias, gritando que ya no se aguanta. Mi piedad no llega a la banqueta de mi vecino, no cruza la avenida. Te iba a pedir que no rozaras ese pedazo de piel a contrapelo. Pero intervino la Señora canturreando: Ay, el paso cruel de los oropeles, una melodía de antaño, nos explicó, en la que también se mencionaban abejas, veranos apilados como papeles reciclables. Suspirando, la Señora indagó acerca de nuestra ronquera: “¿Qué hicieron anoche?” Subimos y subimos por la escalera estrecha cada vez que el cuerpo se fue desprendiendo de su horma. O algo así. Sobraron simbólicamente nuestros codos en la penumbra. Pero cómo revelárselo a la Señora; ella pronuncia discursos, plegarias, nos cuida, nos alimenta, nos enseña. Le presumiremos nuestras creaciones: los desfiles en la ribera, el rito de los bufones inflando globos, las franquicias en los suburbios y los negocios que hemos planeado, con billetes y centavos. ¡Ya no rascará la Señora el fondo de sus cajones buscando monedas! Eso le juraremos hoy cuando esté puesta la mesa: mantel a cuadros, los platos correctos, las ausencias debidas, el instructivo a la mano: jamás ningún cariño en balde.